Bolivia: de los adjetivos a los sustantivos
Este fue un primer acto con altas dosis de tensión y enfrentamiento debido las legítimas presiones indígenas por mayor poder e inclusión, pero también de incertidumbre, por las cada vez más radicales demandas regionales por autonomía y nuevas competencias.
La escena final fue la presentación del proyecto de nueva Constitución en el occidente del país, y mítines opositores en cinco regiones donde se sancionaron a mano alzada estatutos autonómicos, una especie de constituciones regionales muy parecidas a las autonomías en España.
El gobierno desconoce estos estatutos entre otras cosas porque plantea competencias que no está dispuesto a ceder: educación salud, policía, capacidad legislativa y el control de los recursos naturales y la tierra.
Por su parte, la oposición rechaza el proyecto de nueva Constitución porque argumentan que fue aprobado solo por la mayoría oficialista, por ser antiliberal y por tratar de indigenizar el país.
Tanto el proyecto de Constitución como los estatutos autonómicos irán a plebiscitos en los próximos meses, el primer con todo el poder del Estado a su servicio y los segundos por iniciativa ciudadana. ¿El resultado? Imprevisible, la oposición regional y política tiene la esperanza que le insufló la reciente experiencia venezolana; y el gobierno seguro de que su legitimidad y popularidad aún son muy sólidas.
Ahora bien, por primera vez desde que comenzó esta etapa de inestabilidad en Bolivia, hay sectores radicales que comienzan a plantear la solución por el desastre: los grafittis que se pueden ver en Santa Cruz que llaman a las arma y que son de profundo corte racista, y los ponchos rojos que degüellan perros en señal de amenaza son expresiones minoritarias pero que encienden luces de alarma en todos los demócratas del continente. Lo más reciente son afiches con billetes de “100 cruceños” que se imprimieron en esa ciudad. El deseo de una nueva moneda refleja la polarizada que esta la situación y hasta donde están dispuestos a llegar los opositores. Ante expresiones como esa, Evo Morales ha declarado que, para evitar la desintegración del país, esta dispuesto a usar la incluso la fuerza, y esa es una expresión poco común en boca del líder indígena.
En cualquier caso, a pesar de la tregua navideña queda por delante una larga batalla, por el momento, solamente política. Pero está claro que en ambos bandos comienzan a terminarse los adjetivos a los que estábamos acostumbrados, y han pasado a desempolvar los sustantivos.
(Publicado en La Tercera el domingo 16 de diciembre de 2007)
Alejandro Navarro
Sergio Molina
Yun - Tso Lee
Modera:
Marcel Oppliger Periodista
Invita:
Eugenio Guzmán
María de Los Ángeles Fernández
La nueva Constitución
El texto deberá ser refrendado en un plebiscito el próximo año.
Si es aprobada, se convocará a elecciones para Presidente y congresistas.
También el próximo año (no se sabe en qué orden) habrá un referéndum revocatorio.
Referéndum por la tierra
Habrá además otra consulta para la tenencia de la tierra (sobre la imposibilidad de tener más de 5 ó 10 mil hectáreas).
En cualquiera de los dos casos se afectará al latifundio, pero también a toda la agroindustria y la ganadería del oriente, que son por sobre todo extensivas.
Algunos de los puntos más destacados de la nueva Constitución:
Un nuevo Estado plurinacional
Bolivia se constituye en un Estado unitario social de derecho plurinacional comunitario, libre, autonómico y descentralizado, independiente, soberano, democrático e intercultural. Se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico.
Principios éticos
No seas flojo, no seas mentiroso, no seas ladrón, vida nueva, vida armoniosa, tierra sin mal y camino o vida noble.
Reelección hasta por 10 años
Si se aprueba la nueva Constitución habrá reelección por un período constitucional (lo que no incluye la actual gestión, por lo que Evo Morales tiene la posibilidad de postular dos veces más, es decir, por 10 años).
Se incorpora la segunda vuelta electoral para Presidente y Vicepresidente, si ningún candidato obtiene el 50% más uno de los votos válidos; o un mínimo del 40% de los votos válidos con una diferencia de 10% en relación al segundo.
Asamblea Legislativa Plurinacional
El Congreso se llamará Asamblea Legislativa Plurinacional. Reducirá el número de diputados de 130 a 121 (que serán elegidos por circunscripciones uninominales); y en el Senado se incrementarán los representantes departamentales de 27 a 36.
Control de la sociedad civil al Estado
El pueblo soberano, por medio de la sociedad civil organizada, participará en la toma de decisiones de las políticas públicas. Ejercerá el control social a la gestión pública en todos los niveles del Estado y en empresas públicas, mixtas y privadas que administren recursos fiscales o presten servicios públicos.
Respeto a la propiedad privada si cumple función social
Toda persona tendrá derecho a la propiedad privada, individual o colectiva que tenga función social. Se garantiza la propiedad privada siempre que su uso no sea perjudicial al interés colectivo. Se permite la expropiación de una propiedad, previa indemnización justa, por necesidad pública o porque no cumpla una función social.
Autonomías de cuatro tipos
Se establecen autonomias departamental, regional, municipal e indígena.
La autonomía regional se constituirá por voluntad democrática de la ciudadanía y por la unión de municipios, de provincias o de territorios indígenas originario campesinos con continuidad geográfica.
La autonomía indígena originaria campesina será expresión del derecho al autogobierno como ejercicio de la autodeterminación de las naciones, cuya población comparta territorio, cultura, historia, lenguaje y organización.
No más dos tercios para elegir autoridades en el Congreso
Se anula el concepto de los dos tercios de votos para la elección de autoridades como el Contralor, el Defensor del Pueblo o los miembros de la Corte Electoral o, incluso, para modificar parcialmente la Constitución. Sólo se necesitará la mitad más uno.
El tema marítimo
El Estado declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al océano Pacífico y su espacio marítimo. La solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos, y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio, constituirán objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano.
Vivienda
Toda persona tiene derecho a un hábitat y una vivienda. En el radio urbano los propietarios no podrán poseer extensiones de suelo no edificadas mayores a las fijadas por ley.
Educación
La educación es obligatoria hasta el bachillerato. Se garantiza la inamovilidad del personal docente.
Seguridad social
Todas las bolivianas y los bolivianos tendrán derecho a la seguridad social con carácter gratuito.
Salud
El sistema de salud será único e incluirá a la medicina tradicional de los pueblos y naciones indígenas originarias y campesinas.
Una Constitución antiliberal
Hay que decir de partida que la Constitución aprobada "en grande" por el oficialismo en la Asamblea Constituyente respeta los tres grandes derechos liberales que el occidente considera fundamentales desde la Revolución Francesa: vida, libertad y propiedad. Sin embargo, no lo hace de idéntica forma. Protege ampliamente el primero, en la mejor tradición humanitaria boliviana, mientras que pone a los dos siguientes serios límites, los más importantes que se hayan conocido en la historia legislativa del país.
La Constitución sólo acepta el derecho de propiedad "siempre que ésta cumpla una función social", lo que se repite en nuestras cartas magnas desde 1938, pero a ello ha añadido lo siguiente: "se garantiza la propiedad privada siempre que el uso que se haga de ella no sea perjudicial al interés colectivo". Y luego, más adelante, que la iniciativa privada debe "contribuir al desarrollo del país" para ser respetada por el Estado. Esta redundancia es muy decidora. En todo el documento se puede percibir un indisimulado recelo respecto a la gran propiedad privada, que encuentra su paroxismo en el campo de los recursos naturales.
Allí se dice una y otra vez, con redundancia machacona, que el Estado puede y debe participar directamente de la producción, que debe controlar estratégicamente a todos los otros actores, que éstos no tendrán ningún derecho propietario y que deberán pagar compensaciones por la explotación de los recursos de modo que el Estado reciba un beneficio "equitativo", etc.
Y aunque en casi todos los casos se permite que haya una cierta participación privada, en ninguno se trata de facilitarla y mucho menos impulsarla. En otras palabras, aunque no se dice que el Estado debe monopolizar la explotación de los recursos, se tiene esta idea, por decirlo así, "en la punta de la lengua", y si no se expresa claramente es sólo en consideración a la pobreza del país y a la necesidad que tiene del financiamiento transnacional para poner en funcionamiento su industria extractiva. La excepción la encontramos en el sector eléctrico, en el que la eliminación de la empresa privada se torna total: "La cadena productiva energética no podrá estar sujeta a intereses privados, ni concesionarse", dice el artículo 376. La aplicación de esta disposición implicaría la nacionalización de una importante cantidad de empresas extranjeras de capital norteamericano y europeo.
Esta aversión por las transnacionales se expresa también en la ruptura de uno de los principios de la Organización Mundial del Comercio en la que participa Bolivia, la igualdad entre los inversionistas extranjeros y nacionales. A contrapelo, esta Constitución señala que "la inversión boliviana será priorizada frente a la inversión extranjera" (aunque al decir esto contradice uno de los basamentos económicos que establece ella misma, según el cual ningún sujeto económico debe recibir un tratamiento "más favorable"). Como resultado tenemos que, de ser aplicada, esta Carta repelería a la gran inversión extranjera. Y no sería por error, sino por un deseo conciente.
En su punto de más extremo nacionalismo, la Constitución considera el ofrecimiento de ventajas a las empresas extranjeras y cualesquiera actos de “enajenación de los recursos naturales… a favor de potencias, empresas o personas extranjeras” como delito de “traición a la patria”, exactamente igual que el de tomar las armas contra el propio país, y pasible por tanto también a una condena de 30 años de prisión sin derecho a indulto. Esta es la forma en la que la mayoría oficialista de la Asamblea ha traducido al lenguaje constitucional el deseo del presidente Evo Morales de sancionar de forma draconiana a quienes en el futuro intenten privatizar las empresas públicas. El Presidente incluso habló de la pena de muerte. Aunque la Constitución no llega a tanto, en todo caso, de perfeccionarse, su contenido restringiría gravemente la libertad de pensamiento de los bolivianos en materia económica. En el futuro los ciudadanos tendrían sólo tres opciones: o coincidir con el mencionado nacionalismo económico, o tratar de cambiar la Constitución, o no participar en política. (En contrapunto, este proyecto amplía la libertad al separar el Estado y la religión y al poner límites estrictos a los mecanismos coercitivos). En cambio, el documento no cumple el deseo presidencial de levantar el secreto bancario, una consigna muchas veces empleada por Evo como caballito de batalla. Pese a todo, el secreto bancario sigue consagrado como una garantía constitucional.
Por otra parte, el Estado productor diseñado por esta Constitución debe ser también un Estado del bienestar, encomendado de proveer muchos y muy diversos servicios públicos, de redistribuir la riqueza agraria, promover la economía popular, generar empleos formales, crear empresas estatales que generen bienes públicos, formar fondos financieros no bancarios, repartir rentas de vejez, etc. Nos encontramos ante un movimiento que ya es clásico: Si se pone al Estado en el centro de la economía es para darle los mecanismos necesarios para repartir prosperidad entre todos.
Una Constitución centralista e indianista
Además del exacerbado nacionalismo, otra característica de esta Constitución “en grande” es su centralismo político. El texto proyecta una Asamblea Legislativa Plurinacional que monopolice la elaboración de leyes, y un gobierno central que controle casi todas las competencias importantes, incluyendo la fijación de todos los impuestos y la “gestión de la educación y la salud”. Con ello, las autonomías departamentales solicitadas por los departamentos del oriente y el sur del país no mejorarían los derechos que ya poseen estos departamentos, es decir, la elección directa de los prefectos y la administración de un puñado de competencias menores. Pero además la situación para los autonomistas incluso empeoraría, porque se formarían, además, autonomías regionales e indígenas dentro de los departamentos, las cuales tendrían sus propias autoridades.
Vemos entonces que, como ocurre normalmente, el nacionalismo ha conducido al centralismo. En esta Constitución el Estado central aparece muy celoso de su soberanía, excepto respecto a los indígenas, los cuales pueden formar “territorios” con jurisdicción propia que no deben someterse a otros niveles de gobierno (municipios, regiones y departamentos), y que son los únicos autorizados para gestionar algunas competencias clasificadas como privativas del centro, como los sistemas de salud. Las autoridades de estos territorios serían elegidas por los procedimientos indígenas de selección de dirigentes y no por voto directo. Y poseerían una justicia propia, que tendría la misma dignidad que la justicia nacional y que tendría facultades para perseguir todos los delitos, de acuerdo a normas propias culturalmente determinadas. Ninguna sanción dada dentro de esta jurisdicción podría apelarse ante la justicia ordinaria. La justicia comunitaria solamente estaría sujeta a la Constitución y por eso debería respetar los derechos que ésta instituye, inclusive la prohibición de la pena de muerte. Sin embargo, podría “interpretar interculturalmente” estos derechos (de una forma que no se especifica). Simultáneamente, la Constitución establece que los indígenas deberán estar especialmente representados en los órganos públicos no indígenas, por medio de disposiciones electorales especiales cuando se trate de instancias nacionales, y por medio de sus propios usos y costumbres cuando las instancias sean departamentales o regionales.
Todo esto le da carnalidad, por hablar así, a la declaración constitucional de Bolivia como un país “plurinacional”. Al mismo tiempo plantea un sinfín de preguntas sobre la viabilidad, la practicidad y la equidad de los sistemas de gobierno y de administración del país, que a primera vista parecen diseñados para sobre-representar a las corporaciones indígenas en detrimento de los ciudadanos no organizados, sean éstos indígenas o no. Y plantea dudas sobre los efectos que todo esto tendrá en la conflictividad del país, el racismo, la universalidad de los derechos, etc.
¿De la refundación a la reelección?
Para los políticos de oposición todo lo anterior puede ser más o menos discursivo (aunque esta evaluación no toma en cuenta que, en gran magnitud, los cambios retóricos no pueden carecer de efectos prácticos). Para ellos lo que cuenta es otra parte de la Constitución: la que autoriza la reelección continua del Presidente (por un mecanismo de votación que parece “hecho a medida”, pues da la victoria en la primera vuelta al partido con mayoría absoluta o al que gane con más del 40 por ciento de los votos y 10 por ciento de diferencia respecto del segundo) y la parte que manda la convocatoria a elecciones generales tres meses después de la promulgación de la nueva Constitución, de acuerdo a una nueva legislación y bajo la conducción de nuevos órganos electorales. Según la oposición, esto apunta a la perpetuación de Evo Morales en el poder y a esto es a lo que se ha reducido la pretendida refundación del país, porque los demás artículos son muy difíciles de concretar en la práctica. Hay que decir, sin embargo, que esta Constitución no parece pura palabrería. En este análisis, la reelección aparece más bien como uno de los muchos instrumentos que el gobierno pretende usar para acumular poder con un propósito que sin embargo no se agota en el poder mismo, y que pese a su confusión tiene la forma de un programa político. Un programa que no es socialista, en efecto, pero que al mismo tiempo resulta profundamente antiliberal y puede tener importantes consecuencias para el futuro del país.
Preguntitas
UNO
Para Evo Morales: ¿Usted está de acuerdo con la continuidad del proceso de cambio liderado por el presidente Evo Morales Ayma y el vicepresidente Álvaro García Linera?
Para los prefectos: ¿Usted está de acuerdo con la continuidad de las políticas, las acciones y la gestión del Prefecto del Departamento?
Será suceptibilidad mía, pero algo extraño produce leer ambas preguntas, ¿verdad?
DOS
Según el proyecto del gobierno, para lograr la revocatoria se debe obtener “una votación superior al porcentaje de la votación obtenida en la última elección, y un número de votos superior al total obtenido en la última elección”.
Esto significa que a nivel nacional no es suficiente el 50% más uno... y que a nivel departamental es necesario menos del 50% (por los porcentajes obtenidos por el Presidente y los prefectos en las elecciones del 2005).
No sólo eso. Además se necesita obtener más votos que en esa ocasión (en caso de que se llegue al porcentaje necesario pero hubiera menor participación electoral, votos en blanco, etc.).
En el caso del Presidente se necesitaría un voto más de 1.544.374 y, además, que ese número sea superior al 53,74% del total.
Complicado, ¿verdad?
El país dividido sobre la nueva Constitución
Esperanza Huanca, asambleísta norte de Potosí
"Es un pedazo de papel que vale tanto como papel higiénico usado, no sirve absolutamente de nada".
Jorge Quiroga, líder del opositor Podemos
Ya está
En Oruro entre gallos y medianoche (nunca tan bien utilizada esa expresión), con vigías de algunos movimientos sociales que impedían el acceso de otros, cediendo ante los menos e introduciendo artículos para que aquellos no incendien la ciudad, con la oposición demudada, dividida, ineficaz e impotente.
Ya está.
Queda al frente lo que siempre estuvo al frente... otros movimientos sociales, algunas regiones sublevadas, una huelga de hambre masificándose a medida que pasan los días, la radicalización de buena parte de la clase media.
En tanto, el país más dividido que nunca. Sus clivajes regionales, étnicos y económicos profundizándose hasta convertirse en grietas divisorias, en abismos de diferencia y odio.
Las demandas de los sectores que se enfrentan en el ring dejan de ser reivindicativas y comienzan a cobrar caracter estructural... la escalada está en ascenso vertiginoso y lo que vaya a ocurrir en el futuro tendrá que ver más con la fuerza que con la sensatez.
La discusión sobre los contenidos de la Constitución se convierte en una fantasía distópica y en cualquier momento será considerada la línea de división entre opositores y oficialistas (opositores quienes no quieren discutirlos, oficialistas quienes los discuten) ¿Y nuestra Ley fundamental? Bien, gracias. Puestos así no hay muchos caminos de retorno.
Ya está.
El gobierno se jugó por la política de las acciones consumadas, la oposición (no la partidaria, sino la social, corporativa y regional) posiblemente seguirá el mismo camino y, cuando eso ocurra, las pocas oficinas del Estado tomadas hasta hoy en los departamentos opositores, los perros degollados, los conatos de violencia civil, el descontrol territorial y la anomia social serán un pálido recuerdo del escenario catastrófico que puede desencadenarse.
No es la legitimidad de la Constitución la que únicamente se ha puesto en juego (que lo está, y mucho), sino del sistema en el que vivimos los bolivianos por los últimos 25 años.
¿Quedan opciones? Siempre las hay, sólo que cada vez cuesta más pensarlas, proponerlas, impulsarlas.
El símbolo mayor de la decepción puede resumirse en el descontrol territorial: aviones venezolanos que no pueden aterrizar, helicópteros del gobierno que no pueden despegar, grupos que no se pueden reunir en la mitad del país (la otra mitad ansiosa por acogerlos), ciudades sin policía ni ejército que garanticen la seguridad ciudadana, territorios donde rige únicamente la Ley de lynch. En fin, el paulatino deterioro de las normas mínimas de convivencia que debe garantizar el Estado.
Y el dilema ético fundamental, ahí presente, mirándonos: ¿Qué debemos hacer?
¿Referéndum revocatorio en Bolivia?
La búsqueda de una solución política, qué duda cabe, cualquiera que ésta sea, siempre será mejor que el enfrentamiento y el empate catastrófico al que estamos condenados.
De cualquier forma, este salto para adelante propuesto por el Presidente implica tantos riesgos que es difícil contabilizarlos (para no ingresar en una discusión sobre la legalidad de la medida, lo que sería inconducente; o sobre el deseo del gobierno de que la revocatoria sea por un porcentaje mayor al obtenido en las elecciones pasadas, por tanto, en su caso, la necesidad de que quienes se opongan a él saquen 55% y no de 51% para revocar su mandato).
Entre esos riesgos destacan la negativa de la oposición a aceptar el referéndum en tanto no se detenga la aprobación a marchas forzadas de una Constitución de la que pocos saben y sobre la que muchos especulan. Encima, la sanción final se realizaría la próxima semana en Lauca Ñ, territorio cocalero, lo que incluso siendo indulgentes pone en riesgo su legitimidad al ser una zona a la que no puede acceder la oposición. Quizá la pregunta más pertinente no sea dónde se realizarán las sesiones de la Asamblea Constituyente, sino porque no se pueden hacer en gran parte del territorio nacional: el Estado, cada vez más débil (a contrapelo de lo que el propio gobierno propugna) ni siquiera puede controlar su territorio, un elemento constitutivo de la estatalidad.
Evo, además, enfrenta la posibilidad de ser derrotado en algunos departamentos. ¿Qué ocurriría en ese caso? ¿Qué legitimidad tendrían las decisiones del gobierno nacional donde gane la revocatoria? Ese el peligro de departamentalizar el referéndum, lo que Morales considera imprescindible porque también es conciente de que algunos de los prefectos podrían perder en esta vuelta. Pero la oposición no son sólo los prefectos; los cívicos, entidades poco democráticas si las hay, algunas organizaciones sociales y todas las corporativas no formarán parte de esta consulta y seguirán siendo una piedra en el zapato para el gobierno).
En cualquier caso, al margen de la afirmación de principios que se debe hacer sobre cualquier expresión que consolide y profundice la democracia, como el referéndum, quizá el problema principal sea que el gobierno se esté jugando por una carta fuerte pero elusiva y sigue sin encontrar una solución política al verdadero problema que aqueja Bolivia: La Constitución, las autonomías y la inclusión indígena. ¿O pensará que con esta decisión la aprobación de la Constitución no sufrirá más demoras? Evo Morales no es ingenuo y, sin duda, decidió su movida en función al tiempo que le puede otorgar para aprobarla. Medidas como ésta puede que se lo permitan, sin que eso signifique que realmente crea en ellas. La tradicional doble moral política: es bueno si me conviene, malo si no.
La única esperanza que queda es que falta poco para la Navidad y los carnavales. Generalmente los bolivianos en épocas así enfundamos las espadas y festejamos pacíficamente, pobre consuelo el mío, pero todo vale a la hora de ganar tiempo hasta encontrar una solución que nos permita vivir en armonía, crecer y mejorar nuesta calidad de vida. ¿O nos hemos olvidado que esas son las cosas realmente importantes?
Apuntes sobre Venezuela IV
Los cheques de popularidad tienen fondos limitados, una lección que todos los políticos debieran aprender, porque mientras las reglas del juego sean iguales para todos, las batallas serán por imaginarios, y para dirimirlas está la democracia.
Muchas aristas a la hora de sacar cuentas. Que alegres no deberían ser ni para una oposición venezolana, boliviana o ecuatoriana que sigue dividida, que en muchos casos es premoderna y autoritaria (más aún que el propio Chávez); ni, por supuesto, para el chavismo continental que ha perdido esa sensación de invulnerabilidad que otorga el poder cuando uno cree que es eterno, aunque la historia siempre esté ahí presente para reírse de esas desmesuras.
Apuntes sobre Venezuela III
Apuntes sobre Venezuela II
Parte de esta lección rápidamente fue aprendida por Evo Morales por ejemplo, quien plantea ahora que en el referéndum boliviano se vote la Constitución por un lado, y la reelección indefinida por separado (claro, si se llega a destrabar la polarización que mantiene a varias regiones en huelga de hambre, a los prefectos viajando por el mundo pidiendo mediación internacional y a la sociedad más dividida que nunca).
Apuntes sobre Venezuela I
Ahora bien, sin ánimo de parecer aguafiestas, agregaría al profuso análisis de estos días que la derrota de Hugo Chávez obedece sobre todo a sus propios errores antes que a los aciertos de la oposición o de la comunidad internacional. Convengamos que el propio Presidente venezolano fue quien agrupó a sus oponentes detrás de una sola consigna unificadora (no a la reelección indefinida), cuando éstos ni soñaban con un 3 de diciembre de fanfarria.
Venezuela : 10 elecciones en 10 años
Resultados de Hugo Chávez
1998 56,2%
2000 59,7%
2006 62,8%
Referéndum
Resultados del oficialismo
1999 87,85% (Convocatoria a una Asamblea Constituyente).
1999 81,7% (Reforma a la Constitución)
1999 62% (Referéndum sindical).
2004 59% (Referéndum revocatorio de su mandato).
2004 Elecciones para gobernadores y alcaldes en las que ganó el oficialismo.
2005 79% (Elecciones Asamblea Nacional/ ausencia de oposición y abstención 75%).
2007 49,3% (Reforma a la Constitución / derrota de Chávez / 44% de abstención).
(Con datos de Clarín e Internet)
Evo Morales mima al ejército
Para ver el artículo completo pulse aquí
La derrota de Chávez, una lección para Bolivia
Agrupar a todas las fuerzas opositoras detrás de una sola idea (que el propio chavismo entregó en bandeja), unificarlos en definitiva, es una de las principales lecciones que puede sacar del proceso venezolano el gobierno boliviano; la unidad y la claridad en propuestas democráticas integradoras, la que pueden aprender los opositores bolivianos.
Está claro que el principal escollo de Hugo Chávez fue la reelección indefinida (la propuesta más impresentable de todas las que planteó últimamente en su escalada retórica que no dejó títere con cabeza).
Morales debería comprender que ese tipo de propuestas no hacen más que exacerbar los ánimos y coartar la sana alternancia en el poder (que sabiamente contemplaba la anterior Constitución boliviana).
Finalmente, creer que el poder es eterno o que los cheques de respaldo y popularidad que otorga la población tienen fondos ilimitados son otras de las enseñanzas de la jornada del domingo 2 de diciembre.
En el fondo una dosis de humildad para Chávez que seguramente todos sus aliados tendrán en cuenta a la hora de sacar cuentas.
Huelga de hambre en cuatro departamentos bolivianos
Otra etapa más en la escalada de confrontación y polarización en la que está enfrascada Bolivia sin solución ni ganadores a la vista.
Adivine quién gana con todo esto.
Viva la democracia
Respetemos el resultado (sea favorable o desafavorable a Hugo Chávez), porque se habrá expresado la voluntad popular y de eso se trata todo esto. Nada más, pero tampoco nada menos.
Te voy a matar derrota
Nota I
Juan Gelman
te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
noches y días con vos.
me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
te mostraré mi rabioso corazón.
te pisaré loco de furia.
te mataré los pedacitos.
te mataré una con paco.
otro lo mato con rodolfo.
con haroldo te mato un pedacito más.
te mataré con mi hijo en la mano.
y con el hijo de mi hijo/ muertito.
voy a venir con diana y te mataré.
voy a venir con jote y te mataré.
te voy a matar/derrota.
nunca me faltará un rostro amado para matarte otra vez.
vivo o muerto/un rostro amado.
hasta que mueras/
dolida como estás/ya lo sé.
te voy a matar/yo
te voy a matar.
En una entrevista a raíz del premio Cervantes que tan merecidamente ganó la semana pasada, el periodista Vicente Muleiro de Clarín, le pregunta a Juan Gelman:
-Usted en su poesía habla de "rostros de mí". ¿Qué "rostros de mí" se le aparecieron?
-El de mi hijo Marcelo, que también era poeta. El de mi madre que cuando le di mi primer libro, "Violín y otras cuestiones", me habló con un tono como queriéndome reprender pero no le salió. Y me dijo: Te felicito, pero vos sabés que no vas a vivir de esto. Y yo le respondí: no, es verdad, no voy a vivir de esto, voy a vivir para esto.
Opiniones sobre la Constitución Política del Estado
Según Cordero, al interior del MAS existe la percepción creciente de que se cometieron errores y que todo se está saliendo de control. Considera que hay sectores indígenas que están ejerciendo presión sobre Evo Morales, por lo que está asumiendo posiciones y actitudes de ese sector, al que considera su base social de estabilidad. Es por ello que analiza que el ala dura se ha impuesto al interior del oficialismo para sustituir una clase dominante por otra. "Es una Constitución con una fuerte reivindicación indígena, con una representación sobredimensionada de este grupo", dijo.
Urenda coincide en términos más fuertes: "Es una Constitución racista porque viola el principio de la igualdad, que es el principio básico de la democracia y el Estado social y democrático. Otorga el privilegio en base a criterios étnicos y es la primera Constitución de esa naturaleza en el mundo occidental", añadió.
Cordero vuelve al análisis de la base social de Morales y de su entorno. Asegura que hay una fuerte contradicción entre lo que es la mayoría política y la sobreprotección que el texto hecho público por los masistas le da al 60% del país que se considera indígena. "Si ellos fueran minoritarios los fueros y la sobreprotección son para protegerlos, pero como son el 60% de la población, se comerán crudos al resto del país", sentenció.
Costa, por su parte, señala que hay una serie de propuestas que llevarán no sólo a la concentración y centralización de poder, sino a la imposición del criterio de la mayoría, lo que, en su opinión, va en contra del pluralismo.
Fernando Mayorga añade que si bien están los consensos de la Comisión Política Suprapartidaria, no se los ve con claridad, ya que, por ejemplo, se mantiene el artículo 2 de la Comisión Visión de País, que enfatiza en lo plurinacional. "Este tema predomina y se extiende, inclusive para nombrar al órgano electoral (sic). También en la representación política reaparece la representación directa de las 'naciones originarias e indígenas campesinas' mediante circunscripciones especiales, algo que no estaba en los acuerdos, y que además, Evo desechó en una reunión en Sucre", dijo.
Es por eso que asegura que las reglas apuntan a beneficiar a la participación indígena en diversos órganos y eso se mantiene en los regímenes de autonomía territorial donde aparece la autodeterminación.
Costas añade que lo plurinacional existe, pero en estados nación fuertes. Advierte de que en un país donde muchos grupos étnicos se consideran naciones, no reconocen a Bolivia como nación y se les da propiedad sobre el territorio y los recursos naturales renovables, lo único que falta es la libre determinación para convertirse en un Estado.
Urenda, por su parte, también advierte sobre el peligro que corre la actual división territorial.
Dice que al haberse creado hasta cinco niveles autonómicos, sin respetar la voluntad del referéndum, habrá problemas de límites y competencias entre las autonomías municipales y territoriales.
Cordero también recuerda que para aprobar la Constitución Política no sólo votarán los bolivianos en el territorio nacional, sino también los emigrantes. "Para el presidente Morales, el tema de Sucre ha tenido el costo social calculado, porque tiene mucha confianza puesta fuerte al voto del boliviano en el extranjero, que puede equilibrar los internos. Puede hacer campaña afuera, porque el 30% del electorado estará afuera.
El cálculo a Sucre es que no supera los 186.000 electores. Pierde la plaza de Sucre, pero gana en Oruro, La Paz, El Alto y Potosí, lo que garantiza su reelección. Todo está armado para que exista una representación étnica para tener la hegemonía", dijo.
Nueva Constitución Política del Estado
Nueva Constitución Política del Estado
Para leer y discutir.
Por mi parte ni exagerado con eso de que nació muerta, ni optimista con aquello de que es la solución a todos nuestros problemas.
Tambores de guerra
Cierto que los fusiles que portaban eran máuser, que apenas son un puñado de fanáticos y no representan a la gran mayoría campesina e indígena, pero su sola visibilidad, el hecho de que un grupo armado irrumpa públicamente con métodos similares a las del terrorismo maoísta produce escalofríos.
Y si este sacrificio ritual es, desde mi punto de vista, un quiebre en el escenario político boliviano (tanto como las lamentables cuatro víctimas mortales del fin de semana en Sucre); en el ámbito discursivo, la declaración de Alvaro García Linera, previa a la escabechina, son su corolario: "Inicialmente habíamos creído que era posible la construcción del Estado mediante mecanismos de diálogo y pactos… pero la lógica de la razón y de la historia me hacen pensar que, más bien, se habrá de llegar a un momento de tensionamiento de fuerzas... este momento está más cerca de lo que parece", afirmó. Dos días después de esa declaración de principios, Bolivia volvía a estallar.
Los planes B del gobierno y de quienes se le oponen están en marcha. El oficialismo aprobando la constitución a como de lugar (la legitimidad, piensan, será obtenida en el futuro); y la oposición regional y cívica en las calles acusando al gobierno de autoritarismo rampante y llamando a la desobediencia civil.
Y en medio de estos excesos casi disparatados de ambos bandos (porque no se puede acusar al gobierno actual de antidemocrático ni Evo Morales puede ignorar las reivindicaciones regionales) es que el odio irracional se enseñorea sobre los perros de Achacachi y los hombres y mujeres en Sucre en un ensayo de lo que Bolivia puede ser en el futuro: enfrentamiento civil, violencia incontrolable, anomia social y Estado autoritario sin control territorial.
Ahora bien, sería muy simple decir, como en otras ocasiones, que Bolivia siempre camina hasta el abismo para retroceder a último minuto, al igual que es ingenuo pensar que todo se reduce a la lucha entre una región occidental arcaica e indígena y un oriente moderno y dinámico. Desde el punto de vista económico el eje se ha desplazado, pero políticamente los dirigentes cívicos de Sucre como los que encabezan la "media luna" son tan retrógrados como integristas los "ponchos rojos". El clivaje regional puede darles la razón, pero el étnico, los condena. Sin legitimidad popular y con visiones profundamente racistas y balcanizadoras, también ellos suscitan temores transversales en el resto del país.
Estas contradicciones étnicas y regionales mantienen tensionada a Bolivia: ambas irresueltas, ambas en apronte. El gobierno quiere retomar la iniciativa política con la aprobación de una nueva Constitución; y la oposición, refugiada en las regiones, añora el retorno a un statu quo previo a Morales, como si eso fuera posible.
Y como siempre, quienes más sufren con el empate catastrófico no son los que se han alistado para el combate, allá ellos con sus razones, sino la inmensa mayoría que abomina incluso la sola posibilidad de que no haya más alternativas.
(Publicado en La Tercera el 28 de noviembre de 2007)
Canapés y choripanes
Cierto que la Cumbre paralela fue apenas una sombra de los otrora gloriosos actos que la izquierda hacía en Chile y ni siquiera se acercó a uno de los conciertos de música de los muchos que pueblan Santiago por estos días, pero, fiel a la globalización, a Chávez le importa menos quiénes van al estadio que cuántos lo verán por televisión.
Por eso habla por teléfono con Fidel, ¿importa mucho si fue verdadera la conversación o apenas una puesta en escena monumental? Muy poco.
Al verlo, nadie puede discutir la capacidad de Chávez para conmover o para exudar todo el carisma que sus poros apenas contienen. El venezolano hace lo necesario para ser protagonista, su personalidad lo empuja a actuar incluso más allá del personaje, a caricaturizarse. Pero eso es previsible. Recordemos que el jueves pasado el único tema que les interesaba a los cientos de periodistas que se habían dado cita en Santiago era el rumor de que Chávez no vendría a Chile. Creó expectativa, vino… y nadie salió defraudado.
El Rey, en cambio, actuó imprevisiblemente y, al enojarse, se convirtió en el jefe de la campaña bolivariana, porque Chávez es en tanto haya otro dispuesto a enfrentarlo y, en ese juego, uno de los principales comunicadores de nuestro tiempo, el que mejor intuye la lógica de los medios, triunfa. La dignidad es para la política seria y para las reuniones a puerta cerrada, no para los flashes y, cuando los roles se confunden, ocurren episodios como éstos.
Jorge Edwards (en una columna en El País) advertía a Chávez sobre la idiosincrasia chilena y lo que le podía pasar si no se moderaba y hablaba más de lo necesario. Pero Chávez se dirige a un público más vasto que el chileno, y lo hace para fijar su propia agenda continental. ¿O usted escuchó que alguien le preguntara por la represión a las manifestaciones en Venezuela o por la reelección indefinida? Su mayor virtud es hacer que los demás jueguen en su cancha discursiva y esta vez nada menos que su majestad aceptó el desafío.
En el día de la inauguración, se convocó a un grupo de periodistas a una reunión off the record y a celebrar con canapés la diversidad de la región. Mientras esperábamos, uno de los miembros de la comitiva del entrevistado nos decía que hacía mucho frío en la ceremonia inaugural y que para combatirlo se había tenido que tomar tres pisco sour al hilo. Los asesores de Chávez deben beber como todos nosotros pero prefieren no mostrarse en público después de hacerlo.
A esta altura nadie sabe cuáles fueron las conclusiones de la Cumbre. Ese el principal problema de una reunión que está más preocupada de la ritualidad de las cenas y las libaciones que de la comunicación a la opinión pública. Chávez, por el contrario, prefiere su propia agenda, un buen escándalo y algunos discursos encendidos. Incluso Morales optó por jugar al fútbol antes que comer con sus colegas.
El problema es enojarse con ellos por su forma de ejercer la política (que es más moderna de lo que nos imaginamos), y no por las consecuencias de otras acciones, más importantes que ésas, en sus propios países. Pero, puestos a guardar las formas, de aquéllo ni siquiera se habla.
Tiene razón Edwards: en Chile el episodio le costó caro a Chávez, pero hay otros millones de personas en Latinoamérica que ven TV, y si les dan a elegir entre los canapés del Sheraton y los choripanes del estadio, se quedarán con lo que mejor los representa. Comprender esa fórmula ha sido el secreto del éxito de Hugo Chávez.
(Publicado en La Tercera el 13 de noviembre de 2007)
Albañil boliviano es declarado patrimonio histórico de Buenos Aires
La distinción es consecuencia de que Sejas López ha sido "artífice en la recuperación de muchos inmuebles públicos y privados, entre ellos la casa de Carlos Gardel", el cantor de tangos que murió en 1935 y aún es uno de los máximos ídolos de la canción popular.
Sejas nació en la villa Germán Busch, Cochabamba, en 1941, y es hijo de un albañil, de quien aprendió el oficio. Con medio siglo de residencia en Argentina, el maestro de la yesería confesó que desea regresar a Bolivia para transmitir sus conocimientos.
En la actualidad, con 66 años de edad, Sejas López es profesor de yesería en la Escuela Taller del Casco Histórico, dependiente del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Tiene 200 alumnos y "unos 500 en lista de espera", según informó la embajada de Bolivia, en Argentina.
La escuela taller de Sejas participa en restauraciones de inmuebles famosos. Sus alumnos aprenden varios oficios para evitar el desmoronamiento del patrimonio arquitectónico de la capital federal argentina.
"El profesor no da clases sentado sino trabajando al lado de sus alumnos", dijo la alumna Paula Lanza. El ministro consejero de la embajada, Sixto Valdez, aseguró que el acto será un reconocimiento a todos los albañiles bolivianos que desde hace más de medio siglo emigraron a la Argentina.
La cultura rentista
Estos recursos se destinarían a pagar una renta vitalicia a los ancianos mayores de 60 años, reemplazando una ya existente creada por el gobierno de Sánchez de Lozada como parte de la capitalización que realizó a finales de la década del ‘90 (la venta del paquete mayoritario de las empresas estatales y el uso de las utilidades del resto de las acciones, propiedad de los bolivianos, para pagar una renta anual de jubilación llamada Bonosol).
Esas utilidades nunca fueron como se esperaban, lo que sumado a la nacionalización de los hidrocarburos, hicieron que el Bonosol se tornara inviable. Para reemplazarlo, el gobierno plantea obtener el dinero recortando los ingresos de las regiones.
Se trata de una medida de corte profundamente social (Sánchez de Lozada vivió muchos años de su popularidad), ¿quién puede oponerse a que los ancianos indigentes reciban 300 dólares al año?, pero la “media luna” argumenta que se trata de una política que sólo busca saldar cuentas con los opositores.
Ahora bien, a diferencia de antaño, el eje La Paz–Oruro–Potosí (alrededor del cual se instauró esta cultura), basado en la minería y mirando al Pacífico, ha perdido importancia y ha sido desplazado por un eje agrícola y otro gasífero en el oriente y sur bolivianos, que tienen sus ojos puestos en el Atlántico. Actualmente ambos son responsables del 70% de las exportaciones totales del país.
Evitar que esta situación se consolide y haga irrelevante políticamente a la región andina fue una de las apuestas de Evo Morales desde un inicio, por eso es ingenuo atribuir sólo a errores políticos su oposición a la descentralización y a las autonomías.
¿Llegó el momento de ahogar económicamente a la “media luna”? ¿El horno está para esos bollos? Un nuevo liderazgo y un desarrollo económico distinto plantean dos formas de ver el futuro de Bolivia, y esas agendas provocan acciones en una escalada de difícil pronóstico.
Hace unos días el ejército hizo una operación comando para “tomar” el aeropuerto de Santa Cruz, lo que fue duramente resistido en esa ciudad, por lo que Morales tuvo que dar un paso al costado, pero este nuevo enfrentamiento por los recursos de los hidrocarburos promete ser aún más duro.
Ahora bien, sería una lectura muy simple pensar que todo se reduce a la lucha entre una región occidental arcaica e indígena y una región oriental moderna y dinámica. Desde el punto de vista económico es probable que el eje se haya desplazado, pero políticamente los dirigentes cívicos que encabezan la “media luna” —ante la ausencia de liderazgos políticos—, son tan retrógrados como integristas algunos miembros del gobierno.
Los movimientos cívicos, sin legitimidad popular y con visiones profundamente racistas y balcanizadoras, suscitan temores transversales y fundados en el resto del país. Para muchos de ellos, Morales es un “indio ignorante” incapaz de gobernar. Lamentablemente en sus regiones nadie sale al frente de ese discurso por temor a ser tildado de progubernamental, lo cual impide que el liderazgo económico se traduzca en un liderazgo político que responda a los problemas nacionales.
Puesto así, el panorama no parecería llevar a ningún desempate, por tanto, unos y otros prometen seguir mirándose a sí mismos, quizá negociando para que no haya enfrentamientos violentos (la última línea que nadie quiere cruzar); farreándose los recursos del boom económico que, de declinar, ocasionará que comiencen a replantearse nuevamente cómo repartir una renta cada vez más pequeña entre cada vez más comensales.
La marcha peronista
Quizá una de las canciones más conocidas para los argentinos sea la marcha peronista, aquella que popularizó Hugo del Carril y que acompañaría buena parte de la historia contemporánea de ese país. Como es de suponer no estuvo ausente en el festejo de Cristina Fernández el domingo pasado y fue el estribillo que coreó con insistencia el público que la ovacionaba (“los muchachos peronistas, todos unidos venceremos…”).
Octubre es un mes peronista (por el 17, considerado el “día de la lealtad”); cuando está soleado, se trata, cómo no, de un “día peronista”; y, por supuesto, si no eres “compañero”, eres “gorila” (antiperonista, algo así como momio en Chile, pero mucho más transversal). La prensa americana fue la que mejor definió esa elección y en lugar de comparar a Néstor Kirchner y Cristina Fernández con los Clinton, lo hizo con Perón y Evita.El peronismo —dicen los argentinos— no puede ser entendido por extranjeros; buena parte de la literatura Argentina que habla sobre el país (o sea, toda su literatura), contienen prevenciones en ese sentido, las que pueden sonar a xenofobia, pero que quizá sea una estrategia de sus intelectuales para diferenciarlo, de movimientos fascistas y corporativos en un inicio, o del neoliberalismo y del populismo después, que por todo eso transcurrió el justicialismo; así, los únicos que sitúan el peronismo dentro de la teoría política son sus opositores y, por supuesto, nosotros los extranjeros. En cualquier caso es una frase digna de la idiosincrasia rioplatense, una marca registrada.
Si bien la elección de una mujer presidenta en Argentina es tan trascendental como lo fue en Chile (lo cual confirma aquello de que la única revolución exitosa del siglo XX fue femenina), es igual de relevante la vigencia del peronismo (y ese gusto a interna partidaria que tiene su democracia).
Primer dato entonces, ganó una mujer. Pero en segundo lugar ganó nuevamente el peronismo y por mucho (con las excepciones de las grandes capitales como Buenos Aires, ciudad que varió entre la derecha y la izquierda en cuestión de meses y que es otro fenómeno por explicar).
Por ello Chile es el país en el que primero piensan los políticos argentinos a la hora de hacer un balance de la elección, y quizá a eso se deba la conversación de Lagos con la Presidenta electa sobre continuidad y discontinuidad en la transición, curiosamente un tema presente en todos los discursos postelectorales de Fernández.
Desde el punto de vista histórico lo más trascendente es que haya dos mujeres presidentas en países vecinos, pero en términos de gestión los argentinos miran a la Concertación y a Bachelet, sea para crear un instrumento así, tarea que podría estar en manos del Presidente saliente; sea para que su gestión sea mejor y se aprenda de sus errores… o para que fracasé, visto desde la oposición, no sólo por machismo que lo hay y mucho, sino por necesidad política.
El “tópico es tan recurrente que muchos ministros (argentinos) se han convertido en glosadores de la gestión Bachelet”, afirmaba hace unos días Mario Wainfeld en Página/12. Las explicaciones sobre el bajo performance de Bachelet van en muchos sentidos: desde su decisión de innovar en su primer gabinete, hasta que seleccionó gente sin experiencia; pasando por el abuso de compañeros “setentistas”, hasta la existencia de un núcleo liberal muy influyente. En fin, para todos los gustos.
Eso en la columna del debe, pero en la del haber, ¿quién ha sido capaz de reinventarse a sí mismo, ofrecer liderazgos, lecturas o, como dijo Cristina Fernández, “relatos” que expliquen y proyecten a un país? Así, y para decirlo en broma, lo único realmente argentino que va quedando del peronismo es la marchita (¿dónde más sino?).
Walter Chávez, "el Juguete Rabioso" y el "Clan Molina"
Su ensañamiento personal con la mayor parte de los periodistas e intelectuales de ese entonces (que no con los políticos a los que trataba con guantes de seda en una relación nunca del todo aclarada), lo convirtieron en una figura rutilante e influyente: nadie quería ser víctima de su odio y por eso todos lo frecuentaban.
Criticó a todo y a todos sin mesura, no por independencia sino por una sombra paranoica, sociopática de ésta. Resentido, Chávez aprovechó su pluma para ser la némesis de su propio talento.
Alguna vez me acusó de corrupto y plagiador, lo que siempre me pareció ridículo, había y hay muchas cosas para criticar de mi vida pública de entonces, pero esas eran las más disparatada.
Me puso una vez en la tapa de su revista en un organigrama en el que reconstruía mis relaciones (todas absolutamente ciertas), pero contextualizadas como si fueran las de un delincuente, más cercano a un padrino de la mafia que a la familia común y corriente de clase media con vínculos intelectuales y políticos a la que pertenezco.
Días después de que se publicara, el Ministro de Gobierno me envió un sobre (yo en ese entonces era Director de Comunicación del Gobierno de Sánchez de Lozada). En ella estaba la documentación que lo acusaba de haber cometido delitos de terrorismo (Chávez es peruano y participó activamente en la época más negra que vivió su país, se le atribuye ser miembro del MRTA, haber extorsionado a varios empresarios pidiéndoles rescates y no sé cuántas otras cosas más).
Dudé mucho sobre qué hacer con esos documentos. La mayor parte de las personas con las que consulté el tema me dijeron que debía publicarlas, que Chávez se lo merecía.
Tenía a mi disposición todo el aparato de comunicación estatal, los vínculos con medios privados que permitían un cargo como el mío y, por supuesto, mucha rabia. Pero creía y creo en ciertas cosas. Entre ellas que muchos peruanos habían sido procesados por terrorismo sin ninguna prueba; que si bien me había calumniado de la peor forma posible, si bien trabajó abiertamente en mi contra y escribió las infamias más zafias que haya leído, no merecía que se utilizaran los mismos argumentos en su contra, porque eso significaba rebajarse a su nivel y, por tanto, corromperse.
Finalmente, pensé que la libertad de expresión siempre debe inclinar la balanza en una situación así. Curioso porque una de las principales críticas que lanzó en mi contra fue que era enemigo de ella (una vez se cortó por unos minutos la transmisión de la televisión estatal durante la intervención de un diputado del MAS. Fue la impericia de un técnico que, por supuesto, fue despedido… pero el mal ya estaba hecho y de nada valieron las explicaciones, con Chávez éstas no existían. Nunca ordené esa acción, estaba en contra de mis convicciones primarias).
Años después de todo esto, lejos ya del ruido de la política e incluso de mi país, me entero que el gobierno de Alan García pidió la extradición de Walter Chávez por los mismos delitos de entonces, y que eso lo llevó a renunciar de su cargo como asesor del Ministro de la Presidencia de Evo Morales.
Esa noticia me llevó a escribir estas líneas. Nunca había comentado públicamente ninguno de estos temas, no quise hacerlo entonces en medio del fragor político, pero lo hago ahora porque los recuerdos se agolpan en mi memoria y porque estoy seguro de que en ese entonces, al no denunciar a Chávez, me salvé a mí mismo.
Rituales políticos y discriminación
Antaño, la presencia de Fidel Castro podía significar su éxito o fracaso (los reyes son figura puesta porque la Cumbre la organiza España), hoy ese espacio ha sido llenado por otros líderes carismáticos. Imagínese la Cumbre sin la presencia de Hugo Chávez: podría ser sustanciosa pero le faltaría sal y pimienta.
Quizá una explicación para la expectación que levanta donde quiera que vaya el venezolano es que se ha apropiado de elementos centrales de la comunicación política moderna: La mediatización y espectacularización de la política (por ejemplo su programa “Aló Presidente”, ubicuo y desterritorializado y con un claro sentido global); y los rituales políticos tradicionales que inserta en una gramática simbólica y trascendente (los actos y mítines donde hace referencia a la nación, la patria, al hombre nuevo, etc.).
Cuando llegue a Santiago, Chávez participará en dos de estos rituales: la Cumbre Iberoamericana, y la Cumbre por la Amistad e Integración de los Pueblos que organiza la izquierda. Ahora bien, protagonizarlos no da credenciales progresistas, y esta es la segunda idea que quería comentar.
Fijémonos sino en lo que dijo el venezolano en uno de sus espectáculos de prestidigitación política más recientes: “Si la oligarquía logra derrocar o asesinar a Evo, el Gobierno venezolano, los venezolanos, no nos vamos a quedar de brazos cruzados… sería entonces… el Vietnam de las ametralladoras, de la guerra”.
En una lectura lineal hasta podría evocarse en estas palabras la solidaridad y el internacionalismo revolucionario, a un Chávez que quiere “ser como el Che” y sacrificar su vida por la causa; nadie podría estar más de acuerdo con él en la defensa de la democracia boliviana. Pero si uno escarba nota que las suyas no parecen las palabras de un igual, de un camarada (ni siquiera las de un cómplice).
Como le gusta reiterar, Chávez se la pudo cuando hubo un golpe en su país, en cambio Evo lo necesita. Si existe una plan de desestabilización, los venezolanos podrían conjurarlo, los bolivianos no. Pobrecitos, necesitan ayudan incluso para ser felices, hay que obligarlos a ser libres.
“Evo no es un bruto”, afirmó Chávez para mostrarle su solidaridad, pero la ironía es que al decir esa frase se encuadra en un discurso discriminador. ¡Qué diferencia con otros presidentes que discrepan con Morales pero que lo consideran igual a ellos!
Por eso cuando los revolucionarios de toda laya asistan a la USACH a ver a los personajes de esta historia, no deberían perder de vista la perspectiva: mucha ritualidad de izquierda, mucho espectáculo, pero a la hora de la política, la visión de Chávez sobre los bolivianos es más racista que la de los fantasmas que dice combatir.
La Nelly
La Embajada de Bolivia en la Argentina le hace conocer que las historietas cómicas bajo el nombre de "La Nelly", cuyo autor es Langer y Rubén Mira, (...) han generado una profunda molestia en la colectividad boliviana residente en Argentina, en el pueblo boliviano y en el gobierno de mi país.(...)
1. En dichas tiras cómicas se dice que Bolivia es "capital" de Irán. Y esto no lo aceptamos. Bolivia es un país soberano, digno, libre y democrático, que tiene un presidente indígena, que llegó al gobierno con el 54% del respaldo popular.(...)El caricaturista de "La Nelly" tiene la libertad para emitir una visión sobre las relaciones internacionales de los países. Pero debe saber que Bolivia es un país libre para firmar acuerdos con cualquier nación buscando la paz y el desarrollo.El presidente Morales está en contra de las armas, el terrorismo, el narcotráfico, la violencia, el uso de la tecnología que acaba con la vida. Por ello propuso que en la nueva Constitución política -que está siendo redactada- se elimine "el derecho a la guerra" y no se permitan las bases militares extranjeras.En Bolivia se está trabajando por la vida y no por la muerte. La vida resultado del respeto a las leyes y a la naturaleza; la paz fruto de la justa distribución de los recursos económicos y naturales; la inclusión de los que eternamente fueron marginados del acceso a la tierra, a la salud, a la educación.
2. "Les bloquearemos sus puertos, es otra de las frases que aparece en las caricaturas. Se da a entender que Bolivia tiene mar. Usted sabe que mi país no cuenta con una costa marítima desde hace más de un siglo y que hoy tiene la esperanza de volver a los puertos, a través de diálogo pacífico y diplomático. Burlarse de un tema sensible y patriótico como la mediterraneidad es inaceptable.
3. Insistentemente, el caricaturista utiliza la palabra "chola" que en Bolivia tiene una connotación racista, despectiva y humillante. ¿No será que más allá del significado semántico de dicha palabra, el humorista tiene una intencionalidad xenófoba? Cuando el humorista dibuja a mujeres bolivianas desnudas y un militar desde un barco les dice: "Sal de ahí chola" o "Dale, loca, aflojá", se entiende como un desprecio a los inmigrantes indígenas.En muchas culturas, mostrar a una persona desnuda es sinónimo de castigo, es una humillación.(...)
4. Para referirse a las bolivianas que se dedican a la venta de hortalizas, se inventa el nombre de Asociación de Verduleras Bolivianas Argentinas (AVBA) que se puede parafrasear al ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas que con todo derecho y libertad suscribió Bolivia.
5. Se usa la frase: "Claro, gracias a los inspectores de migraciones y de la AFIP, experiencia en combate cuerpo a cuerpo tienen bastante...". ¿El caricaturista no está buscando poner en duda la moralidad y honestidad de las mujeres inmigrantes bolivianas?
6. Se habla del "eje del mal en el Río de la Plata". ¿Con esto se pretende decir que los bolivianos residentes en este país somos malvados? (...)
7. Ey, cholas", es otra de las frases de desprecio que usa "Langer y Rubén Mira". Pareciera que con esto se busca responsabilizar a los bolivianos de la elevación del precio del kilo de los tomates (...).La Embajada de Bolivia espera que el autor de estas ofensivas historietas cómicas se disculpe ante la comunidad boliviana y no descarta asumir las acciones que el caso aconseja, además de denunciar el hecho a nivel nacional e internacional.
M. C. Sixto Valdez Cueto
Encargado de Negocios Embajada de Bolivia
La respuesta del periódico Clarín
Protesta sin argumentos
Ricardo Kirschbaum (editor general de Clarín)
El encargado de Negocios de la Embajada de Bolivia se ha dirigido a Clarín, en nombre de la colectividad y de su gobierno, para protestar por el contenido de la tira cómica "La Nelly" de Langer y Mira que publica este diario. El diplomático encuentra agravios en la sátira, discriminación en la forma de presentar el personaje de Catalina (la verdulera boliviana que dialoga con Nelly), ironía porque un marino de EE.UU. cree que Bolivia es la capital de Irán (una evidente mofa de su ignorancia) y, entre otros argumentos desopilantes, hasta de una sospecha de denigración de la iniciativa bolivariana (ALBA) porque se parece mucho al acrónimo AVBA (Asociación de Verduleras Bolivianas), creada por los autores de la tira. La nota, cuyo texto se publica hoy, fue dirigida a quien firma esta columna. Simultáneamente, fue enviada a agencias internacionales, quizá por la urgencia que parecía tener el diplomático de difundir su protesta antes de que pudiéramos conocer su contenido. Su lectura exime de mayores comentarios y demuestra que quien firma la protesta no entiende de lo que se trata. Los autores de la tira dicen que "quienes leen día a día La Nelly saben que nuestra tira es satírica y es irónica. Conocen a Catalina (...), uno de sus personajes más exitosos y completos. Ella es inteligente, culta, audaz, informada. Todo lo contrario del estereotipo discriminatorio". Es una lástima que el diplomático haya hecho una lectura lineal de una sátira y haya confundido el absurdo con la realidad. Su advertencia sobre que la libertad no debe dar lugar al libertinaje es una muletilla totalitaria usada por quienes desconocen el significado real de los valores que dicen defender en su retórica ideológica.
La respuesta de los autores
Tanto dolor que hace reír
Sergio Langer y Rubén Mira
"Tanto dolor que hace reír". La frase pertenece a un tango pero bien puede ser pensada como una definicion de sátira. La sátira suele tener un trasfondo doloroso. Está inspirada en la injusticia y, muchas veces, en el absurdo de nuestra vida cotidiana. Quienes leen día a día La Nelly saben que nuestra tira es satírica y es irónica. Conocen a Catalina, la vendedora boliviana, uno de sus personajes más exitosos y completos. Ella es inteligente, culta, audaz, informada, todo lo contrario del esterotipo discriminatorio. Saben también que los lazos que la unen a Nelly son de amistad y de convivencia cotidiana, modelos positivos de integración. Estos son los modos y los contenidos que encontramos para incorporar, por primera vez en una historieta masiva, la presencia de Bolivia y su gente en Argentina. Pero nuestra tira no recorre senderos lineales. Buscamos atrapar lo complejo de cada situación de la realidad que abordamos. Eso, creemos, es lo que merece la inteligencia de nuestros lectores. Hoy estamos atrapados en un lamentable desencuentro. Un momento más de este tiempo de absurdos tales como la incompresión y el totalitarismo, de ese dolor que impulsa nuestro trabajo, aunque siempre elegimos para expresarlo el camino de la risa.
Otras opiniones argentinas
Yoko Ono y el Eje del Mal
Ricardo Roa
¿Alguien puede creer que Bolivia es la capital de Irán? Lo puede decir uno de los personajes de La Nelly, como el último lunes en la contratapa de Clarín. Pero el encargado de Negocios de Bolivia aquí se lo toma en serio. Y a partir de allí saca conclusiones y refuta, como si no fuera claro para todos que se trata de un disparate de historieta.El señor Valdez Cueto dice por ejemplo que el suyo es "un país soberano, digno, libre y democrático". Todo lo cual es cierto. Absolutamente cierto. Lo falso es su punto de partida: en La Nelly no hay otra cosa que una sátira y chistes surrealistas.En la tira, el mismo personaje desde la cubierta de un submarino atómico norteamericano promete que "le van a bloquear los puertos de mar" a Bolivia. Muchísimos argentinos saben que Bolivia perdió su salida al mar y lucha por recuperarla. Pero de nuevo el señor Valdez Cueto toma al pie de la letra lo que es otra humorada y dice en un tono solemne de documento oficial que su país "tiene la esperanza de volver a los puertos a través del diálogo pacífico y diplomático". No hay por qué dudar de esto. Si hay un submarino y un bloqueo sólo existen en la historieta.Otro personaje de la ficción, desnuda y sobre un bote repleto de verduras, se enfrenta a la tripulación del submarino y grita: "Soy la Yoko Ono boliviana y ésta es la AVBA, Asociación de Verduleras Bolivianas en la Argentina". Y el señor Valdez Cueto encuentra en la sigla AVBA una alusión a la ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas). Y sostiene, otra vez ampuloso, que su país firmó este pacto "con todo derecho y libertad". Sólo él puede imaginar una conspiración semántica así. Y hay más. Valdez Cueto dice que en la tira se habla del "Eje del Mal en el Río de la Plata". Y es verdad. Pero ¿a quién se le puede ocurrir que "con esto se pretende decir que los bolivianos residentes en este país somos malvados?". A Valdez Cueto.Lo que se cuenta en La Nelly es un disparate deliberado. El problema es que Valdez Cueto se pone al mismo nivel.
La ruta de Che
En La Higuera sólo hay dos médicos que atienden a los campesinos y a todos quienes viven de las pequeñas microempresas montadas alrededor del Che, ambos son cubanos.
En los últimos meses se han escrito decenas de reportajes sobre estas paradojas, sobre esa "Ruta del Che" plagada de cubanos hoy como hace cuarenta años.
Si algo le debe Bolivia a Guevara es visibilidad (y si algo debería criticarle es el sentido maximalista de la política que trajo aparejado con su muerte).
Pero puede notarse que a diferencia de antaño, los relatos sobre esa Ruta ya no se detienen tanto en su carácter revolucionario o en la devoción mística de los campesinos hacia el guerrillero (lo cual siempre me produjo envidia: yo no la sentí, ni ahí ni en ninguna otra parte de Vallegrande, apenas legítima estrategia de supervivencia, servicio al turismo revolucionario: ¿Qué quiere saber y cuánto me paga por la historia? Y uno escucha lo que quiere oír y el otro dice lo que uno quiere escuchar).
Escribo esto porque en el 40 aniversario de su muerte, muchas de las miles de publicaciones que se sucedieron en el mundo hicieron énfasis en el Che antes del mito (como si esto pudiera hacerse, o mejor, como si esto no fuera más que otra forma de mitificarlo). Estuvo de moda el abordaje humano, se encargaron de ventilar su vida privada y se buscaron sus dotes como escritor, poeta o amante, quizá sencillamente porque demasiados ya habían demostrado su déficit como militar, político o estratega. La consigna parecería haber sido humanicemos al Che que como político envejece.
Un periodista de la BBC llegó a afirmar que hay tres motivos para entender la vigencia del Che, uno de ellos es que era joven y bello. El héroe de la izquierda mundial, el icono global, la despiadada y fría máquina de matar, el romántico de izquierda que entregó su vida por sus ideas o como quieran llamarlo, da para todo.
¿Qué significa hoy ese Che de carne y hueso que no se cansan de criticar las publicaciones conservadoras? Difícilmente algo que no esté dicho ya en la famosa foto de Alborta en la lavandería, Guevara muerto y con los ojos abiertos, casi sonriente.
¿Qué significa hoy ese Che mítico del que abominan las publicaciones de izquierda? Nada que no se encuentre en el retrato de Korda, el de la boina y la melena (junto a la coca-cola los íconos más reconocible del siglo XX).
De Omar Sharif para acá, el cine siempre se equivocó con el Che, la fotografía fue la única que pudo asumir la densa complejidad del personaje.
Quizá por eso en el siglo XXI, en la era del homo videns, el Che nos resulta anticuado: quien está dispuesto a morir por una idea está dispuesto también a matar, y eso hoy es impresentable… menos en algunos lugares del mundo. Por eso recién hoy, cuarenta años después, uno entiende porque Guevara escogió Bolivia para su aventura, quizá esos cubanos, financiados por Chávez que curan bolivianos, sea la demostración más palpable de que esa elección no fue el error más estrepitoso de su vida.
(Publicado en La Tercera el 12 de octubre de 2007)
El sexo de las piedras
El canciller explicó que los aimaras no se asustan cuando los niños trabajan en la comunidad. "Los niños tienen que trabajar, tienen sus responsabilidades desde temprana edad". Choquehuanca señalo que en la cosmovisión aimara el hombre no es el centro del universo: "Para nosotros lo más importante no es la plata. No estamos de acuerdo con el capitalismo. Para nosotros lo más importante tampoco es el hombre.
Tenemos coincidencias con el socialismo y buscamos también satisfacer las necesidades materiales y espirituales del hombre". Según el canciller "el hombre está en el último lugar. Primero están las estrellas, las plantas, los animales, las piedras. Las piedras hasta sexo tienen para nosotros. Hasta edad tienen. Hay piedras abuelo y piedras niño".Choquehuanca explicó que "Camiri -término aimara- es una persona que vive bien. En quechua camiri es cápac. La palabra rico y la palabra pobre no existen en nuestra cultura. La palabra raza tampoco. Por eso recordamos el 12 de octubre como el Día de la Raza, porque un 12 de octubre de 1492 llegó el racismo a este continente".
Irán en América Latina: La gira de Ahmadineyad
Ahmadineyad no viene a participar de una reunión global como lo hizo en Nueva York, o a manifestar sus convicciones como en la charla que impartió en la Universidad de Columbia (y que habla muy bien de esa institución), sino para establecer vínculos cada vez más estrechos y permanentes con ambos países, que contemplan desde inversiones hasta cooperación en programas energéticos, y gatillan su ingreso en un conflicto mundial del que se habían mantenido al margen.
Actualmente Irán es una de las principales preocupaciones políticas y de seguridad internacional: Francia no dudó hace unas semanas en decir que había que estar preparado para lo peor (la guerra) con ese país, y se han publicado extensos artículos sobre los planes bélicos de EEUU (junto a una crítica detallada de cada uno de ellos, sobre todo porque incluyen todas las opciones posibles, entre ellas la nuclear, pero en los cuales brillan por su ausencia la moderación y el sentido común).
No hay que olvidar, además, que la visita complica el panorama regional porque Irán está fuertemente enfrentado a Argentina por el atentado terrorista contra la AMIA (una asociación judía), que costó la vida a 85 personas en 1994. Ayer nuestros vecinos decidieron llevar el caso ante la ONU, lo cual incrementará una escalada diplomática entre ambos países que ya tuvo perlas como las declaraciones del representante iraní en Buenos Aires quien dijo hace unos días que si ocurre lo que ocurrió “muchos países entenderán que Argentina está a favor de la guerra”.
Por tanto, el flirteo de Venezuela y Bolivia (dos naciones cercanas a la Argentina), con Irán no puede ser entendido sino como parte de una estrategia de expansión y liderazgo continental que está construida sin importar nada más que la oposición a los EEUU.
Y de los dos, Venezuela lejos se lleva la mejor parte, convirtiéndose para países como Bolivia en un "nuevo imperialismo" (o si se quiere en uno alternativo) si nos atenemos a las connotaciones que tuvo el término antaño: dependencia económica, influencia ideológica, en fin, la etapa superior del capitalismo al decir de Lenin, y por tanto su cara más decrépita.
Es que a medida que la influencia de Chávez crece, Bolivia se aleja de los EEUU y aprueba delicias como la imposición de visa a los norteamericanos, incrementa la producción de coca o critica duramente la cooperación de USAID acusándola hasta de conspirar en su contra.
Este clivaje esquizofrénico entre Venezuela y EEUU es el motivo para que este jueves Morales reciba a Ahmadineyad e inicie por primera vez relaciones diplomáticas con una teocracia fundamentalista que tiene antecedentes tan funestos en este lado del mundo.
No es raro, entonces, que los norteamericanos comiencen a preocuparse en serio, tanto, que su embajador en Bolivia pidió a Evo Morales rechazar el programa nuclear iraní, entre otras cosas porque los persas patrocinan el terrorismo. Adivinen cuál fue la respuesta que recibió.
Carlos Mesa: “Con Chile no me arrepiento de nada”
El ex Presidente boliviano mantiene esa característica que lo hizo famoso: habla de corrido, no dubita ni se equivoca. Eso sí, parece más enérgico que hace unos años y si bien no nos responde a la pregunta sobre los rumores de que prepara su retorno a la vida pública, sí se explaya largamente sobre su política exterior cuando era primer mandatario y se enfrentó con Ricardo Lagos en aquel ya famoso duelo verbal.
Afirma que jamás pensó en la obviedad de "tú me das mar y yo te doy gas"; y considera que hoy Evo Morales y Michelle Bachelet no estarían haciendo lo que están haciendo si él no hubiera reposicionado el tema con firmeza.
Dice que no se arrepiente de nada de lo que hizo. Eso sí, cree que los chilenos apuestan a ver si Evo es capaz de convencer al pueblo boliviano de que postergue la soberanía por un enclave territorial ("No descarto que nos hagan comer ese pastelito", bromea). Pero también se pregunta si Morales no se dará cuenta de que podría estar vendiendo la herencia boliviana por un plato de lentejas.
En esta entrevista concedida en su despacho de la ciudad de La Paz —y que es parte de una investigación que los autores realizan para la Universidad Diego Portales que será publicada próximamente—, Mesa declara que obligó a Chile a reconocer que había un problema pendiente, pero jura que nunca utilizó el tema para ganar popularidad.
Y, por si fuera poco, confiesa que la presión más fuerte que recibió para que no avanzara ni un milímetro con Chile fue la de Evo Morales, cuando el actual Presidente boliviano estaba en la oposición, y que Chile necesita desesperadamente energía y la conseguirá al costo que sea.
Muchos sostienen que Bolivia y Chile pasan por un buen momento en la relación bilateral. ¿Cómo evaluaría el proceso de negociación que están protagonizando ambos gobiernos?
Chile, que tiene una mirada sagaz en política internacional, se ha dado perfecta cuenta de la legitimidad que Evo Morales tiene en Bolivia y, por lo tanto, de la capacidad que tiene para llevar adelante iniciativas que ningún otro presidente de nuestra historia tuvo en el pasado.
Creo que Chile esta llevando adelante una ofensiva diplomática muy fuerte para lograr su objetivo fundamental: conseguir energía de Bolivia en un plazo razonablemente corto. Y (sabe) que el único presidente que puede hacerlo sin sesión de soberanía es Evo Morales.
Desde otra óptica, creo que Evo es consciente de que la cereza de la torta de su legitimidad y de su paso por la historia sería resolver definitivamente el problema bilateral con Chile. Mi impresión, sin embargo, es que la política exterior boliviana actual carece de la experiencia, del conocimiento histórico y de los elementos suficientes como para comprender en profundidad el problema y saber si lo que se está haciendo es vender la herencia boliviana por un plato de lentejas.
Mi impresión es que Chile está negociando algo que se parezca lo más posible a la soberanía sin ser soberanía, para que Evo Morales pueda decir a los bolivianos que lo ha conseguido.
Yo en esto mantengo mi posición, yo sigo pensando que nosotros, como nunca en nuestra historia, tenemos un instrumento de negociación de un poder incontrastable que se llama energía y que en ningún caso debiéramos llegar a un acuerdo con Chile que no sea a cambio de soberanía.
El concepto de soberanía, sin embargo, debiera ser matizado. No es una visión de soberanía decimonónica, es la comprensión de que la herida se cierra cuando Chile le da soberanía a Bolivia. Inmediatamente después negociamos lo que sea necesario: una administración tripartita, un manejo compartido de recursos, eliminación del concepto de fronteras si se rompiera la chileno-peruana; un conjunto de cosas…
Pero no veo en ningún caso que Chile haya cambiado un milímetro su postura. Lo que Chile tratará es hacernos creer a los bolivianos, a través del presidente Morales, que lo ha hecho.
Se ha dicho que su gestión de gobierno fue el peor momento en la relación bilateral, por los enfrentamientos verbales que hubo, por el plebiscito y por su política de gas por mar. ¿Usted sigue defendiendo esta postura como la más adecuada para Bolivia?
Primero que nada, es un disparate decir que fue el peor momento de las relaciones boliviano chilenas, ¡por Dios! No sé si recuerdas que se rompieron relaciones y no las rompí yo.
A mí no me da pena que Chile piense o diga lo que tiene que decir porque es parte de su política exterior, a mí lo que más pena me da es que los bolivianos siempre caigamos en la trampa planteada por la lógica informativa e interpretativa de Chile. Por el contrario, yo afirmo que nosotros como gobierno reposicionamos de una manera muy importante la reivindicación marítima. La colocamos como nunca en el pasado en el ámbito internacional. No existe ningún antecedente de una Cumbre en la que estuvieron todos los países del hemisferio, en que un presidente boliviano pusiera sobre el tapete un hecho que obligó al presidente de Chile a reconocer que había un tema pendiente entre ambos países… Obligó a una ofensiva diplomática chilena para tratar de revertir el éxito que Bolivia tuvo en mostrarle al hemisferio y al mundo que había un problema que estaba entorpeciendo la integración. Y obligó a intelectuales, medios de comunicación y opinión pública chilena a repensar si era correcto lo que estaban haciendo con Bolivia.
Yo sostengo que la política que defendí, fue y es un éxito. Evo Morales no estaría haciendo lo que está haciendo hoy, y la señora Bachelet no estaría haciendo lo que está haciendo hoy si previamente Bolivia no hubiera reposicionado el tema.
Los gobiernos anteriores plantearon algo que no funcionó: ‘vamos a hacer negocios, vamos a hacer que nuestras economías avancen y eso nos acercará al mar’, no ha habido tal cosa.
Pero usted planteó la política de gas por mar…
Política de gas por mar... yo puedo ser estúpido pero no tanto. Quien conozca la historia de Chile sabe que si yo chantajeo a Chile y le digo tú me das mar y yo te doy gas, la respuesta va a ser siempre no.
El concepto de la política exterior boliviana planteada en el referéndum fue “vamos a utilizar el gas como un instrumento de negociación para reconquistar el mar”. ¿En qué dirección? En la dirección de un acercamiento bilateral con el Perú, y la exportación del gas boliviano a México y Estados Unidos por el Perú…
Yo jamás pensé en la obviedad de “tú me das mar y yo te doy gas”. Había que hacer un trabajo de integración mucho más profundo con el Perú. Mi política exterior estaba mucho más vinculada a convertir a Perú y Bolivia en una alianza energética estratégica que obligara a Chile a cambiar su lógica con Bolivia. No pudo ser porque las élites bolivianas y peruanas no nos acompañaron, porque Perú no leyó adecuadamente las cosas y porque yo en el momento en que hice el acuerdo con Perú no pude contar con la aprobación de la Ley de Hidrocarburos.
En Bolivia, entre los historiadores y diplomáticos —y sobre todo entre estos últimos—, hay corrientes pro chilenas y pro peruanas. Hay gente que dice que usted es más bien “peruanofilo”… sin embargo, Perú ha sido el país que más ha dificultado cualquier entendimiento entre Bolivia y Chile…
Para una persona que intenta una visión racional de las cosas y que intenta y cree en la integración, la definición de “peruanofilo” siempre tiene un peligro, el suponer que el ser peruanofilo es ser antichileno. El primer concepto vital aquí es que yo no soy antichileno. No puedo, no debo ser antichileno. Por la simple y sencilla razón —lo he dicho muchas veces— de que Chile y Bolivia son países esencialmente complementarios en términos económicos y comerciales. Además, estoy absolutamente convencido de que el triángulo Perú, Chile y Bolivia está condenado, en el sentido positivo del término, a entenderse.
Que yo tengo, emocionalmente, una mayor proximidad sentimental con el Perú, sin duda. La figura que yo más admiro es el Mariscal Andrés de Santa Cruz, porque yo creo en la reintegración del espacio geográfico de Perú y Bolivia. Pero eso no es excluyente…
En Chile se afirma que los bolivianos utilizan la política exterior como política interna y que eso ocurrió sobre todo en su gobierno, ¿en qué medida esto es cierto?
Cuando yo llegué a Monterrey tenía el 77% de respaldo popular, antes del tema del mar. ¿Un presidente que tiene ese porcentaje de apoyo nacional, a santo de qué necesitaría utilizar el mar para subir su popularidad?
A mi me parece lamentable que se hable de memoria. ¿Y por qué se habla de memoria? ¡Porque quienes lo dijeron fueron los chilenos! Porque fueron los periodistas que me entrevistaron después de mi impasse con Lagos los que dijeron que yo estaba utilizando el tema del mar para ganar popularidad. Lo cual está muy bien que lo digan los chilenos, es parte del asunto. Esa es la estrategia histórica de Chile y es legítima.
Que los bolivianos lo repitan sin molestarse en leer encuestas, es inaceptable.
Pero en su gestión usted hizo mucho más énfasis en este tema que otros gobiernos...
Después de lo que ocurrió en octubre del año 2003, ¿con qué lógica cree alguien con dos dedos de frente en la cabeza que se podía llevar adelante una negociación como la que había llevado el presidente Lagos y el presidente Sánchez de Lozada? Era absolutamente imposible. Hoy es muy fácil decirlo después de todo el proceso de distensión gracias al endurecimiento de mi política exterior.
Lo primero que yo le dije al presidente Lagos fue: “Es imposible que continuemos en la lógica en que usted estuvo, porque hay un 17 de octubre (cuando cayó Sánchez de Lozada) y 67 muertos, con razón o sin ella, embanderados en la no-venta-de-gas-a-Chile”.
Yo te recuerdo que una de las exigencias del presidente Evo Morales —que la gente suele olvidar—, es que no se vendiera ni una molécula de gas a Chile directa o indirectamente... Hoy día el presidente Morales lo ha olvidado, como suele olvidar todo lo que le conviene olvidar. La presión más fuerte para que no avanzáramos ni un milímetro con Chile fue la de Evo Morales cuando estaba en la oposición.
De su experiencia como Vicepresidente, como Presidente y ahora lejos del Estado, ¿de qué se arrepiente, qué hubiera hecho mejor? ¿Cuál es la autocrítica que se hace?
Nada, absolutamente nada. Me arrepiento de muchas cosas, he cometido muchos errores, pero ciertamente mi política exterior con Chile tuvo una consistencia, una seriedad, un enfoque que me sigue pareciendo correcto y cualquier avance que Bolivia logre con Chile se deberá a que nosotros, exitosamente, colocamos las cosas en el lugar en el que debían estar.
La lógica chilena de olvidarse del tema, de que aquí no pasó nada, se convirtió en un problema de reflexión intelectual muy profundo. Lo que no se hubiera producido si siguiéramos con la teoría de que aquí lo que había que hacer era un intercambio económico y que el mar vendría por añadidura. El mar nunca va a venir por añadidura. No existe una voluntad íntima en Chile, por una razón elemental, el costo político para un presidente chileno que otorgue soberanía es tanto o más alto que el costo político de un presidente boliviano que no la consiga.
Haciendo un poco de política ficción, ¿qué es lo que haría usted si estuviera en sus manos la actual negociación?
Yo no cedería un milímetro en el tema de energía con Chile si no hay soberanía, así de simple. Yo trabajaría intensamente para recuperar relaciones con Perú en la lógica en que estábamos con el presidente Toledo. Lamentablemente, las relaciones entre el presidente Morales y el presidente García no están en su mejor momento por cuestiones ideológicas.
Pero en términos de política ficción, yo iría en ese sentido y apostaría a trabajar un proceso de inversión masiva de Bolivia para lograr que el gas boliviano pueda ser exportado a México y California. Haría un acuerdo con Perú para trabajar una o más plantas de gas en territorio peruano y trabajaría en esas exportaciones, sobre esa realidad renegociaría con Chile el tema del mar.
Lo que creo que va a pasar, la apuesta de ambas partes, es ver si logran que Evo convenza al pueblo boliviano de que una playa, un enclave por ahí y una planta de regasificación se pueden parecer a soberanía… a ver si los bolivianos se comen ese pastelito. Creo que eso es a lo que Chile está apostando, y Evo también.
Ahora bien, debo decir, con absoluta franqueza, que en este gobierno he visto cosas que creía imposibles en términos de opinión pública. Así que no descarto que nos hagan comer el pastelito.
¿Y usted vería eso como un fracaso?
Absolutamente.
Hay una corriente que plantea que Michelle Bachelet y Evo Morales, por su afinidad ideológica por sus características de género y étnicas, serían los personajes más adecuados para conducir con éxito una negociación. ¿Cuál es su opinión?
Puede haber una afinidad en términos de superficie, mucha afinidad quizás. Pero en términos objetivos me parece que muy poca. Michelle Bachelet representa la centro izquierda moderada y Evo Morales representa la revolución socialista del siglo XXI —espero enterarme algún día de qué se trata—. Lo que hay es una afinidad personal, lo que hay es un concepto de que un mujer y un indígena representan cosas nuevas, representan cambios, representan frescura en ambos países… pero quien está desesperado es Chile. La desesperación es chilena.
La razón de estado la entiende siempre mejor Chile que Bolivia. La señora Bachelet hará lo que tenga que hacer, porque la razón de estado chilena es que tiene que conseguir energía boliviana. Es urgente. Chile necesita esa energía por encima de cualquier cosa.
¿A pesar de que Chile está haciendo todo para no necesitar gas boliviano?
Chile va a conseguir energía, al costo que sea. Y si no la consigue de Bolivia la conseguirá de Indonesia o de Australia. Chile tiene que conseguir gas como pueda y al costo que sea, pero obviamente si tú tienes que pagar entre siete y ocho dólares a pagar entre cuatro y cinco, no hay dónde perderse. Por lo tanto lo lógico, lo sensato para el continente, es que ese gas sea boliviano. Es un buen negocio para Bolivia y un buen negocio para Chile.
Pero hay una razón política. La señora Bachelet está tratando de pasar por encima de esa razón política y el presidente Morales también. Yo creo que ambos gobiernos están haciendo los máximos esfuerzos para ver cómo les venden a los bolivianos la teoría de que la negociación bilateral es exitosa en términos de mar.
Bolivia es un país sumamente pobre, ¿por qué cree que no debería vender gas a Chile y dejar para después el tema de la soberanía marítima?
Si yo fuera presidente le vendería gas a Estados Unidos, que me da diez veces más ingresos que venderle a Chile. ¿Por qué yo debería venderle gas a Chile? Si Chile fuera mi único mercado potencial no tengo dudas de que le vendería, pero no es el único.
Es lamentable cómo se ha desechado el proyecto de la venta de gas a México y Estados Unidos, no entiendo por qué.
Peor que eso, me gustaría saber cuándo comienzan las inversiones para vender el gas que ya está negociado. Toda la retórica nacionalizadora —que es una gran falsificación porque no se ha nacionalizado nada—, parte de un principio de recuperación de recursos y de soberanía, pero lo que no veo muy claro es donde está la inversión que viene a acompañar esa soberanía y esa dignidad.
Se afirma que Bolivia no tiene una política de Estado respecto al mar, ¿hubo en Bolivia, a lo largo de su historia, una política definida al respecto?
Por supuesto que sí, y esa es una de las grandes falacias de la historia. Bolivia siempre tuvo una política coherente. Más coherente que Chile en la medida en que para Chile es fácil decir no. Lo único que ha hecho Chile a lo largo de la historia es decir no. Y las veces que nos hemos aproximado en negociaciones interesantes, como en 1950, o en 1975, o en 1987, ha sido para engañar a Bolivia. Para decirle sí pero no. Hay ahí también una responsabilidad peruana, por supuesto, sería una estupidez suponer que es sólo chilena.
Bolivia en cambio ha ofrecido a Chile y a Perú todas las soluciones habidas y por haber. Desde 1910 con Daniel Sánchez Bustamante, desde que fuimos a la Sociedad de Naciones, desde el acuerdo de intercambio de las aguas del Lago Titicaca, hasta Pinochet y Bánzer, Bolivia demostró flexibilidad, inventiva y creatividad. Que eso se entienda como un zigzagueo boliviano es un error. Bolivia, país débil, diez, veinte, treinta veces más débil que Chile, planteó todos los caminos posibles para encontrar una salida y se encontró siempre una muralla. En consecuencia, por supuesto que creo que hay una política de estado. Política que parece errática porque hemos tenido propuestas distintas en la medida en que las respuestas de Chile eran negativas.
Se considera que Perú es un pueblo mucho más antichileno que el boliviano. ¿Será cierto? ¿Es Bolivia un país en que hay una élite “chilenofila” y un pueblo antichileno?
Yo creo que Perú y Bolivia son un espejo en sus reacciones con Chile. La única diferencia es que Perú no perdió el mar, su reivindicación es puramente emotiva... Perú pagó un precio mucho más alto en términos humanos y de lo que significa un pueblo humillado por la dominación. Pero Perú no perdió el mar.
Su reivindicación es emotiva y el pueblo peruano es antichileno, sin duda, pero no tiene esa herida profunda en el corazón artificialmente armada que tiene el pueblo boliviano. Yo no soy partidario de que construyas la realidad de tu país sobre una derrota.
¿Y Bolivia la ha construido así?
La identidad boliviana, su contexto de unidad, en gran medida está basado en el tema de Chile. Ese es el gran problema en la lectura de la historia de Bolivia. Es una lectura equivocada, es una lectura inaceptable, es un mapa de luto, de masoquismo. No puedes construir tu identidad y tu orgullo nacional y tu seguridad contándoles a tus niños que todos tus vecinos te robaron.
¿Y sobre qué se debería construir entonces?
A partir de los procesos históricos que Bolivia tuvo: su desarrollo prehispánico occidental y oriental... la audiencia de Charcas que une oriente y occidente; lo que significó la epopeya de la creación de la gobernación de Santa Cruz; la Confederación Perú-Boliviana; la revolución que transformó el país en 1952; la sociedad múltiple con riqueza cultural y diversidad...
Eso y no las tonterías de que perdimos, perdimos, perdimos. Porque no fue así. La Confederación Perú-Boliviana fue el momento de mayor esplendor militar de Bolivia. Fue la potencia más importante de América del Sur en ese momento.
El problema de la historia boliviana es que —sin inventos— está planteada al revés: Que Bolivia es un país pobre, que tuvo fracasos, que sus élites no lograron construir bienestar... Pero hay razones entendibles: si tú tuvieras las mismas condiciones en países como Chile, Argentina, Brasil o México, probablemente el resultado sería el mismo. No vinculado a que unos fueron más capaces que otros, sino a razones geográficas, étnicas e históricas. Yo haría una relectura de nuestra historia.
En Bolivia se afirma que Chile es la causa de su subdesarrollo y pobreza, y en Chile se dice que ese es un gran pretexto que utilizan los bolivianos para esconder sus propias limitaciones. ¿Qué opina usted al respecto?
Es evidente que la herida abierta por la Guerra del Pacífico ha marcado el corazón de Bolivia. Y es evidente que la educación boliviana hace un énfasis muy fuerte en que el mar nos fue arrebatado, que Chile protagonizó una guerra injusta y que el enclaustramiento marítimo tiene que ver en buena medida con el retraso comparativo de Bolivia en el contexto de América del Sur. Adicionalmente se recuerda siempre que Chile todavía tiene ingresos importantísimos por las riquezas que obtuvo en el siglo XIX, ganadas en una guerra injusta…
Que eso sea una victimización gratuita, que eso sea una forma de tratar de disfrazar problemas que el país enfrenta, me parece una simplificación. Yo creo que Bolivia es una nación que tiene una gran capacidad de autocrítica, a veces se excede en ella, y que una visión racional, que la hay en varios ámbitos, marca claramente las propias insuficiencias del país.
Por el contrario, mi visión es que los bolivianos somos demasiado duros con nosotros mismos y tenemos una visión excesivamente negativa de nuestra historia.