Ahora bien, quedan muchos años por delante, nadie descarta que Chávez haga un nuevo referéndum y que incluso gane (en 10 años ganó 10 elecciones: hay pocos con esas credenciales), pero su retórica expansionista y su preocupación por el mundo debieran moderarse, lo cual permitirá mayor autonomía de países a los cuales respiraba de cerca, y será un suspiro de alivio para aquellos que sin poder distanciarse (por su peso específico y su ingente cantidad de dólares), tenían que sonreír ante sus desplantes.
Los cheques de popularidad tienen fondos limitados, una lección que todos los políticos debieran aprender, porque mientras las reglas del juego sean iguales para todos, las batallas serán por imaginarios, y para dirimirlas está la democracia.
Muchas aristas a la hora de sacar cuentas. Que alegres no deberían ser ni para una oposición venezolana, boliviana o ecuatoriana que sigue dividida, que en muchos casos es premoderna y autoritaria (más aún que el propio Chávez); ni, por supuesto, para el chavismo continental que ha perdido esa sensación de invulnerabilidad que otorga el poder cuando uno cree que es eterno, aunque la historia siempre esté ahí presente para reírse de esas desmesuras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario