Bolivia, tan lejos de Dios

Hace unos meses un altísimo funcionario del gobierno de Chile preguntó a un grupo de sus colaboradores cuál era la forma más eficaz de acercarse a Evo Morales: Marco Aurelio García, concluyeron los asistentes a esa reunión.
Precisamente fue García, asesor internacional de Lula da Silva, quien ayer salió a desmentir a su Presidente que había apoyado públicamente a Evo Morales en una reunión que sostuvo con Néstor Kirchner.
La historia es larga. Lula fue determinante para el giro que convirtió a Morales de dirigente sindical poderoso pero sin chances reales de acceder al gobierno, en un político con proyección internacional. En una reunión el 2002 ?que Morales consiguió por intermedio de García?, Lula le aconsejó que debía seguir su ejemplo, ?des-sindicalizarse? y abrir el abanico político.
El apoyo de Brasil a Evo (a diferencia del de Venezuela, más previsible), proviene de un gigante que no puede descuidar a Bolivia porque tiene inversiones por 1.800 millones de dólares y es responsable de casi el 40% de su PIB, pero ?sobre todo? porque compra energía a esa nación. Un caso parecido al de Argentina que obtiene gas boliviano a precio preferencial (y que cuenta con más de un millón de bolivianos dentro de sus fronteras).
Ambos mandatarios tienen olfato suficiente para saber por dónde soplan los vientos, por lo que las palabras de Lula suenan más a profecía que a simple acto fallido. Si Morales es Presidente lo hará con una legitimidad que difícilmente obtendrá Jorge Quiroga, su inmediato contendor; ?Tuto? ?desesperado por el giro internacional que ha tomado la campaña? jura que no le importa quién gobierne en otros países (a despecho de su esposa: una norteamericana hija de un aristócrata congresista republicano). Pero el brete es de difícil resolución para Quiroga: en Bolivia la elección no es directa (al Presidente lo elige el parlamento entre las dos primeras minorías), y las posibilidades de que el tercero en discordia, el empresario Samuel Doria Medina, apoye a Quiroga si sale segundo, son más bien lejanas. Uno de los colaboradores más cercanos de Doria Medina le dijo a El Mercurio que si Evo ganaba no habría más remedio que votar por él en el Congreso: ?Cuestión de sobre vivencia política?, afirmó.
Si bien todos siguen muy de cerca el proceso, EEUU es el que se muestra más desorientado y protagonizó hace unos días una de las maniobras más bizarras de las que se tenga memoria: Ordenó a las FFAA bolivianas que se deshicieran de 25 misiles, los únicos con los que contaba, para que ?en una eventualidad que solamente ellos podrían confirmar?, no apunten en dirección equivoca.
Si bien Brasil y Argentina (con el ruego y beneplácito americano) harán esfuerzos porque Evo se modere, como en el Aprendiz de Brujo de Walt Disney las fuerzas desatadas son demasiado poderosas para pensar que sólo su liderazgo podrá controlarlas. Hace varios años que en Bolivia se ha abierto una caja que, al igual que la de Pandora, sólo guarda dentro la esperanza.
El final está abierto y las apuestas son altas: empresas petroleras que no quieren nacionalización, regiones asustadas donde el portugués es la segunda lengua, elites incapaces de incluir a las grandes mayorías indígenas, e izquierdistas que sueñan con un Che resucitado (el New York Times tituló más o menos así una nota para que sus lectores tuvieran alguna referencia sobre ese extraño país mediterráneo, tan cerca de Brasil, de Venezuela y de los Estados Unidos y tan lejos de Dios).

* Sergio Molina Monasterios es analista internacional de Imaginacción Consultores

Debates y encuestas: la peligrosa tentación oligárquica

Quizá no haya nada que simbolice mejor la distancia entre los políticos y los ciudadanos que la serie de opiniones, entrevistas y artículos que ha generado el último debate electoral.
Están los que aducen que este tipo de encuentros va en desmedro de una discusión más profunda, olvidándose que es precisamente este formato lo que permite su universalidad: ¿se imagina cuántos lo habrían visto si la cosa hubiera sido más técnica o sin control de tiempo? Todo el que estudió filosofía política sueña con volver al ágora ateniense donde se podía discutir sin ningún límite ni requisito (si no trabajabas, por supuesto, que la filosofía era para los que no tenían esa odiosa costumbre de ensuciarse las manos), pero han pasado algunas cosas desde entonces (se inventaron los medios, por ejemplo, o se acuñaron conceptos como marketing y telepolítica).
Es cierto que el debate dejó mucho que desear como sostiene la opinión mayoritaria (todos queríamos más), y sería sensato que en las siguientes semanas se busque el justo medio entre los deseos de ambos comandos (para seguir con los griegos: ya Aristóteles alertaba contra los temerarios y los cobardes y optaba por los valientes). Pero no podemos olvidar el dato más relevante: ¿hay signo de madurez democrática mayor para una sociedad que 40 puntos de rating sin sangre ni golpes bajos?
Las críticas al debate también han sido dirigidas contra las encuestas, no faltó quien dejó de hacerlas públicas porque perjudicaban a un candidato con el que simpatizaba, o el que dijo que haberlas realizado después del debate iba en contra de la formación de una opinión conciente y por tanto habría que regularlas (¿prohibirlas?).
Restringir la libertad de quien quiere medir telefónicamente los resultados del debate es absurdo, pero, más peligroso aún, implica una postura oligárquica: si un político puede decir quién ganó o perdió inmediatamente después del debate, como vimos hasta el cansancio, ¿porque no cualquier persona entrevistada por teléfono?
Desde la década de los 30, cuando los diarios y revistas lanzaron las primeras encuestas de opinión (que sirvieron primero para predecir resultados políticos y recién luego para los negocios), no hay un solo movimiento o frase que digan o hagan los políticos americanos que no haya sido testeada previamente. Los discursos, los énfasis, los temas, etc., son definidos y modificados en función de encuestas y grupos focales. Todo se mide y, además, se mide en tiempo real, de forma que se pueda conocer hasta los más imperceptibles movimientos en la opinión pública, lo que permite hacer ajustes inmediatos a la estrategia de campaña. ¿Por qué nos extraña que esto ocurra en Chile?
Eso sí, los que respondieron a los sondeos seguramente desconocían los manuales de campaña electoral que manejan al dedillo los estrategas de los comandos: si usted siguió alguna vez una elección en EEUU habrá notado que inmediatamente después de que termina algún discurso, un vocero de su oponente marca los puntos flacos, los olvidos y las mentiras. Eso es lo que los americanos denominan ?respuesta rápida? (dicen que es muy útil para evitar que se sedimenten unilateralmente algunos conceptos en la opinión pública). Así actuaron los militantes de ambas fracciones, pero la de Alvear sin duda fue el que tuvo más éxito en la faena.
A todos los demás, los que sólo miramos atentamente la televisión, nos queda estar atentos por si suena el teléfono y esperar ?ojala? que sea algún oscuro encuestador preguntando nuestra humilde opinión.

* Sergio Molina M. es cientista político y trabaja en Imaginacción Consultores.

Marketing cultural: la inexplorada relación entre la empresa y el arte

Cayo Mecenas vivió alrededor de 100 años antes de nuestra era. Fue un noble romano que pasó a la historia no por ayudar a que Octavio Augusto alcanzara el poder o por su papel como ministro imperial y diplomático, sino por sus simpatías artísticas y porque se rodeaba de literatos a los que protegía y en los que invirtió parte de su fortuna. Su apellido se popularizó enormemente y aún hoy sirve para definir a aquellos que apoyan desinteresadamente el arte y la cultura.
¿Qué hubiera sido de Virgilio, el más grande poeta romano, sin Mecenas? No hubiera existido la Eneida, por ejemplo, a la que dedicó diez años de su vida sin tener preocupaciones económicas. Se dice que Virgilio, a punto de morir, pidió que destruyeran su obra maestra porque aún necesitaba tres años para concluirla (por suerte Augusto no le hizo caso y podemos conocerla, es otro al que se la debemos).
Sin Mecenas quizá no se hubiera escrito la Divina Comedia porque Dante veneraba al poeta latino y lo convirtió en el guía de sus fantasías (¿se acuerda de la canción de Silvio Rodríguez: ??yo quiero que Virgilio me lleve al infierno??). En fin, sin Mecenas la cultura occidental sería hoy mucho menos de lo que es. Sin él hubiéramos perdido todos.
El mecenazgo resurgió en el Renacimiento (renació como la cultura clásica en su conjunto) y se mantuvo con altibajos hasta hoy, de forma que los grandes emprendimientos culturales se beneficiaron de una forma o de otra de algún Mecenas que creyó en ellos y se animó a respaldarlos.
El mecenazgo, sin embargo, desde la invención de la marca y el marketing contemporáneo ha cobrado otro carácter y ya no sólo se la considera de una actividad altruista sino también un muy buen negocio: es parte de lo que en comunicaciones se denomina marketing cultural.

La versatilidad del marketing

Se sabe, hay infinitas formas de emplear las comunicaciones y el marketing para el desarrollo de una marca. Hoy está de moda el marketing viral (distribución de anuncios hecho por los propios internautas por la calidad y originalidad del producto); el endomarketing (actividades con sus propios empleados); el marketing de relacionamiento; el marketing directo; el placement; etc.; etc. Una de estas denominaciones es la de Marketing cultural, presente hace muchos años en nuestro medio pero reducido al patrocinio de actividades culturales más por simpatías, inclinaciones o hobby de los accionistas de una compañía que como parte de un plan global de publicidad y marketing.
En general se trata de la ejecución de acciones que utilizan la cultura como vehículo para difundir una marca, un producto o para fijar la imagen de una empresa. Si se emprende una acción de marketing usando como herramienta la cultura, se está haciendo gestión o marketing cultural.
Veamos algunas cifras: el 37% de los CEOs americanos cree que el público es más proclive a apoyar productos o servicios de compañías que apoyan a las artes, y el 83% de los consumidores americanos afirman que tienen una imagen más positiva de las empresas que patrocinan alguna causa que aquellas que no.
El marketing cultural permite diferenciar una marca; diversificar las comunicaciones de una empresa y posicionarla como socialmente responsable; asimismo, obtener impacto económico; motivar a los empleados; lograr venta de productos; buena reputación; reconocimiento y visibilidad de la marca.
Lo importante es que este tipo de acciones se identifiquen con el perfil de la empresa, sus públicos y sus objetivos; que transmitan su visión del mundo y que consideren de forma multidimensional a una persona (no sólo como cliente sino como consumidor de productos culturales).

Las diversas formas del marketing cultural

Ahora bien, el marketing cultural puede tomar, por un lado, la forma de auspicio y patrocinio (las acciones más comunes de inversión en cultura que sirven para satisfacer objetivos comerciales y de imagen); y, por otro, la de mecenazgo también conocido como filantropía empresarial, que se dirige fundamentalmente a respaldar proyectos y artistas en el largo plazo, sin retorno inmediato pero con reconocimiento asegurado, lo que fideliza el respaldo a la marca.
Pero más allá de las definiciones, el apoyo a la cultura por parte de una empresa es una cuestión de actitud (de amor propio y al prójimo).
Sin duda el esfuerzo debe ser racional (hay que evaluar y rentabilizar la inversión), pero también tiene una buena dosis de riesgo (precisamente por lo cual puede ser doblemente satisfactorio).
Lo que se puede afirmar es que ninguno de sus esfuerzos quedará indiferente o, mejor, ¿no le seduce pensar que su apellido podría pasar a la historia por financiar a poetas, dramaturgos, pintoras y bailarines?
Si piensa en el largo plazo, no está mal, verdad.

* Cientista político. Encargado de Estudios de la empresa de comunicación estratégica Imaginacción Consultores

El empate boliviano: Las minorías activas y la ausencia de liderazgo

En el ajedrez, las tablas significa igualdad de fuerzas: no hay posibilidades de que un jugador se imponga sobre el otro. La situación en Bolivia es semejante y obedece a varias razones históricas, entre ellas, la ausencia de una elite que genere liderazgo y ciertos consensos indispensables en el siglo XXI (economía de mercado, impulso de la iniciativa privada, expansión del mercado interno, etc.).
En el caso boliviano, el empate de fuerzas comenzó a gestarse el año 2000 cuando se manifestó por primera vez la fortaleza del movimiento campesino y la decadencia del sistema político tradicional, lo cual tuvo su correlato simbólico en el tipo de protesta utilizado: el bloqueo de caminos. El empate se dotaba de su instrumento privilegiado.
Sin embargo, la crisis terminal no se desencadenó sino hasta el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, cuando fue derrocado el más importante representante de una hegemonía que había liderado al país durante veintiún años de democracia.
Pero el descalabro no dio paso a una nueva elite fortalecida, capaz de conducir y revitalizar al Estado, sino a la dictadura de minorías activas (sectores representativos de pequeños grupos con un altísimo poder de movilización) que se apoderaron de la vida pública boliviana. De forma que una de estas minorías subsiste en el Parlamento (los restos del sistema político tradicional), otra en el Ejecutivo (sectores sobrevivientes del anterior gobierno, intelectuales de clase media y profesionales liberales); junto a muchas otras repartidas por el país: Los movimientos cívicos de El Alto o el de Santa Cruz; los cocaleros del Chapare, etc. etc. Ninguna de ellas con la capacidad para generar una hegemonía que se imponga democráticamente (tampoco por la fuerza, como es el deseo de algunos), en una muestra infinita de fragmentación del poder.
Empate, entonces, que continuará en el tiempo con el único peligro de que varias de ellas se unifiquen (como la consigna de negarse a exportar gas por Chile en el caso de Sánchez de Lozada). En ese sentido, Mesa está demostrando mejores reflejos políticos, y cede para sobrevivir.
Otros ingredientes que se debe agregar a este complejo escenario son los movimientos cívicos regionales, sobre todo el cruceño, que si bien sigue siendo provinciano y no logra convertirse en referente nacional, es quizá el liderazgo más serio que existe actualmente.
Si la situación se torna insostenible, la alternativa democrática es adelantar las elecciones, una posibilidad que no descarta nadie, y que significaría un nuevo presidente (Evo Morales o algún político ligado a la elite tradicional) con mayor fortaleza que el actual. Sin embargo, Morales ha hecho explícito su deseo de llegar a la presidencia para estatizar los hidrocarburos, lo cual significaría volver a una discusión ya superada en los `70 en Latinoamérica.
En resumen, la situación es cada vez más incierta y es probable que se incremente la espiral de violencia, sin perspectivas de que surja un liderazgo moderno y democrático que reinvente Bolivia y que permita que sus ciudadanos vuelvan a creer y tener esperanzas en sí mismos.


Sergio Molina M. es cientista político. Consultor de la empresa de comunicación estratégica Imaginacción

¿Se abre alguna oportunidad para Bolivia con Insulza en la OEA?

Las opiniones, invectivas, malos augurios, festejos y panegíricos por la elección de José Miguel Insulza al frente de la OEA continúan en todo el continente sin que sepamos de qué tanto sirven: si para dimensionar el peso específico de nuestros países, o inútiles por rampantes (al igual que esa organización o a pesar de ella misma).
Por lo demás, convengamos que fue un reconocimiento al papel cada vez más importante que Chile juega en la región, obviamente detrás de potencias latinoamericanas como Brasil y México (en constante pugna por la hegemonía continental), y constatación de que la economía chilena no sólo funciona sino que es modelo de estudio porque demuestra objetivamente que se puede reducir la pobreza y pensar en salir del subdesarrollo. Exactamente lo mismo que pasa con nuestras políticas económicas, sólo que en clave bizarra: reflejo distorsionado en un espejo que muestra cómo ambos países están en la lupa de las naciones, sólo que uno agobiado por el éxito y el otro deprimido por el conflicto.
Lo dicho al margen de nuestras diferencias históricas, justas y respetables y que merecen una solución que repare definitivamente la mutilación económica y cultural que significa la mediterraneidad, sin duda, una de las razones de nuestra angustia colectiva (los existencialistas dirían que apenas una de ellas, porque las demás tienen que ver con nosotros mismos) ¡pero vaya qué importante!
Tampoco es desdeñable analizar la sintonía alcanzada por el Presidente chileno Ricardo Lagos con los gobiernos más progresistas de la región (Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay) y la forma en que superó la oposición de los EEUU: la elección de Insulza es considerado el principal triunfo en materia internacional de Chile en las últimas décadas, porque permite dejar atrás la sensación de aislamiento regional que caracterizaba sus relaciones internacionales.
¿Qué hubo y hay resistencias a Insulza? sin duda, pero son más saludables que los consensos de elecciones pasadas que eran una señal del desinterés que suscitaba la OEA entre los países miembros; pero también en esa oposición hay que separar el trigo de la paja. Es cierto que a raíz de la elección Perú revivió otro episodio sonoro y mediático en las accidentadas relaciones que mantiene con Chile, pero todos coinciden en que es parte del show de distracción que intenta ocultar los serios problemas internos que atraviesa el gobierno de Toledo. Eso sí, nada de lo dicho impide a nuestros vecinos continuar con un impresionante intercambio comercial, inversiones en alza y los consabidos proyectos de compra y venta de gas (Perú, a diferencia de Bolivia, sabe que la diplomacia y los negocios son primos muy lejanos y que es mejor juntarlos solamente para las fiestas).
Otras resistencias son más entendibles: la mexicana, solidaria con su compatriota y representante perdedor Luis Ernesto Derbez; al igual que el voto testimonial de nuestra Cancillería que actuó dignamente dentro de lo previsible y lo posible (pensar que alguien ? ¿un supercanciller de capa y espada? ? hubiera podido intervenir en una disputa entre los pesos pesados del continente demuestra ingenuidad y debería hasta sonrojarnos, pero se sigue escribiendo con los higadillos y otras menudencias y se olvidan seso y entendederas.
Por lo mismo, nadie en la región da mucha credibilidad a las palabras de Fidel Castro (hoy por hoy muy venido a menos y en la etapa de desdecirse a sí mismo), por lo cual sumarse a las voces que piden que abandonemos la OEA, como la de Evo Morales (otro señor de triste figura), significaría aislar más a nuestro país y demostraría empíricamente la teoría del gordito de la pelota (sólo que en este caso en versión gore: no somos dueños de la pelota y estamos más bien flacos).
Finalmente, muchos coinciden en que Insulza puede ser la persona adecuada para darle otro matiz a la OEA, de forma que esa organización se convierta en un foro de mayor importancia política y resuelva su grave crisis económica. En ese sentido, su experiencia como ministro en distintas áreas durante más de una década (un récord que pocos pueden ostentar en el mundo democrático) y, sobre todo, su pragmatismo político (lo que le permitió impedir que Pinochet, bajo cuyo régimen sufrió persecución y exilio, fuera extraditado de Gran Bretaña a España) son credenciales que deberíamos mirar con más calma: Si bien ha sido un firme defensor de la política exterior chilena respecto a Bolivia, también ha sido uno de los canales más importante de diálogo y acercamiento entre ambos países, mucho más que la propia cancillería de ese país.
Los chinos dicen que la palabra crisis tiene dos significados: peligro y oportunidad, ¿no sería bueno mirar la elección de Insulza como una oportunidad? Su historia personal demuestra que no es alguien que le escabulla al bulto ni un político sectario, dos características difíciles de encontrar en el devaluado mercado de la diplomacia internacional.

*Sergio Molina Monasterios es cientista político

La ceremonia del adiós

Ayer Carlos Mesa ocupo nuevamente el horario estelar de CNN.
La cadena televisiva ha transmitido sus últimos tres discursos casi sin interrupciones, sea por la importancia del gas para la región; sea por una Ley de Hidrocarburos de la que están pendientes las empresas petroleras, sus gobiernos y los gobiernos con los que éstas hacen negocios; o, finalmente, por los avatares de la imprevisible y siempre agitada agenda política boliviana; todas ellas razones más que suficientes para que ese país sea una apuesta segura en prime time.
Pero a diferencia de sus primeros discursos cuando asumió la presidencia en octubre del 2003, a Mesa cada vez se lo nota más el peso excesivo que parece cargar sobre los hombros (incluso ya no es el orador privilegiado de antaño y se repite). No es extraño, entonces, que en lo que va del año haya renunciado dos veces, que muchos analistas bolivianos pronostiquen un empeoramiento mayor (si esto es posible) de la situación y que no sea descabellado prever el termino abrupto de su mandato presidencial (que debería llegar al 2007, pero que es un plazo geológico para la volátil política boliviana).
La Ley de Hidrocarburos aprobada por el Congreso y que ayer el Presidente vetó en vivo y en directo, cambiaba las condiciones de operación para las empresas petroleras, les incrementaba impuestos, les obligaba a migrar de contratos y definía el control de sus precios y sus ventas, cierto. Pero si bien era profundamente defectuosa, intentaba conciliar criterios extremos, por lo que recibió el rechazo unánime de tirios y troyanos: del MAS y todos aquellos que plantean un royalty del 50% o la nacionalización lisa y llana por un lado, y de las empresas petroleras y las elites regionales por el otro.
La Ley no se promulgó, además, por las fuertes presiones externas que sufre Bolivia: México y Perú mandando guiños amistosos; los exhortos argentinos para comprar más energético; la presencia determinante de Petrobrás y, por tanto, de Brasil en el negocio; las señales del FMI y otros organismos de cooperación multilateral; las declaraciones del departamento de Estado; y un largo etcétera de intereses contrapuestos.
Un diálogo con representantes de distintas organizaciones ha sido la forma en que el gobierno intenta salir del jaque en el que se encuentra, sin embargo, difícilmente logrará cambiar las posiciones radicalizadas de los sectores sociales y regionales, y es probable que el congreso utilice los mecanismos constitucionales con los que cuenta para promulgar la ley por su cuenta, lo que aislaría aún más al Poder Ejecutivo.
Las perspectivas no son nada halagüeñas, por eso el título de esta nota. Entre ayer y hoy los rumores sobre la renuncia de Carlos Mesa se incrementaron, y nuevamente se comienza a discutir la posibilidad de una convocatoria anticipada a elecciones para evitar las peores pesadillas: una salida violenta por la desesperación del MAS, que ve que la historia le pasa de frente (y poseedor de un fuerte y peligroso respaldo internacional); o un movimiento autoritario y antidemocrático de las elites; coincidiendo así los dos extremos, como Ouroboros, la serpiente que se muerde la cola.

*Sergio Molina Monasterios es cientista político

La presencia fantasmagórica

Si de algo se enorgullecían los defensores de Augusto Pinochet ?que en Chile hay y muchos?, es de su desinteresado y altruista servicio a la patria. Lo que quiere decir que la suya no habría sido una dictadura bananera como la del resto de América Latina o África, que despojaron las alforjas de sus respectivos países en medio del fuego y la metralla, sino un gobierno austero y vanguardista.
Joaquín Lavín, el serio aspirante presidencial de la derecha que vio frustradas sus aspiraciones el 2000 por un puñado de votos, afirma en una estudiada (y limitada) sintaxis, que el legado de Pinochet se resume en que ?cambió Chile en lo económico y lo social para mejor? y, en que ?efectivamente se violaron los derechos humanos?.
Lo cual resume el imaginario hegemónico sobre la dictadura después de 14 años de accidentada transición: puso fin al ?desorden marxista? (el gobierno democrático de Salvador Allende); implementó medidas de modernización económica imprescindibles para el desarrollo actual (las privatizaciones y las reformas de libre mercado); y, para ser justos, cometió excesos en el cumplimiento de su deber (miles de torturados, muertos, desaparecidos y exiliados).
Por eso el descubrimiento de unas cuentas secretas en el banco Riggs (institución centenaria que ya es parte de la historia porque fue vendido y sus cenizas esparcidas al viento) conmovió profundamente a los fans de lo que en Chile se conoce como el ?legado de Pinochet?.

Una historia previsible

La historia es conocida y previsible: el subcomité de Investigaciones del Senado de Estados Unidos reveló la existencia de al menos seis cuentas secretas de Augusto Pinochet junto a las que tenía un dictador de Guinea Ecuatorial y políticos sauditas. El octogenario general abrió sus cuentas en 1994 y las cerró el 2002 y siempre mantuvo entre cuatro y ocho millones de dólares como saldo; en ese ínterin el banco le ayudó a crear dos empresas ficticias en Bahamas y eludió los pedidos del juez Baltasar Garzón quien había emitido una solicitud internacional para que sus fondos fuesen congelados cuando Pinochet estuvo detenido en Londres (las cuentas tuvieron movimientos y giros de cheques antes y después de que fuera declarado incapacitado para ser juzgado). Los tabloides se han dado un panzazo con el tema: La Nación tituló hace unos días ?Un demente brillante? y The Clinic: ?Los Pinocheiras? en referencia a ?los Pincheira? una banda de forajidos de una telenovela que arrasa sin piedad con el rating.
Paradojas de la vida, Carol Thompson, la ejecutiva que atendía personalmente al gobernante chileno, y que no quiere responder las llamadas de los periodistas porque sus abogados le han aconsejado callar, nació en Bolivia.
La noticia fue una bomba internacional: en EEUU, George Bush, en una reunión con Ricardo Lagos se refirió al tema (empañando una visita que el presidente chileno seguramente hubiera preferido versara sobre economía y no sobre política), y dijo que se investigaría a fondo; en Chile, el Consejo de Defensa del Estado, por una solicitud de la Cancillería, derivó el caso a la justicia quien nombró un juez en visita, Sergio Muñoz, uno de los más reconocidos por su actuación en otros casos emblemáticos como el de pederastia que sigue remeciendo a la política y los políticos chilenos.
Tanta fue la conmoción que el domingo una columna de opinión de un fervoroso defensor de Pinochet de la primera hora es reproducida como solicitada a expensas de un grupo de empresarios, en ella se dice entre líneas que mejor no investigar al general porque la izquierda (léase los gobiernos de la concertación), no tienen la conciencia limpia.
Sin embargo, la defensa ya no es tan cerrada como antaño, cuando Pinochet estuvo detenido en Londres o, ya en Chile, en las aperturas de nuevas o antiguas causas por violaciones a los derechos humanos. Es que la investigación en curso podría incluir lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y evasión de impuestos (ya se hizo la suma, y todas sus remuneraciones, sin gastar nada en su subsistencia, no superarían los tres millones de dólares).
Son delitos más pedestres y pueriles que la tortura, la desaparición o el asesinato pero, valga la paradoja, los únicos por los que realmente están preocupados sus militantes.

Figura del pasado

Pinochet es ?una figura del pasado? coinciden los políticos de derecha, el oficialismo y el propio comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (además de, por supuesto, las encuestas de opinión), pero su presencia es innegable en la sociedad chilena. Para el establishment representa otra constatación del papel extraordinario de Chile en la historia, una prueba más de su predestinación.
Ese imaginario se sustenta en el imperio del orden y de la ley frente al desorden y la informalidad de sus vecinos; en la honestidad y probidad de sus hombres públicos incluso en dictadura, frente a la disipación y el cohecho de otras democracias latinoamericanas; y en esa entelequia depurada por los libros que algunos identifican como la institucionalidad Portaliana (un poderosos ministro del siglo XIX que es la fuente de la que todos los políticos beben insaciables).
Por eso esta investigación es tan dolorosa para la derecha, no tanto porque pudiera ocasionar otro ?boinazo? (sublevación militar a mediados de los 90 cuando se quiso investigar unos cheques girados a nombre del hijo mayor de Pinochet y cuya investigación fue archivada por razones de Estado, en uno de los momentos más endeble y oscuros de la transición democrática); en ese entonces la presencia era física en la comandancia de las Fuerzas Armadas y estaba sustentada en los fusiles. No. Es dolorosa porque afecta esa otra presencia fantasmagórica ?figuración vana de la inteligencia, desprovista de todo fundamento, dice el diccionario?, que se desvanece y esfuma, y que en cierto momento reconfortó a unos chilenos y martirizó a los otros.

El empate boliviano

En el ajedrez, las tablas significa igualdad de fuerzas: no hay posibilidades de que un jugador se imponga sobre el otro. La situación en Bolivia es semejante y obedece a varias razones históricas, entre ellas, la ausencia de una elite que genere liderazgo y ciertos consensos indispensables en el siglo XXI (economía de mercado, impulso de la iniciativa privada, expansión del mercado interno, etc.).
En el caso boliviano, el empate de fuerzas comenzó a gestarse el año 2000 cuando se manifestó por primera vez la fortaleza del movimiento campesino y la decadencia del sistema político tradicional, lo cual tuvo su correlato simbólico en el tipo de protesta utilizado: el bloqueo de caminos. El empate se dotaba de su instrumento privilegiado.
Sin embargo, la crisis terminal no se desencadenó sino hasta el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, cuando fue derrocado el más importante representante de una hegemonía que había liderado al país durante veintiún años de democracia.
Pero el descalabro no dio paso a una nueva elite fortalecida, capaz de conducir y revitalizar al Estado, sino a la dictadura de minorías activas (sectores representativos de pequeños grupos con un altísimo poder de movilización) que se apoderaron de la vida pública boliviana. De forma que una de estas minorías subsiste en el Parlamento (los restos del sistema político tradicional), otra en el Ejecutivo (sectores sobrevivientes del anterior gobierno, intelectuales de clase media y profesionales liberales); junto a muchas otras repartidas por el país: Los movimientos cívicos de El Alto o el de Santa Cruz; los cocaleros del Chapare, etc. etc. Ninguna de ellas con la capacidad para generar una hegemonía que se imponga democráticamente (tampoco por la fuerza, como es el deseo de algunos), en una muestra infinita de fragmentación del poder.
Empate, entonces, que continuará en el tiempo con el único peligro de que varias de ellas se unifiquen (como la consigna de negarse a exportar gas por Chile en el caso de Sánchez de Lozada). En ese sentido, Mesa está demostrando mejores reflejos políticos, y cede para sobrevivir.
Otros ingredientes que se debe agregar a este complejo escenario son los movimientos cívicos regionales, sobre todo el cruceño, que si bien sigue siendo provinciano y no logra convertirse en referente nacional, es quizá el liderazgo más serio que existe actualmente.
Si la situación se torna insostenible, la alternativa democrática es adelantar las elecciones, una posibilidad que no descarta nadie, y que significaría un nuevo presidente (Evo Morales o algún político ligado a la elite tradicional) con mayor fortaleza que el actual. Sin embargo, Morales ha hecho explícito su deseo de llegar a la presidencia para estatizar los hidrocarburos, lo cual significaría volver a una discusión ya superada en los `70 en Latinoamérica.
En resumen, la situación es cada vez más incierta y es probable que se incremente la espiral de violencia, sin perspectivas de que surja un liderazgo moderno y democrático que reinvente Bolivia y que permita que sus ciudadanos vuelvan a creer y tener esperanzas en sí mismos.


Sergio Molina M. es cientista político. Consultor de la empresa de comunicación estratégica Imaginacción

¿Se abre alguna oportunidad para Bolivia con Insulza en la OEA?

Las opiniones, invectivas, malos augurios, festejos y panegíricos por la elección de José Miguel Insulza al frente de la OEA continúan en todo el continente sin que sepamos de qué tanto sirven: si para dimensionar el peso específico de nuestros países, o inútiles por rampantes (al igual que esa organización o a pesar de ella misma).
Por lo demás, convengamos que fue un reconocimiento al papel cada vez más importante que Chile juega en la región, obviamente detrás de potencias latinoamericanas como Brasil y México (en constante pugna por la hegemonía continental), y constatación de que la economía chilena no sólo funciona sino que es modelo de estudio porque demuestra objetivamente que se puede reducir la pobreza y pensar en salir del subdesarrollo. Exactamente lo mismo que pasa con nuestras políticas económicas, sólo que en clave bizarra: reflejo distorsionado en un espejo que muestra cómo ambos países están en la lupa de las naciones, sólo que uno agobiado por el éxito y el otro deprimido por el conflicto.
Lo dicho al margen de nuestras diferencias históricas, justas y respetables y que merecen una solución que repare definitivamente la mutilación económica y cultural que significa la mediterraneidad, sin duda, una de las razones de nuestra angustia colectiva (los existencialistas dirían que apenas una de ellas, porque las demás tienen que ver con nosotros mismos) ¡pero vaya qué importante!
Tampoco es desdeñable analizar la sintonía alcanzada por el Presidente chileno Ricardo Lagos con los gobiernos más progresistas de la región (Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay) y la forma en que superó la oposición de los EEUU: la elección de Insulza es considerado el principal triunfo en materia internacional de Chile en las últimas décadas, porque permite dejar atrás la sensación de aislamiento regional que caracterizaba sus relaciones internacionales.
¿Qué hubo y hay resistencias a Insulza? sin duda, pero son más saludables que los consensos de elecciones pasadas que eran una señal del desinterés que suscitaba la OEA entre los países miembros; pero también en esa oposición hay que separar el trigo de la paja. Es cierto que a raíz de la elección Perú revivió otro episodio sonoro y mediático en las accidentadas relaciones que mantiene con Chile, pero todos coinciden en que es parte del show de distracción que intenta ocultar los serios problemas internos que atraviesa el gobierno de Toledo. Eso sí, nada de lo dicho impide a nuestros vecinos continuar con un impresionante intercambio comercial, inversiones en alza y los consabidos proyectos de compra y venta de gas (Perú, a diferencia de Bolivia, sabe que la diplomacia y los negocios son primos muy lejanos y que es mejor juntarlos solamente para las fiestas).
Otras resistencias son más entendibles: la mexicana, solidaria con su compatriota y representante perdedor Luis Ernesto Derbez; al igual que el voto testimonial de nuestra Cancillería que actuó dignamente dentro de lo previsible y lo posible (pensar que alguien ? ¿un supercanciller de capa y espada? ? hubiera podido intervenir en una disputa entre los pesos pesados del continente demuestra ingenuidad y debería hasta sonrojarnos, pero se sigue escribiendo con los higadillos y otras menudencias y se olvidan seso y entendederas.
Por lo mismo, nadie en la región da mucha credibilidad a las palabras de Fidel Castro (hoy por hoy muy venido a menos y en la etapa de desdecirse a sí mismo), por lo cual sumarse a las voces que piden que abandonemos la OEA, como la de Evo Morales (otro señor de triste figura), significaría aislar más a nuestro país y demostraría empíricamente la teoría del gordito de la pelota (sólo que en este caso en versión gore: no somos dueños de la pelota y estamos más bien flacos).
Finalmente, muchos coinciden en que Insulza puede ser la persona adecuada para darle otro matiz a la OEA, de forma que esa organización se convierta en un foro de mayor importancia política y resuelva su grave crisis económica. En ese sentido, su experiencia como ministro en distintas áreas durante más de una década (un récord que pocos pueden ostentar en el mundo democrático) y, sobre todo, su pragmatismo político (lo que le permitió impedir que Pinochet, bajo cuyo régimen sufrió persecución y exilio, fuera extraditado de Gran Bretaña a España) son credenciales que deberíamos mirar con más calma: Si bien ha sido un firme defensor de la política exterior chilena respecto a Bolivia, también ha sido uno de los canales más importante de diálogo y acercamiento entre ambos países, mucho más que la propia cancillería de ese país.
Los chinos dicen que la palabra crisis tiene dos significados: peligro y oportunidad, ¿no sería bueno mirar la elección de Insulza como una oportunidad? Su historia personal demuestra que no es alguien que le escabulla al bulto ni un político sectario, dos características difíciles de encontrar en el devaluado mercado de la diplomacia internacional.

*Sergio Molina Monasterios es cientista político

Gas: Mesa descarta a Chile y exportará por Perú

24 horas después del amplio respaldo que obtuvo en el Referéndum, el Presidente boliviano, Carlos Mesa, anunció su decisión de exportar gas a México y EEUU a través de territorio peruano y descartó explícitamente cualquier puerto chileno. ?Hay que asumir que no hay otro camino que la opción Perú", afirmó Mesa en una entrevista a la más importante red televisiva boliviana (ATB).
El anuncio se produjo horas después de que el mandatario, en una entrevista exclusiva con El Mercurio, dijera que sabía ?que económicamente una salida por un puerto de Chile es lo más conveniente?.
Aupado en su popularidad, Mesa apretó el acelerador y decidió aumentar el volumen de exportación a la Argentina, lo que anunciará mañana en una reunión con el Presidente argentino, Néstor Kirchner, en el emblemático departamento de Tarija, que concentra el 80% de las reservas energéticas bolivianas.
La reunión entre los Presidentes de Bolivia y Argentina es parte de una intensa agenda energética que contempla una nueva reunión el 11 de agosto con el Presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva (similar a la que ya tuvieron en Santa Cruz, el 9 de julio pasado), pero esta vez a la cita se le sumará el presidente del Perú, Alejandro Toledo.
Con Toledo, Mesa también se reunirá a solas el próximo 3 y 4 de agosto en el puerto de Ilo, seguramente la ocasión propicia para oficializar la exportación de gas por ese país.
La segunda reunión entre Mesa y Lula en menos de un mes no llama la atención a los analistas políticos, si se tiene en cuenta la importancia energética que tiene Bolivia para Brasil, lo cual se reflejó en los acuerdos suscritos entre ambos mandatarios para poner en marcha la construcción de dos plantas termoeléctricas, una en Puerto Suárez (Santa Cruz) y otra en Corumbá (Brasil) y un polo petroquímico en esa misma región fronteriza.

Seguridad jurídica

Hoy la atención de los actores políticos y económicos más relevantes del continente está puesta en Bolivia, no es de extrañar entonces que Estados Unidos, Brasil, México, Perú y Argentina hayan congratulado a Mesa por su victoria, sin dudar de que ésta fue más que nada un respaldo a su gobierno y el manto de legitimidad que lo confirma en el poder hasta el 2006.
Si bien hubo artículos alarmistas en algunos medios muy influyentes como el Wall Street Journal, los principales protagonistas del negocio petrolero se han tomado las cosas con calma. Las acciones de Repsol, el socio principal del proyecto LNG de exportación a México y EEUU (donde también participan las británicas BP y BG y la francesa Total), subieron en la bolsa de Madrid.
El análisis más sobrio, sin duda, fue el de The Economist, que afirmó que Bolivia, pese a su pobreza, tiene el ?hábito de establecer ciertas tendencias políticas? y por tanto los términos futuros en que se desenvolverán las multinacionales energéticas en la región. El Washington Post también se sumó a ese análisis y afirmó que la votación podría ser una señal política a Latinoamérica después de una década de reformas de mercado sin beneficios aparentes para la población.
Pero la seguridad jurídica que reclaman los inversionistas sigue en duda y quien más preocupado está al respecto es Petrobras, la que discretamente cabildea sobre el asunto en todas las reuniones presidenciales. Todo dependerá de si Mesa mantiene la sobriedad que lo caracteriza incluso en su vida privada (fanático de la coca cola y abstemio como es), y no se emborracha con el poder conferido por los bolivianos. La primera señal no fue la mejor: amenazó a las petroleras con que no negociará con ellas la nueva Ley de Hidrocarburos.

Las preguntas del millón

El mismo The Economist, al hacer referencia a las preguntas del Referéndum afirmó irónicamente que ?Bolivia no es para principiantes?.
Las confusiones tienen muchas aristas, simplemente nos detendremos en dos: la ?nacionalización inteligente? de la que habló Mesa y la entelequia de ?gas por mar?.
En el primer caso la discusión gira en torno a si la ?recuperación de la propiedad de los hidrocarburos en boca de pozo? significa una nueva ley donde se contemple una migración voluntaria de los contratos actuales de las petroleras, o si habrá una migración obligatoria; lo cual podrá ser interpretada como ?nacionalización inteligente? pero también como ruptura de las reglas del juego e inseguridad jurídica.
En cuanto a la pregunta de ?gas por mar? que tuvo un amplio respaldo pero algo menor al de las otras preguntas (porque en ella confluyeron inconscientemente el voto del MAS ?que no quiere exportar? y el de quienes piensan que hay que exportar sin tomar en cuenta el asunto marítimo), las cosas no están más claras.
Por eso quizá a partir de ayer tanto el Presidente boliviano como el Canciller, descartaron pública y discretamente continuar con esa entelequia. Juan Ignacio Siles sostuvo que la apuesta de su gobierno no es ?gas por mar? sino poner en práctica una estrategia de ?integración por mar?, que incluya al Perú.
Inteligentes como son, Mesa y Siles saben que ningún político chileno serio estaría dispuesto a negociar soberanía por un commodity.

Bolivia: ¿Un enfermo terminal?

A las malas noticias que durante los últimos meses ha generado Bolivia se le han agregado declaraciones que convierten la preocupación en alarma: El ministro de Defensa Argentino, José Pampurro, afirmó que el proceso político y social boliviano se estaría ?libanizando?. Aunque las declaraciones no eran oficiales, y fueron desmentidas por el gobierno de Néstor Kirchner, el argentino hacía referencia a las masivas movilizaciones en Santa Cruz en procura de autonomía regional y al asesinato del alcalde de Ayo Ayo.
Lo que está claro es que ?la situación de precario equilibrio sociopolítico que vive ese país desde el 2000 ha entrado en una fase de definiciones?, como afirma Naciones Unidas; definiciones que se dan en un contexto económico boliviano bastante más favorable que en períodos pasados (en abril del 2004 el FMI revisó su pronóstico de crecimiento para Bolivia de 2,9% a 3,6%); y si bien el déficit fiscal es preocupante, el crecimiento positivo del 2003 (2,45% del PIB), asociado a un entorno internacional favorable, parecerían augurar mejor destino para los bolivianos.

¿Qué pasó en Ayo Ayo y Santa Cruz?

A finales del siglo XIX una treintena de soldados que se reponían del cansancio y de sus heridas en la Iglesia boliviana de Ayo Ayo, fueron martirizados hasta la muerte por una turba indígena. Fue el episodio más sangriento de la Guerra Federal de 1899, la misma que permitiría a La Paz convertirse en sede de gobierno.
No es extraño entonces que más de un siglo después, un oscuro hecho policial (el secuestro, tortura e incineración del alcalde), haya sido protagonizado por esa misma comunidad, o que sus habitantes renieguen de las instituciones estatales.
El asesinato de Ayo Ayo parecería más la constatación de que los problemas más importantes de la nación altiplánica siguen irresueltos (exclusión social y cuestión indígena, entre otros), antes que el anuncio del fin del Estado boliviano o el anuncio de una etapa insurreccional.
Otro acontecimiento que algunos identificaron como el preludio de la desintegración ha sido el pedido de autonomía que han hecho los sectores cívicos cruceños y que quieren validar en otro referéndum.
Si bien por impedimentos legales es dudoso que el referéndum se realice en diciembre como quieren los cívicos, impulsadas por un exitoso desempeño económico y por el fantasma del gas, las pulsiones regionales volvieron a despertarse en una de las manifestaciones más multitudinarias de los últimos años.

Estado fallido

No debe haber sociedad que discuta con tanta pasión sobre su inviabilidad como la boliviana; ni lugar donde se hagan tantos análisis políticos en detrimento de los proyectos económicos, o donde el trotskismo tenga tantos fanáticos y seguidores. Las fuerzas centrípetas bolivianas siempre estuvieron presentes a lo largo de su historia. Se trata de un país construido sobre otras nacionalidades (la quechua, aymará y guaraní, entre otras) y que no ha resuelto ni su problema étnico ni su problema estatal. Por eso es más cierto afirmar que se trata de un Estado fallido antes que un país en vías de extinción.
En uno de los informes que dirige Fernando Calderón ?asesor para América Latina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo? se plantea que el punto focal de la coyuntura en Bolivia es la agenda hidrocarburífera que genera cuatro escenarios posibles: ?El escenario oficialista que supone una negociación satisfactoria en torno a la propuesta presidencial, que desbloquea el conflicto y genera espacio político. El escenario opositor que supone, en cambio, un conflicto abierto entre gobierno y actores sociales y un posible desenlace caótico. El escenario oficialista autoritario, que supone la imposición de la agenda presidencial sin negociación. Finalmente, el escenario opositor negociado que supone una negociación para adelantar las elecciones?.
Los escenarios más probables, según el PNUD son el primero y el último, los cuales están asociados a la aprobación de una nueva Ley de Hidrocarburos y al éxito del referéndum, lo que daría margen de maniobra política a Carlos Mesa para lo que le resta de su mandato (agosto de 2007) o, por lo menos, hasta la futura Asamblea Constituyente, una de las promesas más caras y difíciles de cumplir del gobernante.
El verdadero desafío para Bolivia entonces estará en esa Constituyente donde se dirimirá desde el planteamiento de autonomía de los cruceños, hasta el tipo de Estado que quieren los pobladores de Ayo Ayo, o la nacionalización de la propiedad privada que buscan los partidarios de Evo Morales.
Por el momento Bolivia está lejos de desaparecer o de ?libanizarse? como dijo el ministro argentino, lo cual no desmerece la importancia de Bolivia para la Casa Rosada, sobre todo porque EE.UU. le ha encomendado la tarea de atender la problemática boliviana, según informaron La Nación y Clarín luego de la reunión entre los gobiernos argentino y norteamericano en Monterrey, en enero pasado.
De ahí surgió el planteamiento argentino del ?Corredor marítimo por la paz?, o la reunión de comandantes de las fuerzas armadas de varios países a la que convocó para tratar el tema en Buenos Aires. En fin, que las declaraciones de Pampurro fueron inoportunas es cierto, pero reflejan lo que piensa uno de los principales jugadores internacionales de un partido con final impredecible.
Eso sí, hay otros protagonistas en el juego. Uno de los cuales cuenta con un respaldo ciudadano que no ha bajado del 60% en todos estos meses (el segundo más alto de Latinoamérica) y que ha demostrado una destreza impensada en la arena política: Si Carlos Mesa logró reflotar el tema marítimo en un esfuerzo por unir al resquebrajado tejido social boliviano, no es improbable que logre sortear con éxito la era de definiciones históricas en las que se encuentra su país.
Mesa está consciente de que el principal actor internacional en Bolivia, el gobierno de EE.UU., lo quiere en el cargo, como lo demuestra que el secretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger Noriega, afirmara hace unos días que su administración considera ?que es decisivo que el presidente Mesa complete su mandato constitucional" y que Washington asumirá el compromiso de trabajar con el gobierno altiplánico.
Y las de Noriega no fueron palabras improvisadas como las de Pampurro.

La presencia fantasmagórica

Si de algo se enorgullecían los defensores de Augusto Pinochet ?que en Chile hay y muchos?, es de su desinteresado y altruista servicio a la patria. Lo que quiere decir que la suya no habría sido una dictadura bananera como la del resto de América Latina o África, que despojaron las alforjas de sus respectivos países en medio del fuego y la metralla, sino un gobierno austero y vanguardista.
Joaquín Lavín, el serio aspirante presidencial de la derecha que vio frustradas sus aspiraciones el 2000 por un puñado de votos, afirma en una estudiada (y limitada) sintaxis, que el legado de Pinochet se resume en que ?cambió Chile en lo económico y lo social para mejor? y, en que ?efectivamente se violaron los derechos humanos?.
Lo cual resume el imaginario hegemónico sobre la dictadura después de 14 años de accidentada transición: puso fin al ?desorden marxista? (el gobierno democrático de Salvador Allende); implementó medidas de modernización económica imprescindibles para el desarrollo actual (las privatizaciones y las reformas de libre mercado); y, para ser justos, cometió excesos en el cumplimiento de su deber (miles de torturados, muertos, desaparecidos y exiliados).
Por eso el descubrimiento de unas cuentas secretas en el banco Riggs (institución centenaria que ya es parte de la historia porque fue vendido y sus cenizas esparcidas al viento) conmovió profundamente a los fans de lo que en Chile se conoce como el ?legado de Pinochet?.

Una historia previsible

La historia es conocida y previsible: el subcomité de Investigaciones del Senado de Estados Unidos reveló la existencia de al menos seis cuentas secretas de Augusto Pinochet junto a las que tenía un dictador de Guinea Ecuatorial y políticos sauditas. El octogenario general abrió sus cuentas en 1994 y las cerró el 2002 y siempre mantuvo entre cuatro y ocho millones de dólares como saldo; en ese ínterin el banco le ayudó a crear dos empresas ficticias en Bahamas y eludió los pedidos del juez Baltasar Garzón quien había emitido una solicitud internacional para que sus fondos fuesen congelados cuando Pinochet estuvo detenido en Londres (las cuentas tuvieron movimientos y giros de cheques antes y después de que fuera declarado incapacitado para ser juzgado). Los tabloides se han dado un panzazo con el tema: La Nación tituló hace unos días ?Un demente brillante? y The Clinic: ?Los Pinocheiras? en referencia a ?los Pincheira? una banda de forajidos de una telenovela que arrasa sin piedad con el rating.
Paradojas de la vida, Carol Thompson, la ejecutiva que atendía personalmente al gobernante chileno, y que no quiere responder las llamadas de los periodistas porque sus abogados le han aconsejado callar, nació en Bolivia.
La noticia fue una bomba internacional: en EEUU, George Bush, en una reunión con Ricardo Lagos se refirió al tema (empañando una visita que el presidente chileno seguramente hubiera preferido versara sobre economía y no sobre política), y dijo que se investigaría a fondo; en Chile, el Consejo de Defensa del Estado, por una solicitud de la Cancillería, derivó el caso a la justicia quien nombró un juez en visita, Sergio Muñoz, uno de los más reconocidos por su actuación en otros casos emblemáticos como el de pederastia que sigue remeciendo a la política y los políticos chilenos.
Tanta fue la conmoción que el domingo una columna de opinión de un fervoroso defensor de Pinochet de la primera hora es reproducida como solicitada a expensas de un grupo de empresarios, en ella se dice entre líneas que mejor no investigar al general porque la izquierda (léase los gobiernos de la concertación), no tienen la conciencia limpia.
Sin embargo, la defensa ya no es tan cerrada como antaño, cuando Pinochet estuvo detenido en Londres o, ya en Chile, en las aperturas de nuevas o antiguas causas por violaciones a los derechos humanos. Es que la investigación en curso podría incluir lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y evasión de impuestos (ya se hizo la suma, y todas sus remuneraciones, sin gastar nada en su subsistencia, no superarían los tres millones de dólares).
Son delitos más pedestres y pueriles que la tortura, la desaparición o el asesinato pero, valga la paradoja, los únicos por los que realmente están preocupados sus militantes.

Figura del pasado

Pinochet es ?una figura del pasado? coinciden los políticos de derecha, el oficialismo y el propio comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (además de, por supuesto, las encuestas de opinión), pero su presencia es innegable en la sociedad chilena. Para el establishment representa otra constatación del papel extraordinario de Chile en la historia, una prueba más de su predestinación.
Ese imaginario se sustenta en el imperio del orden y de la ley frente al desorden y la informalidad de sus vecinos; en la honestidad y probidad de sus hombres públicos incluso en dictadura, frente a la disipación y el cohecho de otras democracias latinoamericanas; y en esa entelequia depurada por los libros que algunos identifican como la institucionalidad Portaliana (un poderosos ministro del siglo XIX que es la fuente de la que todos los políticos beben insaciables).
Por eso esta investigación es tan dolorosa para la derecha, no tanto porque pudiera ocasionar otro ?boinazo? (sublevación militar a mediados de los 90 cuando se quiso investigar unos cheques girados a nombre del hijo mayor de Pinochet y cuya investigación fue archivada por razones de Estado, en uno de los momentos más endeble y oscuros de la transición democrática); en ese entonces la presencia era física en la comandancia de las Fuerzas Armadas y estaba sustentada en los fusiles. No. Es dolorosa porque afecta esa otra presencia fantasmagórica ?figuración vana de la inteligencia, desprovista de todo fundamento, dice el diccionario?, que se desvanece y esfuma, y que en cierto momento reconfortó a unos chilenos y martirizó a los otros.

El renacimiento de la Confederación

Si hay un prócer al que admira el presidente Carlos Mesa es Andrés de Santa Cruz, a quien considera el presidente más importante de la historia de Bolivia. No sólo porque consolidó un Estado naciente y promovió la legislación más importante de su época, sino porque creó la Confederación Perú-Boliviana (1835-1839), la que Diego Portales consideraba una seria amenaza para Chile: ?La confederación debe desaparecer por siempre jamás del escenario de América?, escribió en ese entonces.

Deja Vu

En ese sentido, los acuerdos a los que arribaron Alejandro Toledo y Carlos Mesa tienen también algo de deja vu: no sólo porque 12 años antes Alberto Fujimori y Jaime Paz Zamora se mojaron los pies en el Pacífico de igual forma y en el mismo lugar (en Boliviamar), sin que hubiera un impacto trascendental en ambas economías (nadie invirtió en un puerto o en infraestructura turística, eso sí, se concluyó una carretera que vincula a ambos países); sino porque se percibe en Mesa cierto deseo inconsciente de identificarse con ese Santa Cruz al que admira, de continuar una obra inconclusa y convertir las complementariedades geográficas, culturales y raciales, en acuerdos políticos y jurídicos, precisamente las que Portales preveía y temía.
La Confederación al igual que la gran Colombia bolivariana, otro intento integrador que terminó frustrado, han sido desempolvados, en un caso sustentada en el gas y en el otro en el petróleo venezolano, ambos recursos estratégicos de este siglo por dos Presidentes ampliamente populares.

Retórica

Pero el acuerdo arribado entre ambos gobiernos ha sido blanco de críticas en varios sentidos. Eduardo Pérez, uno de los más influyentes periodistas bolivianos y un gran defensor de Carlos Mesa afirmó que ?el Presidente Carlos Mesa ayer en Lima hizo lo que pudo; pero pudo muy poco. Chile? ofrecía bastante más que el Perú?.
En ese país varios comentaristas influyentes cuestionaron la decisión de Toledo porque piensan que podría tratarse de una artimaña para mejorar su popularidad. Los periódicos peruanos haban de ?despliegue mediático bilateral?; La República dice que ?Perú estaría ingresando a la lógica diplomática de Bolivia?.
Tantas fueron las críticas que el canciller boliviano, Juan Ignacio Siles, tuvo que decir que ?no se trataba de un juego? y que realmente se iba a exportar gas por Perú. La emergencia también ocasionó la formación casi de inmediato una comisión entre ambos países que se reunirá para tratar de poner sustancia al acuerdo, de forma que hasta finales de año exista una propuesta técnica que justifique el despliegue político y mediático realizado (Mesa viajó con 47 periodistas a su encuentro, lo que no es muy común en Bolivia; y la televisión peruana transmitió en vivo el encuentro).

El gran ausente

De cualquier forma, haya más o menos retórica, el gran ausente de esta discusión han sido las empresas petroleras que en definitiva serán las que hagan las millonarias inversiones que se necesitan para llevar adelante la exportación de gas. Ya Repsol, el líder de Pacific LNG (el consorcio que exportaría el hidrocarburo a México y EEUU), ha mostrado su preocupación por la decisión del gobierno boliviano, porque preferirían exportar por un puerto chileno.
Las preguntas que se hacen los privados siguen siendo las mismas: cuál será la relación entre las empresas petroleras y el gobierno después de una ley de hidrocarburos que no es muy explícita sobre la situación futura de los contratos entre el Estado y las empresas (que serán revisados a través de un futuro reglamento); o cuánto será finalmente el incremento impositivo que modificará una situación que antaño les era ampliamente favorable.
Tampoco está claro quién financiará la diferencia que costará exportar por Perú en relación a Chile. Y, lo más difícil, el gobierno boliviano debe demostrar ante sus pares, empresarios y opinión pública internacional que esto no es una manera de presionar a Chile sino una decisión de política económica, y que no habrá competencia entre Camisea (en Perú, que comenzó a bombear esta semana) y Tarija (Bolivia), proyecto que está retrasado en cuatro años en relación a la primera.
Pero Mesa no se rinde fácilmente y ha sorteado peores obstáculos. Por lo pronto el plan boliviano es abastecer de gas al Mercosur: ?Casi 20 millones (de metros cúbicos) de exportación a Brasil, 20 a Argentina y eventualmente entre 10 y 20 a México?, según el vicecanciller boliviano. También se baraja ?enviar gas a Uruguay y Paraguay?. El gran ausente, en cualquier caso, es Chile.

La renuncia de Carlos Mesa y el empate histórico: Bolivia juega con fuego

Ayer por la mañana vecinos de El Alto se enfrentaban a pedradas en uno de los accesos estratégicos a la ciudad de La Paz: unos dispuestos a ?expulsar a las trasnacionales?, y otros a defender a un Presidente que dimitió sin que nadie se lo pidiera. El saldo fue un herido grave y algunos contusos. Una escena aislada del nuevo drama que comenzó el domingo por la noche con el anuncio de la renuncia del Presidente Carlos Mesa y que conduce al lento resquebrajamiento del sistema democrático por un lado, y de la estabilidad financiera por el otro, las últimas vallas de contención que aún se mantienen indemnes en Bolivia.
En el ajedrez las tablas significa igualdad de fuerzas: no hay posibilidades de que un jugador se imponga sobre el otro, Carlos Mesa intenta romper el empate con su renuncia, pero su jugada parecería demasiado arriesgada: sea porque después de ésta no hay otra, sea porque corre el riesgo de convertirse en el pastor que pedía ayuda ante un lobo inexistente, hasta que nadie corrió en su ayuda cuando realmente la necesitaba.
En Bolivia, el empate de fuerzas comenzó a gestarse mucho antes de la asunción de Mesa; algunos sitúan su inicio en el año 2000 cuando irrumpió el movimiento campesino y se acentuó la decadencia del sistema político tradicional, lo cual tuvo su correlato simbólico en el tipo de protesta utilizado: el bloqueo de caminos.
Sin embargo, la crisis terminal no se desencadenó sino hasta el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada; lamentablemente su caída no dio paso a una nueva elite fortalecida, capaz de conducir y revitalizar al Estado, sino a un gobierno débil, preso de minorías activas (pequeños grupos con un altísimo poder de movilización) que se apoderaron de la agenda pública.
El probable rechazo a la renuncia de Mesa, significará la continuidad del empate histórico y del actual gobierno (sólo que con menor margen de acción), hasta que nuevamente algunos sectores se unifiquen como ocurrió la semana pasada detrás de la entelequia de la Asamblea Constituyente o de una inasible Ley de Hidrocarburos que defienden los sectores más radicales, o en torno a los deseos autonomistas que tiene la otra mitad del país.
De cualquier forma todo parece indicar que la alternativa democrática será la convocatoria a elecciones, lo que significará nuevas postergaciones a las reivindicaciones sociales y regionales y un nuevo presidente (Evo Morales o algún político ligado a la elite tradicional) sin mayores perspectivas que el actual. Ya Morales ha hecho explícito su deseo de llegar a la presidencia para estatizar los hidrocarburos, lo cual significaría volver a una discusión ya superada en los `70 (Bolivia siempre tuvo cierto ?deja vu?, y no debería llamarnos la atención la onda retro en la que está embarcada).
En resumen, la situación es cada vez más incierta y no es improbable que se incremente la espiral de violencia antidemocrática, sin perspectivas de que surja un liderazgo moderno y democrático que reinvente Bolivia y que permita que sus ciudadanos vuelvan a creer y tener esperanzas en sí mismos. Este es el peor escenario posible, el que nadie desea, en el que las pedradas de ayer apenas serán una mala reproducción de aquel cuadro de Goya en el que dos hermanos pelean y que simboliza la guerra civil española.

Sergio Molina M. es cientista político