Hace unos meses un altísimo funcionario del gobierno de Chile preguntó a un grupo de sus colaboradores cuál era la forma más eficaz de acercarse a Evo Morales: Marco Aurelio García, concluyeron los asistentes a esa reunión.
Precisamente fue García, asesor internacional de Lula da Silva, quien ayer salió a desmentir a su Presidente que había apoyado públicamente a Evo Morales en una reunión que sostuvo con Néstor Kirchner.
La historia es larga. Lula fue determinante para el giro que convirtió a Morales de dirigente sindical poderoso pero sin chances reales de acceder al gobierno, en un político con proyección internacional. En una reunión el 2002 ?que Morales consiguió por intermedio de García?, Lula le aconsejó que debía seguir su ejemplo, ?des-sindicalizarse? y abrir el abanico político.
El apoyo de Brasil a Evo (a diferencia del de Venezuela, más previsible), proviene de un gigante que no puede descuidar a Bolivia porque tiene inversiones por 1.800 millones de dólares y es responsable de casi el 40% de su PIB, pero ?sobre todo? porque compra energía a esa nación. Un caso parecido al de Argentina que obtiene gas boliviano a precio preferencial (y que cuenta con más de un millón de bolivianos dentro de sus fronteras).
Ambos mandatarios tienen olfato suficiente para saber por dónde soplan los vientos, por lo que las palabras de Lula suenan más a profecía que a simple acto fallido. Si Morales es Presidente lo hará con una legitimidad que difícilmente obtendrá Jorge Quiroga, su inmediato contendor; ?Tuto? ?desesperado por el giro internacional que ha tomado la campaña? jura que no le importa quién gobierne en otros países (a despecho de su esposa: una norteamericana hija de un aristócrata congresista republicano). Pero el brete es de difícil resolución para Quiroga: en Bolivia la elección no es directa (al Presidente lo elige el parlamento entre las dos primeras minorías), y las posibilidades de que el tercero en discordia, el empresario Samuel Doria Medina, apoye a Quiroga si sale segundo, son más bien lejanas. Uno de los colaboradores más cercanos de Doria Medina le dijo a El Mercurio que si Evo ganaba no habría más remedio que votar por él en el Congreso: ?Cuestión de sobre vivencia política?, afirmó.
Si bien todos siguen muy de cerca el proceso, EEUU es el que se muestra más desorientado y protagonizó hace unos días una de las maniobras más bizarras de las que se tenga memoria: Ordenó a las FFAA bolivianas que se deshicieran de 25 misiles, los únicos con los que contaba, para que ?en una eventualidad que solamente ellos podrían confirmar?, no apunten en dirección equivoca.
Si bien Brasil y Argentina (con el ruego y beneplácito americano) harán esfuerzos porque Evo se modere, como en el Aprendiz de Brujo de Walt Disney las fuerzas desatadas son demasiado poderosas para pensar que sólo su liderazgo podrá controlarlas. Hace varios años que en Bolivia se ha abierto una caja que, al igual que la de Pandora, sólo guarda dentro la esperanza.
El final está abierto y las apuestas son altas: empresas petroleras que no quieren nacionalización, regiones asustadas donde el portugués es la segunda lengua, elites incapaces de incluir a las grandes mayorías indígenas, e izquierdistas que sueñan con un Che resucitado (el New York Times tituló más o menos así una nota para que sus lectores tuvieran alguna referencia sobre ese extraño país mediterráneo, tan cerca de Brasil, de Venezuela y de los Estados Unidos y tan lejos de Dios).
* Sergio Molina Monasterios es analista internacional de Imaginacción Consultores
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