Se ha
escrito mucho y bien sobre los escenarios que se abren luego de la muerte de
Hugo Chávez pero quisiéramos agregar un par de interrogantes que creemos
pertinentes a la hora de entender el futuro que se abre en la región a partir
del deceso del venezolano.
Convengamos
que el liderazgo y la personalidad de Hugo Chávez serán muy difíciles de
reemplazar. Sus características eran únicas en circunstancias también únicas
para América Latina y, como se ha dicho hasta el cansancio, tampoco es posible
entenderlo sin mirar la historia larga venezolana y las circunstancias que
permitieron su llegada al poder.
Pero a la vez, Chávez es la continuidad del liderazgo caudillista del que el
siglo XX latinoamericano ha estado plagado, veamos sino a Perón, Vargas, Paz
Estenssoro y el largo etcétera de caudillos que tenía similares
características. Esto es, hubo mucho de nuevo y mucho de lo ya conocido en su
ejercicio del poder.
El
caudillismo ha sido indisoluble a la región en el pasado, en ese sentido,
Chávez fue un gran representante de esa corriente latinoamericana mesiánica propia
del siglo XX más que un líder del siglo XXI, por tanto, difícilmente se puedan conjurar
condiciones similares para el surgimiento de un liderazgo como el que Chávez
supo construir y mantener durante tres lustros.
Primera
conclusión entonces, Chávez, como líder del siglo XX será cada vez más difícil
de encontrar en el siglo XXI.
Ahora bien,
a nivel global es muy difícil que alguien pueda reemplazar la enorme figura del
caudillo venezolano. Por lo pronto tendremos varios que seguramente querrán
ocupar su espacio, el tiempo dirá si esto es posible y si alguien tiene la
capacidad para hacerlo. Difícilmente Correa o Morales puedan hacerlo, por sus
características y, por supuesto, por el peso específico de estos países en
relación con Venezuela. En todo caso, seguirán siendo afines, ya no al caudillo
sino a la figura mítica que se construirá en torno a su figura.
La segunda
interrogante que habría que planteas es cómo se verá afectada Bolivia si cesa o
disminuye el apoyo económico de Venezuela.
Es un dato
de la causa que Venezuela tendrá que atender con carácter prioritario su severa
crisis económica y política mirando más hacia adentro que hacia la “gran patria
latinoamericana”, por lo que la diplomacia bolivariana seguirá teniendo
importancia pero sin los recursos con los que contó Chávez en su momento.
Ahora bien,
sería de un reduccionismo extremo pensar que la influencia del venezolano se debía
solamente a su billetera. Hay un componente ideológico y político que no se
debe despreciar a la hora de comprender el fenómeno que desató en estos años y que
se debe atender a la hora de medir la influencia que pueda seguir teniendo el
chavismo en el futuro.
En el caso
boliviano, Venezuela es su segundo acreedor, Bolivia importa diésel de ese país
y es un mercado alternativo al norteamericano para las exportaciones textiles
bolivianas.
Pero, sobre
todo, el dinero venezolano permitía financiar el programa “Bolivia cambia, Evo
Cumple”, a través del cual discrecionalmente se entregaba dinero a proyectos de
infraestructura, emprendimientos agrícolas, postas, escuelas, etc. (se habla de
una inversión de casi 4.000 proyectos de infraestructura en áreas rurales). En
este programa, Evo Morales era el encargado personal de distribuir los recursos
sin pasar por los controles administrativos del Estado y llegó a entregar
cheques directamente a las autoridades locales afines a su partido.
Dicho todo
eso, no se debe olvidar que la economía boliviana pasa por un momento de
bonanza inédito en su historia, sus exportaciones, sobre todo minerales y de
hidrocarburos, han permitido un crecimiento sostenido en los últimos años que
no se verá afectado sustancialmente por lo que ocurra en su relación con
Venezuela.
No es el
caso de la relación económica que Venezuela estableció con otros países como Cuba,
donde la dependencia es mucho mayor y más compleja de resolver en caso de ser
suspendida.
En tercer
lugar, quisiéramos dejar planteado el interrogante de si el proyecto político
de Evo Morales se verá menoscabado en tanto dependería de Venezuela para
concretarse y si algún líder latinoamericano puede retomar el liderazgo de la
revolución bolivariana en la región.
Acá es quizá donde más se notará la ausencia de Chávez. Morales tenía a Chávez
y no a Lula (como se pensó en algún momento) como la figura a quien se debía
admirar y emular. Las bases simbólicas de la refundación estatal boliviana
tienen su impronta: nueva constitución, nueva institucionalidad, nuevo
relacionamiento entre poderes estatales, hasta las modificaciones simbólicas en
el nombre del país, el escudo, la bandera, etc.
Sin olvidar que el proceso político boliviano difiere del venezolano por la forma
en que se construyó el poder en un inicio: de abajo hacia arriba en un caso,
con un golpe de Estado en el otro, diferencia que fue sustancial en su momento
y que sigue presente aunque morigerada con el paso de los años, podemos prever
un incremento de la orfandad política de Morales ya mellada por sus
vacilaciones y giros autoritarios de los últimos años. Lo cual no quiere decir
que deje de ser popular y la única alternativa política viable en la Bolivia
actual.
Finalmente, ¿es posible que un próximo gobierno chavista mantenga la misma
influencia política e ideológica en la región? En el futuro inmediato
posiblemente sí. La influencia de Venezuela, seguirá siendo importante, sobre
todo en procesos políticos más ideologizados y consolidados como el boliviano en
los cuales la figura simbólica de Chávez seguirá presente. Pero todo dependerá
del rumbo que deparen los acontecimientos de los próximos meses dentro de la
propia Venezuela.