Un convenio militar polémico: El acuerdo entre Bolivia y Venezuela ha generado una dura oposición de Chile y Perú

El acuerdo militar entre Venezuela y Bolivia ha desatado en Chile y Perú no sólo revuelo sino reacciones adversas de todo tipo: desde discursos nacionalistas hasta llamados a la reflexión y a la hermandad latinoamericana.
En Chile, si bien la presidenta Michelle Bachelet se encargó de poner paños fríos al asunto afirmando que se trata de una decisión soberana de Bolivia, también mostró su preocupación y mandó a redactar un comunicado en el que sostiene que espera "transparencia de las actividades militares en los países vecinos para fortalecer la confianza mutua".
Pero para la derecha chilena -que controla la mitad del Congreso y tiene fuerte presencia en sectores claves de la economía, la cultura y la política-, el acuerdo es inadmisible porque pone en peligro la defensa y la seguridad nacional de su país. Los argumentos se basan en algunos incisos del acuerdo, que estarían redactados de forma que podrían dar a entender que Venezuela colaborará militarmente con Bolivia en caso de algún conflicto con países limítrofes (léase Chile), y denuncian que Chávez podría construir bases militares bolivianas en las fronteras que separan nuestro país de su territorio (sin embargo, según lo que anunció el gobierno de Morales, las bases previstas se instalarán sólo en Puerto Quijarro y en Riberalta). Finalmente, recuerdan que Venezuela adquirió mil millones de dólares en armamento ruso, por lo que temen que parte de ese contingente vaya a Bolivia.

Una discusión caliente

Mientras tanto, la discusión en los medios chilenos y la liturgia de los expertos se suceden diariamente con un festín de argumentos que sorprenderían a cualquier observador desprevenido.
Para entender este rebrote nacionalista no sólo hay que remontarse a la larga tradición de desencuentros entre Chile y Bolivia; tampoco basta con pensar que recién termina septiembre, el mes en que se celebran las efemérides patrias chilenas (lo más parecido a un carnaval folclórico que sucede en este país, y que permite bucear en su rico pasado cultural pero donde también prima la euforia nacionalista y el consumismo desatado). Para comprender este asunto hay que enmarcarlo dentro de lo que está sucediendo en la política interna chilena.
Por estos días suscita enormes debates entre los líderes de opinión el voto chileno para renovar al representante de Latinoamérica en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, cargo para el que se postula Venezuela, apoyado por países como Brasil y Argentina, además obviamente de Bolivia. El otro candidato es Guatemala, país al que respaldan, entre otros, los norteamericanos, y México. EEUU incluso llegó a advertir que la elección de un venezolano en el Consejo de Seguridad sería otro paso más en el deterioro del sistema de Naciones Unidas.
Si bien el Partido Socialista Chileno se alineó con Venezuela, la oficialista Democracia Cristiana (el principal socio de la coalición de gobierno), ha llegado a decir que habrá un antes y un después en la Concertación si Bachelet apoya a Venezuela.
La Presidenta aún no ha tomado una decisión pero está obligada a hacerlo en los próximos días, luego de meses en los que pensó que el tiempo decantaría las aguas sin saber que en realidad las encresparía.
¿Qué tiene que ver todo esto con los acuerdos entre Venezuela y Bolivia? Que para los que quieren que Bachelet vote por Guatemala (o se abstenga), el acuerdo militar de nuestro país con el de Chávez es un argumento de oro a su favor porque confirmaría la mala predisposición del militar hacia los chilenos.

¿Carrera armamentista?

Hay que decir, sin embargo, que los sectores más cuerdos del Congreso, del oficialismo y de la sociedad, afirman que hay una sobre reacción de la derecha, azuzada por algunos medios de comunicación, y que el acuerdo es similar a otros firmados por Chile.
Sostienen que en los argumentos de algunos de sus compatriotas hay cierta dosis de hipocresía. Primero porque el país que más gastó en armamento en los últimos años es Chile (más de dos mil millones de dólares); y segundo, porque mantiene una Ley Reservada del Cobre aprobada por Augusto Pinochet, a través de la cual se destina el 10% de los ingresos estatales de ese metal a las Fuerzas Armadas, lo que es mucho, pero mucho dinero, y que ha permitido que tengan hoy uno de los ejércitos más poderosos, modernos y mejor armados de la región.
Finalmente, porque Chile tiene 19 convenios militares con otros tantos países, entre ellos uno que firmó con Sudáfrica esta misma semana y otros con Guatemala, Nicaragua, Perú EEUU, Argentina, Ecuador, Gran Bretaña y un gran etc. En total Chile tiene 55 acuerdos de defensa, desde acuerdos de intenciones, hasta convenios de construcción de armamento con 25 países distintos.
Claro que a este enrarecido clima no ayudan declaraciones como las del embajador venezolano en Bolivia quien afirmó que su país estaba dispuesto a derramar su sangre por la causa boliviana (léase la del gobierno de Evo Morales) por lo que si alguien tiene que tener miedo al acuerdo no son chilenos ni peruanos sino los propios bolivianos, sobre todo aquéllos que se animen a ser opositores a nuestro propio caudillo.



RECUADRO

Alan García preocupado

Perú también se ha sentido "ofendido" por el acuerdo con Venezuela. Tanto que su presidente, Alan García, afirmó que percibe un cambio en las relaciones con Bolivia. "¿Qué tiene que ver un tercer país en el establecimiento de bases entre dos países que siempre han sido hermanos? Nos sentimos cercanos a Bolivia y de pronto, que se hable de establecer bases militares es un cambio? (y Perú) tiene que responder a un cambio, pero no vamos a responder de manera militar".
La preocupación de los peruanos se explica por sus naturales e históricas disputas con Bolivia respecto a Chile, pero también porque el panorama político internacional viene bastante complicado para García. Existe la posibilidad de que en Ecuador -un país que está en disputa constante con Perú-, gane la elección presidencial Rafael Correa, un chavista confeso.
Si Correa ganara la elección, dos de las principales fronteras peruanas estarán gobernadas por partidarios del principal enemigo de Alan García, el teniente coronel Hugo Chávez, cuyo candidato en Perú, Ollanta Humala casi le arrebata su segundo periodo presidencial.

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