Réquiem para Evo Morales

Algunos imaginaron que Evo Morales por su extracción racial y política traería estabilidad, inclusión y desarrollo para Bolivia, que después de tres gobiernos débiles y cercados por sus propias contradicciones, Morales iba a ser finalmente quien barajara y diera de nuevo las cartas que le tocaron a Bolivia en suerte.
10 meses después, las razones estructurales del mal endémico boliviano no se han modificado y ni siquiera la buena performance económica y la disminución de la pobreza (en los últimos dos años el PIB per cápita pasó de menos de 900 a 1.000 dólares) han logrado superar el paradigma que los intelectuales bolivianos califican como "rentismo" y que Morales no ha querido modificar. Esto es, considerar al Estado con una gran vaca lechera a la que se puede ordeñar inmisericordemente.
El "rentismo" ha llevado a los mineros a enfrentarse violentamente por los yacimientos de estaño de Huanuni y a una futura nacionalización de la minería.
Pero una nacionalización que, según Álvaro García Linera (el intérprete de Morales para que nadie se preocupe más de lo que debiera), "respetará la inversión privada local y extranjera, mantendrá la presencia de las cooperativas y también de los mineros medianos y chicos". Nuevamente el modelo fracasado de la nacionalización de los hidrocarburos o, como dicen en las calles para referirse a esta ambivalencia que no expropia pero tampoco se juega por el libre mercado: Ni chicha ni limonada.
La muerte de los mineros marca el fin de una relativa tranquilidad durante la cual los bolivianos esperaron a ver qué tenía para ofrecerles el gobierno y, además, obliga a Morales a tomar otra determinación quizá más importante que la propia nacionalización: Todos los cooperativistas de Huanuni (más de 4.000) que se enfrentaron a los sindicalizados, serán contratados por la empresa minera estatal, y se les dará salarios más altos que el promedio nacional.
Los bolivianos comprueban, una vez más, que sólo por la fuerza es posible obtener mejores condiciones de vida. Hace poco el sociólogo Roberto Laserna publicó -en base a una profunda investigación de los conflictos sociales- que mientras más permisivo es el gobierno con ellos, aceptándolos como forma legítima de gestión, éstos se tornan más numerosos e intensos.
Es previsible, entonces, que otros sectores sigan el ejemplo de Huanuni, lo que agravaría la ingobernabilidad hasta grados mayores que los del pasado cercano porque, a diferencia de lo que ocurría con Sánchez de Lozada, la alternativa electoral que significaba el MAS ya no estará presente.
El "rentismo" nacionalizador junto al deterioro institucional (que tiene su máxima expresión en la trabada Asamblea Constituyente) no auguran nada bueno en el mediano y largo plazo. En el peor de los casos hiperinflación como la del gobierno de izquierda de la UDP (1982-1985), más violencia regional y fratricida, y un deterioro creciente de los grados de convivencia y ciudadanía.
"Sin embargo, -se puede leer en Pulso, la más seria revista boliviana- el futuro no está escrito ni hay "maldiciones" que anulen la libertad de los pueblos. Todavía depende de los bolivianos. Todavía es posible parar".

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