El enfrentamiento entre Venezuela y Colombia y las declaraciones de grueso calibre vertidas entre autoridades bolivianas y peruanas parecería señalar el fin de uno de los acuerdos de integración más antiguos del continente: la Comunidad Andina de Naciones (CAN) de la que forman parte Ecuador, Perú, Colombia, Bolivia y Venezuela (Chile se retiró en 1976). Ahora bien, se sabe como comienzan estas cosas pero nunca cómo terminan, y quizá la sangre no llegue al río.
Todo comenzó hace unos días cuando Venezuela y Bolivia alzaron el grito al cielo en oposición a los Tratados de Libre Comercio que firmaron Colombia y Perú con los EEUU. Hugo Chávez sostiene que si se suspenden esos TLC revisará su decisión de abandonar la CAN, pero es poco probable que Colombia o Perú cambien de opinión, o Ecuador, que también ha dicho que firmará un Tratado con los norteamericanos en los próximos meses.
Bolivia en esto (como en muchas otras cosas) sigue a Venezuela estrechamente, no sólo en acciones sino en discursos: lo que afirma Chávez en "Aló Presidente" es lo mismo que Morales se esfuerza en decir a los bolivianos en sus intervenciones públicas, como lo demostraron ambos la semana pasada a raíz de este episodio.
Para Chávez los problemas que tuvo el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) significaron un cambio en la estrategia norteamericana que ahora propugna TLC bilaterales (como el firmado por Chile) en lugar de un acuerdo global. Las disputas entre Venezuela y los EEUU son harto conocidas, a ellas hay que sumarles los menos mediáticos encontronazos entre Morales y el país el Norte por el tema de la coca y el retiro de visas a funcionarios de su gobierno.
Pero el enojo de Morales no sólo se debe a razones ideológicas, sino porque Bolivia es, junto a Venezuela, el país más afectado por el TLC colombiano ya que significará que pierda a su principal comprador de soya (100 millones de dólares anuales); además se trata de un producto que es una de las principales exportaciones del díscolo departamento de Santa Cruz con el que viene enfrentado desde el inicio de su gobierno.
Sin embargo, la apuesta de Morales es arriesgada porque el comercio de Bolivia con todo los países de la CAN representa la nada despreciable cifra de 450 millones de dólares que, para una economía de las dimensiones de la boliviana, es significativa. Ya los exportadores bolivianos han afirmado que sería una locura perder este mercado, como está ocurriendo con el norteamericano si Bolivia no renueva al ATPDEA (un acuerdo excepcional de libre comercio que favorece a países productores de droga); en su reemplazo Morales está embarcado en la búsqueda de un "Tratado de Comercio entre los Pueblos", similar a la "Diplomacia de los Pueblos" que quiere ejercitar con Chile.
Finalmente, Venezuela busca trasladar al MERCOSUR toda la discusión de integración comercial, y Bolivia plantea realizar una simbiosis entre éste, la CAN y la Comunidad Sudamericana de Naciones.
Pero el MERCOSUR que miran Chávez y Morales tampoco está en su mejor momento, son muy fuertes los desacuerdos entre Argentina y Uruguay a raíz de la construcción de papeleras así como las disputas comerciales entre Brasil y Argentina. Lo cual augura que cuando Venezuela ingrese de forma plena habrá más de un problema, ya que no sólo tiene fuentes energéticas sino que está dispuesto a insertarlo en una feroz discusión ideológica y a poner sobre sus hombros a países más chicos que forman parte del acuerdo como el propio Uruguay, Paraguay y, cómo no, Bolivia.
Se trata pues de un "chenko" total (como dicen los andinos cuando las cosas están muy enrevesadas), y una pequeñísima muestra del panorama que enfrenta la integración regional, a la que Chile quiere mirar con especial atención en los próximos años, precisamente el país que apostó a los TLC individuales con mayor éxito y en los que basa su modelo exportador.
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