Freaks

Exhibir gente deforme o anormal tuvo muchos nombres. En el siglo XIX se le decía "Show de Rarezas" o "Hall de Curiosidades Humanas", pero a comienzos del XX se popularizaron los términos "freakshow" y especialmente "sideshow".
Los freaks más exhibidos y famosos de toda la historia fueron Chang y Eng, los siameses (oriundos de Siam) que dieron nombre a la forma en que nacieron, y que se casaron con un par de hermanas para tener 21 hijos (uno cerraba los ojos mientras el otro amaba en silencio cuentan en su biografía).
En la universidad islámica de Nablus, se realizó, meses atrás, la primera exposición de arte terrorista de la que se tenga memoria. La fiesta corrió a cargo del grupo Hamas. Entre reconstrucciones de la pizzería que volaron en Israel, pasando por el homenaje a un shaid (mártir islámico), había de todo. A través de un agujero hecho en un tabique, se podían ver repisas con los efectos personales (kefías ?pañuelo árabes? o cartas de despedida) y las fotos o retratos de los shaídes, con un fusil en la mano derecha y el Corán en la izquierda.
Hubo quien dijo que el atentado del 11 de septiembre fue la mayor obra de arte del siglo (por eso de que el arte es, en sí mismo, una forma de destrucción simbólica). Varios fotógrafos hicieron enormes exposiciones sobre el fatídico día (en Bolivia, sin ir lejos, se publicaron por lo menos cuatro reportajes retratándolo).
El gobierno de Polonia sostiene que casi medio millón de personas visita cada año los campos de concentración y exterminio de Auschwitz I y Auschwitz II?Birkenau. Abiertos al público en julio de 1947 con el nombre de "Monumento del martirio del pueblo polaco y otras naciones", son un testimonio del holocausto sufrido por judíos, gitanos y comunistas, pero cada vez más parecen paradores turísticos.
La pasión enfermiza por exhibir la muerte se refleja en museos guerreros como el del Pacífico, donde hay fusiles antiguos y uniformes que alguna vez empuñaron y vistieron ilustre y desconocidos soldados que ahora son poco más que arena en el desierto. Producto de otras guerras (las del hombre contra la ciencia), en el Museo Tiwanacota se pueden apreciar cráneos con agujeros y calaveras destrozadas por obra de algún instrumento de trepanación, además de momias en distintos colores y tamaños (juro haber visto la de un niño).
En Sevilla está exhibida la cabeza de una vaca que parió a un toro que pasó a la historia por atravesar a uno de los más grandes matadores españoles. El asesinato de la madre obedeció a razones profilácticas: que nunca más engendre un ternero que pueda causar tanto dolor entre los fanáticos.
En los noticieros de televisión la muerte y la sordidez son los protagonistas por excelencia (hasta People+Art ha hecho un programa sobre grandes incestos y asesinos taquilleros). La semana pasada un niño con la boca monstruosamente crecida; ésta el recuento monótono de los muertos en un accidente.
Exhibicionismo y voyeurismo, categorías que no sirven para clasificar sino para complacernos: O vemos (esa desgracia ajena que podría ser la nuestra), o nos miran (si somos deformes, si morimos, si nos matan).
Desde que se inventó la televisión freaks somos todos.

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