La competencia despiadada entre La Tercera y El Mercurio en Chile es el tema de moda en algunos blogs especializados, todo a raíz de un excelente reportaje de Miguel Paz "Golpe a golpe: La Tercera versus El Mercurio" publicado en la revista Caras.
Sobre éste y otros temas, les recomiendo que lean el blog Antimedios de Arturo Arriagada; El Medio Blog de Angélica Bulnes y los Wewblogs universitarios de la Universiad Católica.
Allí encontrarán una buena aproximación a lo que se hace en Chile en blogs donde se discuten temas mediáticos.
A propósito de la Asamblea Constituyente en Bolivia
Si bien el alcance de la Asamblea Constituyente es una entelequia que se irá dilucidando con el tiempo, se sabe que el oficialismo tiene 137 de los 255 representantes, o sea una mayoría holgada pero no los dos tercios requeridos para la aprobación de la nueva Constitución; por eso, en lugar de buscar el consenso, lucha porque todas las decisiones se tomen por mayoría simple.
Muchos analistas consideran que la Constituyente puede ser una oportunidad para generar mayor participación e inclusión social y terminar con la hegemonía de una elite que fue incapaz de resolver los problemas más elementales de las grandes mayorías excluidas.
En ese sentido, una encuesta de Naciones Unidas sostiene que los bolivianos rechazan cualquier cambio a los colores de la enseña patria, el himno nacional o los límites departamentales, pero a la vez se inclinan por modificar el contenido social de la Constitución, sobre todo en áreas como la salud y la educación. Además, el 50 por ciento cree que la Carta Magna debe ser modificada sólo en parte, y un 35 por ciento cree que el cambio debe ser total.
O sea, ni tanto ni tan poco.
Sobre estos temas vale la pena visitar el blog Asamblea Constituyente de Bolivia, un espacio donde se discute este tema.
Muchos analistas consideran que la Constituyente puede ser una oportunidad para generar mayor participación e inclusión social y terminar con la hegemonía de una elite que fue incapaz de resolver los problemas más elementales de las grandes mayorías excluidas.
En ese sentido, una encuesta de Naciones Unidas sostiene que los bolivianos rechazan cualquier cambio a los colores de la enseña patria, el himno nacional o los límites departamentales, pero a la vez se inclinan por modificar el contenido social de la Constitución, sobre todo en áreas como la salud y la educación. Además, el 50 por ciento cree que la Carta Magna debe ser modificada sólo en parte, y un 35 por ciento cree que el cambio debe ser total.
O sea, ni tanto ni tan poco.
Sobre estos temas vale la pena visitar el blog Asamblea Constituyente de Bolivia, un espacio donde se discute este tema.
Proyecto de software libre en idiomas originarios
Copio a continuación algunos párrafos de un proyecto que me pareció atractivo.
Si quieren verlo completo, colaborar o trabajar en él, háganlo en la Biblioteca de las Indias Electrónicas
"Claroline es la plataforma de formación online más extendida de Iberoamérica. Nacida en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), no sólo es una excelente plataforma tecnológica, además es software libre: cualquiera puede usarlo, mejorarlo y modificarlo libremente. Claroline forma parte del procomún digital universal, no está sometida a patentes, derechos de explotación ni pago de royalties.
De todas las lenguas de la comunidad iberoamericana Claroline ha sido traducida a las dos más extendidas: español y portugués. Sin embargo todavía no lo ha sido a las lenguas nativas americanas que como el guaraní, el quechua o el aymara, son la lengua materna de millones de nuestros conciudadanos.
En la Biblioteca de las Indias hacemos nuestro el manifiesto Ubuntu. Pensamos que el software debería ser gratuito, las herramientas deberían poder usarse por cada cual en su lengua materna e independientemente de cualquier discapacidad, debiendo tener además, libertad para personalizar y modificar los programas del modo que más les convenga. Así que nos disponemos a poner nuestro granito de arena para hacer esto realidad con tu ayuda.
Este es un proyecto muy sencillo. Su objetivo es traducir el software y dejar esa traducción al dominio público para que cualquiera pueda usarlo y se integre a la distribución oficial y libre de Claroline.
Queremos tener lista la traducción en noviembre al quechua, el aymara y el guaraní. El equipo de traductores se repartirá el fondo final obtenido de aquí al uno de noviembre, a partes iguales. La dotación inicial asegura pues que como mínimo cada uno de ellos recibirá 100 euros".
Si quieren verlo completo, colaborar o trabajar en él, háganlo en la Biblioteca de las Indias Electrónicas
"Claroline es la plataforma de formación online más extendida de Iberoamérica. Nacida en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), no sólo es una excelente plataforma tecnológica, además es software libre: cualquiera puede usarlo, mejorarlo y modificarlo libremente. Claroline forma parte del procomún digital universal, no está sometida a patentes, derechos de explotación ni pago de royalties.
De todas las lenguas de la comunidad iberoamericana Claroline ha sido traducida a las dos más extendidas: español y portugués. Sin embargo todavía no lo ha sido a las lenguas nativas americanas que como el guaraní, el quechua o el aymara, son la lengua materna de millones de nuestros conciudadanos.
En la Biblioteca de las Indias hacemos nuestro el manifiesto Ubuntu. Pensamos que el software debería ser gratuito, las herramientas deberían poder usarse por cada cual en su lengua materna e independientemente de cualquier discapacidad, debiendo tener además, libertad para personalizar y modificar los programas del modo que más les convenga. Así que nos disponemos a poner nuestro granito de arena para hacer esto realidad con tu ayuda.
Este es un proyecto muy sencillo. Su objetivo es traducir el software y dejar esa traducción al dominio público para que cualquiera pueda usarlo y se integre a la distribución oficial y libre de Claroline.
Queremos tener lista la traducción en noviembre al quechua, el aymara y el guaraní. El equipo de traductores se repartirá el fondo final obtenido de aquí al uno de noviembre, a partes iguales. La dotación inicial asegura pues que como mínimo cada uno de ellos recibirá 100 euros".
Evolatría y sopa
Una de las innumerables fotos del ex Presidente boliviano René Barrientos Ortuño encabezaba la mesa durante los almuerzos dominicales de mi infancia. En ella se lo ve tomando un cóctel de singani y riendo de alguna ocurrencia ya perdida en el tiempo. Pero no es una foto aristocrática, ni mucho menos: retrata un humilde solar campesino, uno de esos lugares donde se sentía a gusto el autoproclamado "General del pueblo" y quien se convirtió a fuerza de imágenes como ésa, en uno de los líderes más carismáticos de los que se tenga recuerdo en la historia contemporánea de Bolivia.
El caso de Barrientos es curioso: En 1964, siendo Vicepresidente, derrocó a Víctor Paz Estenssoro, luego cogobernó junto a Alfredo Ovando (quien años después nacionalizaría el petróleo), derrotó al Che Guevara, fue elegido presidente "democrático" y murió en un accidente de helicóptero del que aún hoy se tejen conjeturas.
Barrientos también es famoso porque fue autor de lo que se llamó el "pacto militar-campesino", y al igual que Evo Morales, también inauguró una Asamblea Constituyente, redactó una nueva Constitución e hizo desfilar a miles de campesinos junto a las Fuerzas Armadas a paso de ganso. Los dos afirmarían después que eran hechos inéditos en la historia y ninguno tendría razón porque ese tipo de puesta en escena les antecede y les sobrevivirá, de igual forma que el culto a la personalidad al que políticos y militares fatuos son tan afectos. Por eso no resulta descabellado afirmar que las huellas del futuro de Bolivia hay que encontrarlas sobre todo en su pasado autoritario, en momentos como ese en el que Barrientos era amo y señor de vidas y haciendas.
Hace unos días Morales fue noticia nuevamente por la impresión de un juego de estampillas con su foto, la declaración de su casa natal como monumento histórico y otras iniciativas aún más graciosas y menos comentadas: El deseo de convertir la whipala multicolor (y símbolo del movimiento gay) en enseña patria o el afán por crear un cuarto poder del Estado y rebautizar plazas y calles. Además de otros hechos más sustanciales: La fuerte polarización entre oriente y occidente que está cobrando un cariz espinoso y violento, el desconocimiento de las minorías en la Asamblea Constituyente y el pozo sin fondo en el que ha caído la nacionalización por la incapacidad y las sospechas de corrupción que envuelven a YPFB.
Es que la casa y un sello postal vayan y pasen, sobre todo porque serán circuito turístico y reliquia para filatelistas (como lo fue la famosa "chompa", esa vez para fetichistas varios), pero ello, sumado a la amenaza a las instituciones democráticas o el peligro de enfrentamientos regionales, sea en nombre de la revolución o del "pachakuti", son un cóctel tan explosivo como el que tomaba Barrientos en ese solar ya inexistente y bucólico al que quieren retornar algunos sectores milenaristas y que están desdibujando un gobierno legítimo como pocos.
No hay que olvidar que si hay cosas que siempre van de la mano son la idolatría y el autoritarismo, el culto a la personalidad y la conculcación de libertades. Porque, se sabe, si es líquida, caliente y se sirve a mediodía es sopa. "Chairo" quizá (con charqui de cordero, chuño y mote), pero sopa al fin.
Sergio Molina Monasterios es boliviano, politólogo y analista de Imaginaccion Consultores.
El caso de Barrientos es curioso: En 1964, siendo Vicepresidente, derrocó a Víctor Paz Estenssoro, luego cogobernó junto a Alfredo Ovando (quien años después nacionalizaría el petróleo), derrotó al Che Guevara, fue elegido presidente "democrático" y murió en un accidente de helicóptero del que aún hoy se tejen conjeturas.
Barrientos también es famoso porque fue autor de lo que se llamó el "pacto militar-campesino", y al igual que Evo Morales, también inauguró una Asamblea Constituyente, redactó una nueva Constitución e hizo desfilar a miles de campesinos junto a las Fuerzas Armadas a paso de ganso. Los dos afirmarían después que eran hechos inéditos en la historia y ninguno tendría razón porque ese tipo de puesta en escena les antecede y les sobrevivirá, de igual forma que el culto a la personalidad al que políticos y militares fatuos son tan afectos. Por eso no resulta descabellado afirmar que las huellas del futuro de Bolivia hay que encontrarlas sobre todo en su pasado autoritario, en momentos como ese en el que Barrientos era amo y señor de vidas y haciendas.
Hace unos días Morales fue noticia nuevamente por la impresión de un juego de estampillas con su foto, la declaración de su casa natal como monumento histórico y otras iniciativas aún más graciosas y menos comentadas: El deseo de convertir la whipala multicolor (y símbolo del movimiento gay) en enseña patria o el afán por crear un cuarto poder del Estado y rebautizar plazas y calles. Además de otros hechos más sustanciales: La fuerte polarización entre oriente y occidente que está cobrando un cariz espinoso y violento, el desconocimiento de las minorías en la Asamblea Constituyente y el pozo sin fondo en el que ha caído la nacionalización por la incapacidad y las sospechas de corrupción que envuelven a YPFB.
Es que la casa y un sello postal vayan y pasen, sobre todo porque serán circuito turístico y reliquia para filatelistas (como lo fue la famosa "chompa", esa vez para fetichistas varios), pero ello, sumado a la amenaza a las instituciones democráticas o el peligro de enfrentamientos regionales, sea en nombre de la revolución o del "pachakuti", son un cóctel tan explosivo como el que tomaba Barrientos en ese solar ya inexistente y bucólico al que quieren retornar algunos sectores milenaristas y que están desdibujando un gobierno legítimo como pocos.
No hay que olvidar que si hay cosas que siempre van de la mano son la idolatría y el autoritarismo, el culto a la personalidad y la conculcación de libertades. Porque, se sabe, si es líquida, caliente y se sirve a mediodía es sopa. "Chairo" quizá (con charqui de cordero, chuño y mote), pero sopa al fin.
Sergio Molina Monasterios es boliviano, politólogo y analista de Imaginaccion Consultores.
Los cinco desafíos de América Latina para José Miguel Insulza
El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, detalló los que a su juicio son los cinco principales desafíos de la región en el marco del seminario "América Latina en la Encrucijada" (Proyectamérica y Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica).
En primer lugar el crecimiento ("el resto sólo es música", dijo), y por tanto estabilidad.
Si un empresario tuviera que escoger un país donde invertir, ejemplificó, elige primero una democracia estable, después -lamentablemente- una autocracia estable y, finalmente, una democracia inestable).
En segundo lugar el combate contra la pobreza ligado estrechamente a disminuir la desigualdad y a luchar contra la discriminación (sobre todo en un continente donde las mayorías son afro americanas e indígenas... además de ser pobres).
En tercer lugar la integración, pero asumiendo los problemas reales que ésta tiene. No habrá integración, sostuvo, sin que cada país ceda algo, sin entregar soberanía de algún tipo.
Hoy ningún gobierno está dispuesto a supeditar parte de sus decisiones, por ejemplo, a una entidad supranacional o a ser integrante de un mecanismo de solución de controversias.
Por otra parte, la integración cuesta y alguien tiene que pagar la cuenta. Al respecto recordó nuevamente la experiencia europea que implicó que algunos países grandes y ricos pagaran a países más pequeños y pobres. El problema en América Latina, enfatizó, es que no hay disposición a asumir los costos inevitables que trae la integración.
Otro desafío que debe enfrentar la región es el combate al crimen. Sugirió que ya no hay violencia política en América Latina o que ésta se ha reducido sustancialmente, en cambio, se ha incrementado en forma exponencial el narcotráfico, las pandillas, el lavado de dinero, etc.
Finalmente, destacó que hay cierto consenso respecto a que el mercado por sí solo no resuelve los problemas de la gente, es común escuchar que se necesita que el Estado asuma otro rol si se quiere pensar en forma optimista sobre el futuro de la región. En ese contexto, dijo que el quinto desafío es la gobernabilidad. Entre millones de latinoamericanos existe la sensación de que la democracia no está resolviendo sus problemas más apremiantes, lo cual es muy grave porque implica una desconfianza profunda en las instituciones.
La democracia, finalizó, tiene que resolver temas de calidad, transparencia y eficacia, elementos que van a determinar el futuro de América Latina. La democracia, cree Insulza, ya no está sujeta a la amenaza de un golpe de Estado o de una insurrección armada sino a que la gente común y corriente no soporte más al gobierno que tiene.
En primer lugar el crecimiento ("el resto sólo es música", dijo), y por tanto estabilidad.
Si un empresario tuviera que escoger un país donde invertir, ejemplificó, elige primero una democracia estable, después -lamentablemente- una autocracia estable y, finalmente, una democracia inestable).
En segundo lugar el combate contra la pobreza ligado estrechamente a disminuir la desigualdad y a luchar contra la discriminación (sobre todo en un continente donde las mayorías son afro americanas e indígenas... además de ser pobres).
En tercer lugar la integración, pero asumiendo los problemas reales que ésta tiene. No habrá integración, sostuvo, sin que cada país ceda algo, sin entregar soberanía de algún tipo.
Hoy ningún gobierno está dispuesto a supeditar parte de sus decisiones, por ejemplo, a una entidad supranacional o a ser integrante de un mecanismo de solución de controversias.
Por otra parte, la integración cuesta y alguien tiene que pagar la cuenta. Al respecto recordó nuevamente la experiencia europea que implicó que algunos países grandes y ricos pagaran a países más pequeños y pobres. El problema en América Latina, enfatizó, es que no hay disposición a asumir los costos inevitables que trae la integración.
Otro desafío que debe enfrentar la región es el combate al crimen. Sugirió que ya no hay violencia política en América Latina o que ésta se ha reducido sustancialmente, en cambio, se ha incrementado en forma exponencial el narcotráfico, las pandillas, el lavado de dinero, etc.
Finalmente, destacó que hay cierto consenso respecto a que el mercado por sí solo no resuelve los problemas de la gente, es común escuchar que se necesita que el Estado asuma otro rol si se quiere pensar en forma optimista sobre el futuro de la región. En ese contexto, dijo que el quinto desafío es la gobernabilidad. Entre millones de latinoamericanos existe la sensación de que la democracia no está resolviendo sus problemas más apremiantes, lo cual es muy grave porque implica una desconfianza profunda en las instituciones.
La democracia, finalizó, tiene que resolver temas de calidad, transparencia y eficacia, elementos que van a determinar el futuro de América Latina. La democracia, cree Insulza, ya no está sujeta a la amenaza de un golpe de Estado o de una insurrección armada sino a que la gente común y corriente no soporte más al gobierno que tiene.
Los hombres y mujeres más influentes del gobierno boliviano
Estoy haciendo una informal y breve encuesta sobre los cinco o seis hombres o mujeres más importantes del gobierno de Bolivia (después de Evo Morales, por supuesto).
El que quiera colaborar sólo tiene que poner el nombre e informar por qué cree que el(la) elegido(a) tiene esa influencia o detenta tanto poder.
El que quiera colaborar sólo tiene que poner el nombre e informar por qué cree que el(la) elegido(a) tiene esa influencia o detenta tanto poder.
Asamblea Constituyente: El experimento revolucionario
El 6 de agosto próximo no sólo será recordado por los bolivianos como otro aniversario patrio, sino como el día en que comenzará a sesionar la Asamblea Constituyente y -según Evo Morales- la "refundación" del país y el inicio de la segunda independencia de la República.
El tema genera acaloradas discusiones en Bolivia. Desde el cambio de los colores de la bandera o de la letra del himno nacional; hasta el deseo de que la elección de los diputados en circunscripciones indígenas sea en asambleas (y no por votación universal) o que la justicia comunitaria sea incorporada al Código Penal, occidental y recién reformado que se tenía hasta ahora.
Cuentan que cuando el imperio español comenzaba su declive, el Consejo de Indias discutió por años sobre la inmaculada concepción de la Virgen en lugar de pensar en lo que hacían sus competidores. Algo similar ocurre en Bolivia: El diálogo se está tornando metafísico mientras las oportunidades que genera el buen desempeño económico y el incremento de las exportaciones pasan por sus costados sin hacerle mella, a diferencia de todos sus vecinos sin excepción.
Si bien el alcance de la Asamblea Constituyente es una entelequia que se irá dilucidando con el tiempo, en asuntos más terrenales la discusión es otra. El oficialismo tiene 137 de los 255 representantes, o sea una mayoría holgada pero no los dos tercios requeridos para la aprobación de la nueva Constitución; por eso, en lugar de buscar el consenso, lucha porque todas las decisiones se tomen por mayoría simple. Además, los representantes del MAS sostienen que quieren una Constitución que reconozca un Estado pluricultural con hegemonía indígena, la modificación de la división geográfica del país y, por supuesto, la reelección del Presidente de la República. Esto significa para muchos opositores, centralismo y etnocentrismo con tufo racista; la apertura de la única Caja de Pandora que en Bolivia continúa cerrada: Los límites territoriales, con lo cual, si son ciertos los trascendidos, los halcones de Morales buscan disminuir el poder de Santa Cruz; y, finalmente, perpetuación en el poder para continuar con el modelo venezolano.
Pero también analistas más serios consideran que la Constituyente puede ser una oportunidad para generar mayor participación e inclusión social y terminar con la hegemonía de una elite que fue incapaz de resolver los problemas más elementales de las grandes mayorías excluidas.
En ese sentido, una reciente encuesta de Naciones Unidas sostiene que los bolivianos rechazan cualquier cambio a los colores de la enseña patria, el himno nacional o los límites departamentales, pero a la vez se inclinan por modificar el contenido social de la Constitución, sobre todo en áreas como la salud y la educación. Además, el 50 por ciento cree que la Carta Magna debe ser modificada sólo en parte, y un 35 por ciento cree que el cambio debe ser total.
O sea, ni tanto ni tan poco, sabiduría popular que le dicen, además de algo de cordura que siempre hace falta y rechazo a esos trágicos ensayos maximalistas y "refundacionales" de los que están llenos los libros de historia.
El tema genera acaloradas discusiones en Bolivia. Desde el cambio de los colores de la bandera o de la letra del himno nacional; hasta el deseo de que la elección de los diputados en circunscripciones indígenas sea en asambleas (y no por votación universal) o que la justicia comunitaria sea incorporada al Código Penal, occidental y recién reformado que se tenía hasta ahora.
Cuentan que cuando el imperio español comenzaba su declive, el Consejo de Indias discutió por años sobre la inmaculada concepción de la Virgen en lugar de pensar en lo que hacían sus competidores. Algo similar ocurre en Bolivia: El diálogo se está tornando metafísico mientras las oportunidades que genera el buen desempeño económico y el incremento de las exportaciones pasan por sus costados sin hacerle mella, a diferencia de todos sus vecinos sin excepción.
Si bien el alcance de la Asamblea Constituyente es una entelequia que se irá dilucidando con el tiempo, en asuntos más terrenales la discusión es otra. El oficialismo tiene 137 de los 255 representantes, o sea una mayoría holgada pero no los dos tercios requeridos para la aprobación de la nueva Constitución; por eso, en lugar de buscar el consenso, lucha porque todas las decisiones se tomen por mayoría simple. Además, los representantes del MAS sostienen que quieren una Constitución que reconozca un Estado pluricultural con hegemonía indígena, la modificación de la división geográfica del país y, por supuesto, la reelección del Presidente de la República. Esto significa para muchos opositores, centralismo y etnocentrismo con tufo racista; la apertura de la única Caja de Pandora que en Bolivia continúa cerrada: Los límites territoriales, con lo cual, si son ciertos los trascendidos, los halcones de Morales buscan disminuir el poder de Santa Cruz; y, finalmente, perpetuación en el poder para continuar con el modelo venezolano.
Pero también analistas más serios consideran que la Constituyente puede ser una oportunidad para generar mayor participación e inclusión social y terminar con la hegemonía de una elite que fue incapaz de resolver los problemas más elementales de las grandes mayorías excluidas.
En ese sentido, una reciente encuesta de Naciones Unidas sostiene que los bolivianos rechazan cualquier cambio a los colores de la enseña patria, el himno nacional o los límites departamentales, pero a la vez se inclinan por modificar el contenido social de la Constitución, sobre todo en áreas como la salud y la educación. Además, el 50 por ciento cree que la Carta Magna debe ser modificada sólo en parte, y un 35 por ciento cree que el cambio debe ser total.
O sea, ni tanto ni tan poco, sabiduría popular que le dicen, además de algo de cordura que siempre hace falta y rechazo a esos trágicos ensayos maximalistas y "refundacionales" de los que están llenos los libros de historia.
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