Bienvenido a la discusión más xenófoba, premoderna y provinciana de los últimos años.
Los protagonistas: un grupo de chilenos que no quiere verse como bolivianos (pero se ven), un grupo de bolivianos que no quiere mostrar que en Bolivia hay narcos (pero los hay), y mucha gente que no entiende que el cine es un negocio.
Los hechos: la irrupción de un alcalde iracundo a la filmación de la película de James Bond para detenerla, lo que le significó la cárcel (...ojalá lo hubieran detenido por creerse mejor que los bolivianos, pero para eso no hay pena), y un Minstro que se queja a los productores de la película porque no le gusta el guión (sin haberlo leído, por supuesto).
¿No son acaso los elementos del mejor sainete y del peor nacionalismo que se pude ver hoy en día? Si no fuera trágico hasta podríamos reírnos de la infinita estupidez del ser humano.
Yo por mi parte espero ver la película y tratar de olvidar el espectáculo que están (estamos) dando.
En tanto -ya sin esperanza alguna- sólo nos resta esperar que un día de estos alguien recuerde orgulloso y erúdito la crítica al entrañable Donald porque tiene un tío rico, o a Superman por imperialista y volador.
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