Cada cierto tiempo los bolivianos nos empecinamos en una de las tareas más difíciles que puede arrogarse una sociedad: autocumplir profecías. En este caso, aquellas que presagiaban la división, el enfrentamiento fraticida, la balcanización, en fin, descender un escaño más en ese cono profundo con el que Dante simboliza el infierno.
Por ejemplo, a diferencia de antaño cuando sólo un grupo de cruceños eran los díscolos, hoy se comienza a hablar de toda una "media luna" rebelde (los cuatro departamentos del oriente que representan esa figura en el mapa). La autonomía que hasta hace poco era delirio de dirigentes provincianos hoy moviliza a cientos de miles de ciudadanos. Finalmente, lo que parecía una división política se convierte en sociológica: el respaldo a Evo Morales es del 80% en El Alto, pero la cifra tiene su imagen especular en Santa Cruz.
El actual gobierno -celebrado por propios y extraños como la respuesta a la exclusión-, está consolidando la polarización y dotándola de bases sociales, soliviantando a la clase media, y permitiendo que en ambas facciones surjan grupos antidemocráticos que aconsejan a quien quiera oírlos que ha llegado el momento de un ajuste de cuentas histórico.
Hay una diferencia cualitativa entre ésta y otras crisis. El gobierno está despertando fantasmas dormidos que cuesta mucho conjurar: ha llamado a las FFAA a intervenir en el proceso político, y hace vista gorda de los reaccionarios de ambos bandos que violentan a indios o a blancos.
Sin embargo, esta crisis también es una oportunidad (disculpen el cliché): El Presidente comienza a reconocer que le será difícil imponer un proyecto hegemónico sin ceder (por lo menos democráticamente), y no sólo ha felicitado a los opositores sino que los ha convocado a un diálogo del que todos esperan humo blanco. Hay quienes dicen que Morales sólo entiende el lenguaje de las calles, pues bien, la multitudinaria movilización parece haber hecho mella en su incombustible confianza sobre el curso de la historia.
El problema es que pese al diálogo, estructuralmente las posiciones parecen irreconciliables: La demanda de autonomía de la "media luna" chocará indefectiblemente con el modelo centralista y estatista del gobierno; y la Asamblea Constituyente está empantanada en una discusión bizantina sobre formas y amenaza con explotar cuando comience a discutir contenidos.
Por ahora, los pronósticos no anuncian cambios revolucionarios ni geográficos (por lo menos mientras esos grupos racistas y premodernos no seduzcan a las grandes mayorías democráticas), pero sí se prevé más y mayor inestabilidad.
Ojala que nada de esto ocurra, ni aquellas profecías divisionistas ni éstos pronósticos pesimistas, que prime la sensatez y se imponga la ética de la responsabilidad por sobre la de las convicciones. Ojala desistan aquellos que piensan que ha llegado el momento de clavar un letrero sobre el mapa de Bolivia que diga "abandonad aquí toda esperanza"; otros, en cambio, sostenemos que aún es posible que Morales eche mano a las reservas republicanas que tiene para ejercer su mayoría democráticamente.
* Sergio Molina Monasterios, politólogo, analista de Imaginaccion Consultores
Cumbre, cima, cresta
En una famosa y añeja foto se ve a Churchill, Stalin y Roosevelt viejos y cansados repartiéndose países como si fueran fichas de dominó. Fue en Yalta en 1945 y la II Guerra Mundial estaba a punto de concluir. Desde entonces hasta ahora las cumbres presidenciales han perdido encanto y glamour.
Cierto que antaño reunir presidentes no era tarea fácil, y que hoy el fin del tiempo y del espacio hace posible que los presidentes converjan en un solo punto en forma inmediata, pero incluso en la era de la diplomacia directa nuestra región sigue caracterizándose por los excesos y se llegan a convocar periódicamente por lo menos cinco citas de gran envergadura: la Cumbre de las Américas, la Iberoamericana, la del Grupo de Río, la de la Comunidad Andina, la del MERCOSUR (para no nadar en aguas profundas como las reuniones con otros continentes o las minicumbres).
Está claro que no todas son iguales; por ejemplo, la de Las Américas es sobre todo la reunión con el primus interpares de los presidentes: el mandatario norteamericano (hoy venida a menos por el fracaso del ALCA). La Iberoamericana es la versión española y no participa los EEUU (también muy desprestigiada porque en Montevideo hace algunas semanas hubo más ausentes que presentes). La del MERCOSUR tenía las tintas más cargadas en la integración comercial pero actualmente está tan politizada que dos de sus miembros no pueden ni verse. Finalmente, poco queda de aquel glorioso Grupo de Río surgido de la pacificación centroamericana y que asume su crisis terminal casi con resignación.
La más novel de todas estas citas es la Cumbre Sudamericana que se inaugura hoy en Cochabamba. Agrupa a 12 países de la región de los cuales cuatro comprometieron su asistencia y por lo menos cinco no asistirán.
Si bien como en cualquier otra hay que celebrar las reuniones bilaterales (la que sostendrán Evo Morales y Michelle Bachelet, por ejemplo, y que continúa el profuso y positivo intercambio entre ambos países), es probable que esta reunión no alcance relevancia alguna y se recuerde sobre todo por quienes no fueron antes que por los que fueron.
Pero esto no sólo hay que atribuirlo a lo deteriorado que está la integración sudamericana (nunca la región estuvo tan separada como ahora), sino también a otro pequeño detalle: Bolivia está convulsionada y en las últimas semanas hay un proceso creciente de confrontación donde interviene la espontánea movilización de la clase media, la lucha desesperada de algunas elites derrotadas y una sólida y oficialista mayoría indígena. La disputa hace referencia a un tema legal pero en realidad lo que se está peleando palmo a palmo es el tipo de democracia y el modelo de descentralización que regirá en el futuro.
Todo ello ante un público privilegiado: varios presidentes y 800 periodistas que tendrán desde fotos de Chávez eufórico post-reelección hasta movilizaciones "clandestinas" y huelgas "secretas" (disculpen los oxímoron). Todo esto, claro está, si el gobierno las permite, porque entre hoy y mañana hará los mejores esfuerzos para mostrar a Bolivia como una buena familia burguesa (decadente, cierto, pero que nadie lo note).
Sergio Molina Monasterios es Politólogo, analista de Imaginaccion Consultores
Cierto que antaño reunir presidentes no era tarea fácil, y que hoy el fin del tiempo y del espacio hace posible que los presidentes converjan en un solo punto en forma inmediata, pero incluso en la era de la diplomacia directa nuestra región sigue caracterizándose por los excesos y se llegan a convocar periódicamente por lo menos cinco citas de gran envergadura: la Cumbre de las Américas, la Iberoamericana, la del Grupo de Río, la de la Comunidad Andina, la del MERCOSUR (para no nadar en aguas profundas como las reuniones con otros continentes o las minicumbres).
Está claro que no todas son iguales; por ejemplo, la de Las Américas es sobre todo la reunión con el primus interpares de los presidentes: el mandatario norteamericano (hoy venida a menos por el fracaso del ALCA). La Iberoamericana es la versión española y no participa los EEUU (también muy desprestigiada porque en Montevideo hace algunas semanas hubo más ausentes que presentes). La del MERCOSUR tenía las tintas más cargadas en la integración comercial pero actualmente está tan politizada que dos de sus miembros no pueden ni verse. Finalmente, poco queda de aquel glorioso Grupo de Río surgido de la pacificación centroamericana y que asume su crisis terminal casi con resignación.
La más novel de todas estas citas es la Cumbre Sudamericana que se inaugura hoy en Cochabamba. Agrupa a 12 países de la región de los cuales cuatro comprometieron su asistencia y por lo menos cinco no asistirán.
Si bien como en cualquier otra hay que celebrar las reuniones bilaterales (la que sostendrán Evo Morales y Michelle Bachelet, por ejemplo, y que continúa el profuso y positivo intercambio entre ambos países), es probable que esta reunión no alcance relevancia alguna y se recuerde sobre todo por quienes no fueron antes que por los que fueron.
Pero esto no sólo hay que atribuirlo a lo deteriorado que está la integración sudamericana (nunca la región estuvo tan separada como ahora), sino también a otro pequeño detalle: Bolivia está convulsionada y en las últimas semanas hay un proceso creciente de confrontación donde interviene la espontánea movilización de la clase media, la lucha desesperada de algunas elites derrotadas y una sólida y oficialista mayoría indígena. La disputa hace referencia a un tema legal pero en realidad lo que se está peleando palmo a palmo es el tipo de democracia y el modelo de descentralización que regirá en el futuro.
Todo ello ante un público privilegiado: varios presidentes y 800 periodistas que tendrán desde fotos de Chávez eufórico post-reelección hasta movilizaciones "clandestinas" y huelgas "secretas" (disculpen los oxímoron). Todo esto, claro está, si el gobierno las permite, porque entre hoy y mañana hará los mejores esfuerzos para mostrar a Bolivia como una buena familia burguesa (decadente, cierto, pero que nadie lo note).
Sergio Molina Monasterios es Politólogo, analista de Imaginaccion Consultores
Las negociaciones secretas del gobierno de Morales para vender gas a Chile
Con información del periódico La Tercera de Chile
Una investigación periodística reveló hace unos días que diversos funcionarios del gobierno boliviano propusieron a sus contrapartes chilenas la posibilidad de venderles gas para generar energía eléctrica.
El reportaje del periódico chileno La Tercera establece que dos de las generadoras eléctricas más importantes del norte de Chile y responsables de abastecer casi la totalidad de la minería de esa zona (industria que por sí solas representa la mitad de las exportaciones totales de ese país), discutieron largamente la propuesta de funcionarios del gobierno de Evo Morales, particularmente del Cónsul José Enrique Pinelo, para recibir gas boliviano y resolver el problema de desabastecimiento de este hidrocarburo y de energía eléctrica que sufre Chile a consecuencia del racionamiento argentino.
En qué consistía el negocio
"Las dos principales operadoras eléctricas en la zona, Gas Atacama (de propiedad de Endesa y CMS Energy) y el Grupo Suez (socia junto a Codelco de las operadoras eléctricas Edelnor y Electroandina) recibieron un inesperado mensaje del gobierno de Evo Morales: Bolivia está interesada en ingresar al mercado eléctrico chileno pagando con gas natural", sostuvo La Tercera el 1° de octubre pasado.
El negocio consistía en que una empresa filial de YPFB se asociaría con alguna de las generadoras eléctricas chilenas y pagaría el capital adeudado con gas natural hasta alcanzar una cifra de 800 millones de dólares.
Según La Tercera se habló de exportar hasta cuatro millones de metros cúbicos diarios de gas, más del doble de lo que Chile estaba recibiendo de la Argentina en julio pasado producto del racionamiento.
Según confirmaron quienes participaron en las reuniones, dos cosas llamaron la atención de esta propuesta: En primer lugar que el negocio no mencionaba la reivindicación marítima y el acceso soberano al mar; en segundo lugar, que quien hacía los primeros acercamiento no era un desconocido sino alguien que se autodefine como hombre de confianza de Evo Morales, el diplomático Coco Pinelo.
Según La Tercera, Pinelo contactó al gerente general de Gas Atacama, Rudolf Araneda y al representante de Suez Energy, Manlio Alessi, para hacer los primeros sondeos.
Rudolf Araneda, una vez conocidos los detalles de la negociación, se reunió con la Cancillería chilena para ponerlos al tanto de las conversaciones. Según el mismo matutino, lo recibieron el Vicecanciller, Alberto Van Klaveren, el Director de Política General, Carlos Portales, y el principal Asesor del Canciller Alejandro Foxley, Edgardo Boeninger.
Araneda sostuvo en esa oportunidad que las conversaciones contaban en Bolivia con el consentimiento y respaldo del Vicepresidente, Álvaro García Linera, autoridades de YPFB y algunos miembros del gabinete de Evo Morales, si bien no había consenso total en su gobierno.
Sin embargo, García Linera desmintió la información el 3 de octubre pasado en Yapacaní, al afirmar que no hubo acercamiento a Chile ni negociación secreta alguna.
El periódico chileno para confirmar la reunión, cita a Boeninger (un viejo y reconocido político y ex ministro de Estado chileno) quien afirmó que "Araneda quería explorar la opinión del gobierno", e incluso mostró "detalles técnicos de la operación (con Bolivia)".
A pesar del desmentido, se trata de un esquema nada novedoso en la política energética de Evo Morales. Varios de los principales colaboradores del Presidente consideran que el gas debe ser industrializado y no exportado como materia prima, por ello impulsan tratos como el que se cerró con la empresa india para explotar El Mutún, una de las reservas de hierro más grandes del continente, a la cual se le entregará gas a precio más que subvencionado; o el varias veces discutido y postergado proyecto de construir una planta de polietileno en la frontera con Brasil, que tanto interés despertaba antes de la nacionalización y del impasse surgido entre nuestro país y el gigante latinoamericano.
Fuentes bien informadas dijeron a Pulso que si bien la idea era impulsada fuertemente por los sectores menos radicales del gobierno, recibió duros comentarios de los sectores maximalistas que se niegan a cualquier acercamiento a Chile que no diga explícitamente "acceso al mar con soberanía" desde el primer momento y en la primera página.
Existen fuertes disputas entre ambos sectores, y los últimos acusan a los primeros de ser el entorno que ha "secuestrado" al Presidente (la salida del ex Ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz Rada, por presión de Petrobras hay que leerla en ese contexto).
La pelea entre ambos sectores también ocasiona que el gobierno sea incapaz de mantener una línea monolítica en su política exterior. Así, en medio de la negociación secreta, el Canciller David Choquehuanca, llegó a decir que la política de gas por mar estaba superada, lo que fue desmentido 24 horas después por uno de sus colegas.
Los retruécanos verbales de Choquehuanca, que recientemente afirmó que en adelante no hablaría respecto a ninguna negociación (previsor y temeroso de filtraciones como las que publicó La Tercera), no hacen más que confirmar que pese a que cree que sus intuiciones son geniales, suenan ante los países vecinos como las de un ingenuo, sobre todo si hace referencia a proyectos tan delicados que no sólo necesitan viabilidad política, sino ingeniería técnica y financiera, y mucha suerte.
Es en el marco de la lucha interna dentro del gobierno boliviano que hay que leer la información de La Tercera, así como la información, también revelada por ese matutino, de que no era la primera vez que el gobierno de Morales hacía propuestas para sondear la posibilidad de vender gas a Chile. Al principio, afirma el reportaje, el Palacio Quemado buscaba una negociación entre gobierno y gobierno (YPFB y CODELCO de Chile, y que es dueña del 66% de las acciones de Edelnor y Electroandina), y no con privados como finalmente ocurrió. Pero este camino habría sido descartado en la reunión entre vicecancilleres de ambos países el 18 de julio pasado, cuando se estableció que el gas estaría fuera de las negociaciones entre ambos países.
Chile dice no
Cuando se supo de la propuesta boliviana, la reacción de la Cancillería chilena fue de un "rechazo categórico". Según La Tercera, en la reunión entre Gas Atacama y el Ministerio de Relaciones Exteriores del vecino país, los diplomáticos chilenos señalaron el riesgo de que el gas que Bolivia se comprometía a exportar pudiera ser empleados como una forma de presión para lograr una solución a nuestra centenaria demanda marítima. "Por lo mismo, el gobierno no se involucraría en este negocio y si los privados se animaban a hacerlo, sería a cuenta y riesgo propio", publicó el reportaje mencionado.
El argumento de que este es un tema entre privados suena hueco y sin sentido: En Chile, cualquier cosa que tenga que ver con el gas y con negociaciones con Bolivia, trasciende largamente al ámbito político y gubernamental. En definitiva, Chile prefirió mirar para otro lado ante la propuesta boliviana, quitando el piso político imprescindible para que este proyecto tuviera viabilidad.
La misma respuesta negativa habría recibido Ignacio Pérez Walker, un ex senador chileno de derecha que ahora asesora al grupo Suez Energy y quien tuvo varias reuniones con autoridades bolivianas y chilenas. Según La Tercera, Walker se reunió con Coco Pinelo el 6 de julio pasado y discutieron la posible asociación de YPFB con Edelnor y Electroandina.
Pero cuando Walker reunió a Pinelo con Manlio Alessi, delegado de Suez Energy para Chile y Perú, éste último escuchó la idea pero insistió en que si la idea del gobierno boliviano era comprar parte de las acciones de la estatal chilena Codelco en Edelnor y Electroandina, lo que debía hacer Pinelo era hablar con esa empresa y no con él.
Pérez Walker hizo otras gestiones pero fracasó en todas ellas, incluso recibió un desplante de la Ministra de Energía chilena, Karen Poniachik, según informa La Tercera. Ella no quiso recibirlo, alertada seguramente por el tipo de propuesta que le llevaría.
El otro ninguneo que hizo Poniachik al proyecto, según La Tercera, lo sufrió esta vez Pinelo. Éste habría insistido en que la Ministra chilena viajara a La Paz para reunirse con el entonces Ministro de Hidrocarburos, Soliz Rada, pero la invitación fue rechazada.
Las consecuencias del fracaso
La hipótesis más segura para entender las negativas reiteradas de Poniachik es que justo en esos días preparaba un anuncio central para los intereses estratégicos de Chile: dar inicio al proyecto para la construcción de una planta de licuefacción de gas en la ciudad chilena de Mejillones que en dos años más pretende alimentar el Sistema Interconectado del Norte Grande, con gas traído de diferentes mercados en buques especialmente acondicionados para el efecto. Con esto se resolvería el desabastecimiento energético de las empresas mineras y de la industria en general.
El gas natural licuado si bien es más caro, es la principal apuesta del gobierno chileno para tener seguridad y diversificar su matriz energética. Que sea más costoso sigue siendo un problema, pero menor al fantasma del desabastecimiento y a lo que se considera la peor pesadilla de Chile: que la escasez de gas para las industrias y la generación eléctrica se traslade a los consumidores y haya racionamiento en las ciudades.
En este nuevo y millonario proyecto de gas natural licuado participan Gas Atacama y Suez Energy, lo que les hace perder interés en alternativas como las planteadas por el gobierno de Morales hace unos meses, que si bien significarían gas más barato también se comprueba cada vez más como políticamente inviable.
Actualmente compañías como Suez están operando incluso con diesel y carbón para producir energía, a un costo varias veces mayor (hasta un 1.200% según La Tercera) que lo que significaría producir termoelectricidad por gas natural, y no es menor tampoco el impacto para el medio ambiente que tiene este tipo de emprendimientos.
Según las autoridades chilenas, la apuesta de gas natural licuado es el camino a su independencia en materia energética, sobre todo respecto de vecinos que les incomodan como Argentina o Bolivia; también en este marco hay que leer la discusión que se está dando en Chile para ver la viabilidad técnica y política de construir una planta de energía nuclear para producir electricidad. Para La Tercera, este tipo de proyectos (el gas natural y la energía atómica) son también "a los ojos de la cancillería boliviana, el fin de cualquier posibilidad de que Bolivia le venda gas natural a Chile".
Finalmente, luego de la negativa chilena y de la filtración periodística, el proyecto fue postergado también en Bolivia porque hoy este tipo de negociaciones están lejos de las prioridades políticas del gobierno de Morales dados los fuertes conflictos internos y sociales que atraviesa y a que su popularidad descendió dramáticamente en los últimos meses (de 81% en mayo, a 52% en septiembre, según la encuestadora Apoyo).
Todo lo cual es una lástima. Seis meses atrás, con gobiernos recién estrenados en ambos países, más de uno se animó a escribir que era el momento para que Chile y Bolivia resolvieran sus problemas; y que dos outsiders de la política (por procedencia cultural y de género como Morales y Bachelet) eran una esperanza frente a políticos clásicos que ya habían fracasado en reiteradas ocasiones. Ahí nos equivocamos todos.
Quienes no lo hicieron fueron algunos emprendedores que siguen buscando alternativas imaginativas, muy riesgosas pero menos ideológicas y más baratas. Un puede apostar que el entendimiento entre Chile y Bolivia provendrá de ideas como ésta. Quizá entonces los funcionarios de ambos países les presten la atención que merecen.
Una investigación periodística reveló hace unos días que diversos funcionarios del gobierno boliviano propusieron a sus contrapartes chilenas la posibilidad de venderles gas para generar energía eléctrica.
El reportaje del periódico chileno La Tercera establece que dos de las generadoras eléctricas más importantes del norte de Chile y responsables de abastecer casi la totalidad de la minería de esa zona (industria que por sí solas representa la mitad de las exportaciones totales de ese país), discutieron largamente la propuesta de funcionarios del gobierno de Evo Morales, particularmente del Cónsul José Enrique Pinelo, para recibir gas boliviano y resolver el problema de desabastecimiento de este hidrocarburo y de energía eléctrica que sufre Chile a consecuencia del racionamiento argentino.
En qué consistía el negocio
"Las dos principales operadoras eléctricas en la zona, Gas Atacama (de propiedad de Endesa y CMS Energy) y el Grupo Suez (socia junto a Codelco de las operadoras eléctricas Edelnor y Electroandina) recibieron un inesperado mensaje del gobierno de Evo Morales: Bolivia está interesada en ingresar al mercado eléctrico chileno pagando con gas natural", sostuvo La Tercera el 1° de octubre pasado.
El negocio consistía en que una empresa filial de YPFB se asociaría con alguna de las generadoras eléctricas chilenas y pagaría el capital adeudado con gas natural hasta alcanzar una cifra de 800 millones de dólares.
Según La Tercera se habló de exportar hasta cuatro millones de metros cúbicos diarios de gas, más del doble de lo que Chile estaba recibiendo de la Argentina en julio pasado producto del racionamiento.
Según confirmaron quienes participaron en las reuniones, dos cosas llamaron la atención de esta propuesta: En primer lugar que el negocio no mencionaba la reivindicación marítima y el acceso soberano al mar; en segundo lugar, que quien hacía los primeros acercamiento no era un desconocido sino alguien que se autodefine como hombre de confianza de Evo Morales, el diplomático Coco Pinelo.
Según La Tercera, Pinelo contactó al gerente general de Gas Atacama, Rudolf Araneda y al representante de Suez Energy, Manlio Alessi, para hacer los primeros sondeos.
Rudolf Araneda, una vez conocidos los detalles de la negociación, se reunió con la Cancillería chilena para ponerlos al tanto de las conversaciones. Según el mismo matutino, lo recibieron el Vicecanciller, Alberto Van Klaveren, el Director de Política General, Carlos Portales, y el principal Asesor del Canciller Alejandro Foxley, Edgardo Boeninger.
Araneda sostuvo en esa oportunidad que las conversaciones contaban en Bolivia con el consentimiento y respaldo del Vicepresidente, Álvaro García Linera, autoridades de YPFB y algunos miembros del gabinete de Evo Morales, si bien no había consenso total en su gobierno.
Sin embargo, García Linera desmintió la información el 3 de octubre pasado en Yapacaní, al afirmar que no hubo acercamiento a Chile ni negociación secreta alguna.
El periódico chileno para confirmar la reunión, cita a Boeninger (un viejo y reconocido político y ex ministro de Estado chileno) quien afirmó que "Araneda quería explorar la opinión del gobierno", e incluso mostró "detalles técnicos de la operación (con Bolivia)".
A pesar del desmentido, se trata de un esquema nada novedoso en la política energética de Evo Morales. Varios de los principales colaboradores del Presidente consideran que el gas debe ser industrializado y no exportado como materia prima, por ello impulsan tratos como el que se cerró con la empresa india para explotar El Mutún, una de las reservas de hierro más grandes del continente, a la cual se le entregará gas a precio más que subvencionado; o el varias veces discutido y postergado proyecto de construir una planta de polietileno en la frontera con Brasil, que tanto interés despertaba antes de la nacionalización y del impasse surgido entre nuestro país y el gigante latinoamericano.
Fuentes bien informadas dijeron a Pulso que si bien la idea era impulsada fuertemente por los sectores menos radicales del gobierno, recibió duros comentarios de los sectores maximalistas que se niegan a cualquier acercamiento a Chile que no diga explícitamente "acceso al mar con soberanía" desde el primer momento y en la primera página.
Existen fuertes disputas entre ambos sectores, y los últimos acusan a los primeros de ser el entorno que ha "secuestrado" al Presidente (la salida del ex Ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz Rada, por presión de Petrobras hay que leerla en ese contexto).
La pelea entre ambos sectores también ocasiona que el gobierno sea incapaz de mantener una línea monolítica en su política exterior. Así, en medio de la negociación secreta, el Canciller David Choquehuanca, llegó a decir que la política de gas por mar estaba superada, lo que fue desmentido 24 horas después por uno de sus colegas.
Los retruécanos verbales de Choquehuanca, que recientemente afirmó que en adelante no hablaría respecto a ninguna negociación (previsor y temeroso de filtraciones como las que publicó La Tercera), no hacen más que confirmar que pese a que cree que sus intuiciones son geniales, suenan ante los países vecinos como las de un ingenuo, sobre todo si hace referencia a proyectos tan delicados que no sólo necesitan viabilidad política, sino ingeniería técnica y financiera, y mucha suerte.
Es en el marco de la lucha interna dentro del gobierno boliviano que hay que leer la información de La Tercera, así como la información, también revelada por ese matutino, de que no era la primera vez que el gobierno de Morales hacía propuestas para sondear la posibilidad de vender gas a Chile. Al principio, afirma el reportaje, el Palacio Quemado buscaba una negociación entre gobierno y gobierno (YPFB y CODELCO de Chile, y que es dueña del 66% de las acciones de Edelnor y Electroandina), y no con privados como finalmente ocurrió. Pero este camino habría sido descartado en la reunión entre vicecancilleres de ambos países el 18 de julio pasado, cuando se estableció que el gas estaría fuera de las negociaciones entre ambos países.
Chile dice no
Cuando se supo de la propuesta boliviana, la reacción de la Cancillería chilena fue de un "rechazo categórico". Según La Tercera, en la reunión entre Gas Atacama y el Ministerio de Relaciones Exteriores del vecino país, los diplomáticos chilenos señalaron el riesgo de que el gas que Bolivia se comprometía a exportar pudiera ser empleados como una forma de presión para lograr una solución a nuestra centenaria demanda marítima. "Por lo mismo, el gobierno no se involucraría en este negocio y si los privados se animaban a hacerlo, sería a cuenta y riesgo propio", publicó el reportaje mencionado.
El argumento de que este es un tema entre privados suena hueco y sin sentido: En Chile, cualquier cosa que tenga que ver con el gas y con negociaciones con Bolivia, trasciende largamente al ámbito político y gubernamental. En definitiva, Chile prefirió mirar para otro lado ante la propuesta boliviana, quitando el piso político imprescindible para que este proyecto tuviera viabilidad.
La misma respuesta negativa habría recibido Ignacio Pérez Walker, un ex senador chileno de derecha que ahora asesora al grupo Suez Energy y quien tuvo varias reuniones con autoridades bolivianas y chilenas. Según La Tercera, Walker se reunió con Coco Pinelo el 6 de julio pasado y discutieron la posible asociación de YPFB con Edelnor y Electroandina.
Pero cuando Walker reunió a Pinelo con Manlio Alessi, delegado de Suez Energy para Chile y Perú, éste último escuchó la idea pero insistió en que si la idea del gobierno boliviano era comprar parte de las acciones de la estatal chilena Codelco en Edelnor y Electroandina, lo que debía hacer Pinelo era hablar con esa empresa y no con él.
Pérez Walker hizo otras gestiones pero fracasó en todas ellas, incluso recibió un desplante de la Ministra de Energía chilena, Karen Poniachik, según informa La Tercera. Ella no quiso recibirlo, alertada seguramente por el tipo de propuesta que le llevaría.
El otro ninguneo que hizo Poniachik al proyecto, según La Tercera, lo sufrió esta vez Pinelo. Éste habría insistido en que la Ministra chilena viajara a La Paz para reunirse con el entonces Ministro de Hidrocarburos, Soliz Rada, pero la invitación fue rechazada.
Las consecuencias del fracaso
La hipótesis más segura para entender las negativas reiteradas de Poniachik es que justo en esos días preparaba un anuncio central para los intereses estratégicos de Chile: dar inicio al proyecto para la construcción de una planta de licuefacción de gas en la ciudad chilena de Mejillones que en dos años más pretende alimentar el Sistema Interconectado del Norte Grande, con gas traído de diferentes mercados en buques especialmente acondicionados para el efecto. Con esto se resolvería el desabastecimiento energético de las empresas mineras y de la industria en general.
El gas natural licuado si bien es más caro, es la principal apuesta del gobierno chileno para tener seguridad y diversificar su matriz energética. Que sea más costoso sigue siendo un problema, pero menor al fantasma del desabastecimiento y a lo que se considera la peor pesadilla de Chile: que la escasez de gas para las industrias y la generación eléctrica se traslade a los consumidores y haya racionamiento en las ciudades.
En este nuevo y millonario proyecto de gas natural licuado participan Gas Atacama y Suez Energy, lo que les hace perder interés en alternativas como las planteadas por el gobierno de Morales hace unos meses, que si bien significarían gas más barato también se comprueba cada vez más como políticamente inviable.
Actualmente compañías como Suez están operando incluso con diesel y carbón para producir energía, a un costo varias veces mayor (hasta un 1.200% según La Tercera) que lo que significaría producir termoelectricidad por gas natural, y no es menor tampoco el impacto para el medio ambiente que tiene este tipo de emprendimientos.
Según las autoridades chilenas, la apuesta de gas natural licuado es el camino a su independencia en materia energética, sobre todo respecto de vecinos que les incomodan como Argentina o Bolivia; también en este marco hay que leer la discusión que se está dando en Chile para ver la viabilidad técnica y política de construir una planta de energía nuclear para producir electricidad. Para La Tercera, este tipo de proyectos (el gas natural y la energía atómica) son también "a los ojos de la cancillería boliviana, el fin de cualquier posibilidad de que Bolivia le venda gas natural a Chile".
Finalmente, luego de la negativa chilena y de la filtración periodística, el proyecto fue postergado también en Bolivia porque hoy este tipo de negociaciones están lejos de las prioridades políticas del gobierno de Morales dados los fuertes conflictos internos y sociales que atraviesa y a que su popularidad descendió dramáticamente en los últimos meses (de 81% en mayo, a 52% en septiembre, según la encuestadora Apoyo).
Todo lo cual es una lástima. Seis meses atrás, con gobiernos recién estrenados en ambos países, más de uno se animó a escribir que era el momento para que Chile y Bolivia resolvieran sus problemas; y que dos outsiders de la política (por procedencia cultural y de género como Morales y Bachelet) eran una esperanza frente a políticos clásicos que ya habían fracasado en reiteradas ocasiones. Ahí nos equivocamos todos.
Quienes no lo hicieron fueron algunos emprendedores que siguen buscando alternativas imaginativas, muy riesgosas pero menos ideológicas y más baratas. Un puede apostar que el entendimiento entre Chile y Bolivia provendrá de ideas como ésta. Quizá entonces los funcionarios de ambos países les presten la atención que merecen.
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