Si hay un prócer al que admira el presidente Carlos Mesa es Andrés de Santa Cruz, a quien considera el presidente más importante de la historia de Bolivia. No sólo porque consolidó un Estado naciente y promovió la legislación más importante de su época, sino porque creó la Confederación Perú-Boliviana (1835-1839), la que Diego Portales consideraba una seria amenaza para Chile: ?La confederación debe desaparecer por siempre jamás del escenario de América?, escribió en ese entonces.
Deja Vu
En ese sentido, los acuerdos a los que arribaron Alejandro Toledo y Carlos Mesa tienen también algo de deja vu: no sólo porque 12 años antes Alberto Fujimori y Jaime Paz Zamora se mojaron los pies en el Pacífico de igual forma y en el mismo lugar (en Boliviamar), sin que hubiera un impacto trascendental en ambas economías (nadie invirtió en un puerto o en infraestructura turística, eso sí, se concluyó una carretera que vincula a ambos países); sino porque se percibe en Mesa cierto deseo inconsciente de identificarse con ese Santa Cruz al que admira, de continuar una obra inconclusa y convertir las complementariedades geográficas, culturales y raciales, en acuerdos políticos y jurídicos, precisamente las que Portales preveía y temía.
La Confederación al igual que la gran Colombia bolivariana, otro intento integrador que terminó frustrado, han sido desempolvados, en un caso sustentada en el gas y en el otro en el petróleo venezolano, ambos recursos estratégicos de este siglo por dos Presidentes ampliamente populares.
Retórica
Pero el acuerdo arribado entre ambos gobiernos ha sido blanco de críticas en varios sentidos. Eduardo Pérez, uno de los más influyentes periodistas bolivianos y un gran defensor de Carlos Mesa afirmó que ?el Presidente Carlos Mesa ayer en Lima hizo lo que pudo; pero pudo muy poco. Chile? ofrecía bastante más que el Perú?.
En ese país varios comentaristas influyentes cuestionaron la decisión de Toledo porque piensan que podría tratarse de una artimaña para mejorar su popularidad. Los periódicos peruanos haban de ?despliegue mediático bilateral?; La República dice que ?Perú estaría ingresando a la lógica diplomática de Bolivia?.
Tantas fueron las críticas que el canciller boliviano, Juan Ignacio Siles, tuvo que decir que ?no se trataba de un juego? y que realmente se iba a exportar gas por Perú. La emergencia también ocasionó la formación casi de inmediato una comisión entre ambos países que se reunirá para tratar de poner sustancia al acuerdo, de forma que hasta finales de año exista una propuesta técnica que justifique el despliegue político y mediático realizado (Mesa viajó con 47 periodistas a su encuentro, lo que no es muy común en Bolivia; y la televisión peruana transmitió en vivo el encuentro).
El gran ausente
De cualquier forma, haya más o menos retórica, el gran ausente de esta discusión han sido las empresas petroleras que en definitiva serán las que hagan las millonarias inversiones que se necesitan para llevar adelante la exportación de gas. Ya Repsol, el líder de Pacific LNG (el consorcio que exportaría el hidrocarburo a México y EEUU), ha mostrado su preocupación por la decisión del gobierno boliviano, porque preferirían exportar por un puerto chileno.
Las preguntas que se hacen los privados siguen siendo las mismas: cuál será la relación entre las empresas petroleras y el gobierno después de una ley de hidrocarburos que no es muy explícita sobre la situación futura de los contratos entre el Estado y las empresas (que serán revisados a través de un futuro reglamento); o cuánto será finalmente el incremento impositivo que modificará una situación que antaño les era ampliamente favorable.
Tampoco está claro quién financiará la diferencia que costará exportar por Perú en relación a Chile. Y, lo más difícil, el gobierno boliviano debe demostrar ante sus pares, empresarios y opinión pública internacional que esto no es una manera de presionar a Chile sino una decisión de política económica, y que no habrá competencia entre Camisea (en Perú, que comenzó a bombear esta semana) y Tarija (Bolivia), proyecto que está retrasado en cuatro años en relación a la primera.
Pero Mesa no se rinde fácilmente y ha sorteado peores obstáculos. Por lo pronto el plan boliviano es abastecer de gas al Mercosur: ?Casi 20 millones (de metros cúbicos) de exportación a Brasil, 20 a Argentina y eventualmente entre 10 y 20 a México?, según el vicecanciller boliviano. También se baraja ?enviar gas a Uruguay y Paraguay?. El gran ausente, en cualquier caso, es Chile.