Te voy a matar derrota


Nota I
Juan Gelman

te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
noches y días con vos.
me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
te mostraré mi rabioso corazón.
te pisaré loco de furia.
te mataré los pedacitos.
te mataré una con paco.
otro lo mato con rodolfo.
con haroldo te mato un pedacito más.
te mataré con mi hijo en la mano.
y con el hijo de mi hijo/ muertito.
voy a venir con diana y te mataré.
voy a venir con jote y te mataré.
te voy a matar/derrota.
nunca me faltará un rostro amado para matarte otra vez.
vivo o muerto/un rostro amado.
hasta que mueras/
dolida como estás/ya lo sé.
te voy a matar/yo
te voy a matar.


En una entrevista a raíz del premio Cervantes que tan merecidamente ganó la semana pasada, el periodista Vicente Muleiro de Clarín, le pregunta a Juan Gelman:
-Usted en su poesía habla de "rostros de mí". ¿Qué "rostros de mí" se le aparecieron?
-El de mi hijo Marcelo, que también era poeta. El de mi madre que cuando le di mi primer libro, "Violín y otras cuestiones", me habló con un tono como queriéndome reprender pero no le salió. Y me dijo: Te felicito, pero vos sabés que no vas a vivir de esto. Y yo le respondí: no, es verdad, no voy a vivir de esto, voy a vivir para esto.

Opiniones sobre la Constitución Política del Estado

(Tomado de El Deber).- Puesta en consideración de cuatro analistas, lo primero que observan es que la Constitución del MAS no se aprobó, sino que se discutió sólo un índice, por lo que no existe seguridad de que el proyecto que había en el Liceo Militar el sábado pudo ser modificado el domingo y el lunes sin que nadie lo supiera. En ello coincidieron los politólogos Jimena Costa y Carlos Cordero, el constitucionalista Juan Carlos Urenda y el sociólogo Fernando Mayorga.
Según Cordero, al interior del MAS existe la percepción creciente de que se cometieron errores y que todo se está saliendo de control. Considera que hay sectores indígenas que están ejerciendo presión sobre Evo Morales, por lo que está asumiendo posiciones y actitudes de ese sector, al que considera su base social de estabilidad. Es por ello que analiza que el ala dura se ha impuesto al interior del oficialismo para sustituir una clase dominante por otra. "Es una Constitución con una fuerte reivindicación indígena, con una representación sobredimensionada de este grupo", dijo.
Urenda coincide en términos más fuertes: "Es una Constitución racista porque viola el principio de la igualdad, que es el principio básico de la democracia y el Estado social y democrático. Otorga el privilegio en base a criterios étnicos y es la primera Constitución de esa naturaleza en el mundo occidental", añadió.
Cordero vuelve al análisis de la base social de Morales y de su entorno. Asegura que hay una fuerte contradicción entre lo que es la mayoría política y la sobreprotección que el texto hecho público por los masistas le da al 60% del país que se considera indígena. "Si ellos fueran minoritarios los fueros y la sobreprotección son para protegerlos, pero como son el 60% de la población, se comerán crudos al resto del país", sentenció.
Costa, por su parte, señala que hay una serie de propuestas que llevarán no sólo a la concentración y centralización de poder, sino a la imposición del criterio de la mayoría, lo que, en su opinión, va en contra del pluralismo.
Fernando Mayorga añade que si bien están los consensos de la Comisión Política Suprapartidaria, no se los ve con claridad, ya que, por ejemplo, se mantiene el artículo 2 de la Comisión Visión de País, que enfatiza en lo plurinacional. "Este tema predomina y se extiende, inclusive para nombrar al órgano electoral (sic). También en la representación política reaparece la representación directa de las 'naciones originarias e indígenas campesinas' mediante circunscripciones especiales, algo que no estaba en los acuerdos, y que además, Evo desechó en una reunión en Sucre", dijo.
Es por eso que asegura que las reglas apuntan a beneficiar a la participación indígena en diversos órganos y eso se mantiene en los regímenes de autonomía territorial donde aparece la autodeterminación.
Costas añade que lo plurinacional existe, pero en estados nación fuertes. Advierte de que en un país donde muchos grupos étnicos se consideran naciones, no reconocen a Bolivia como nación y se les da propiedad sobre el territorio y los recursos naturales renovables, lo único que falta es la libre determinación para convertirse en un Estado.
Urenda, por su parte, también advierte sobre el peligro que corre la actual división territorial.
Dice que al haberse creado hasta cinco niveles autonómicos, sin respetar la voluntad del referéndum, habrá problemas de límites y competencias entre las autonomías municipales y territoriales.
Cordero también recuerda que para aprobar la Constitución Política no sólo votarán los bolivianos en el territorio nacional, sino también los emigrantes. "Para el presidente Morales, el tema de Sucre ha tenido el costo social calculado, porque tiene mucha confianza puesta fuerte al voto del boliviano en el extranjero, que puede equilibrar los internos. Puede hacer campaña afuera, porque el 30% del electorado estará afuera.
El cálculo a Sucre es que no supera los 186.000 electores. Pierde la plaza de Sucre, pero gana en Oruro, La Paz, El Alto y Potosí, lo que garantiza su reelección. Todo está armado para que exista una representación étnica para tener la hegemonía", dijo.

Nueva Constitución Política del Estado

Plan B distribuyó la dirección desde la que se puede bajar la
Nueva Constitución Política del Estado
Para leer y discutir.
Por mi parte ni exagerado con eso de que nació muerta, ni optimista con aquello de que es la solución a todos nuestros problemas.

Tambores de guerra

Antes de que la ciudad boliviana de Sucre estallara contra la aprobación de una nueva Constitución, que nació prematura y desfalleciente, sin la presencia de la oposición y con el oficialismo resguardado por fusiles, hay una imagen sucedida lejos de allí sobre la que me detengo porque en ella se pueden atisbar las profundidades del abismo: un perro colgado vivo (luego le cortarán la cabeza) mientras sus verdugos anuncian que un destino similar le espera a todos sus enemigos. El animal degollado sigue moviéndose hasta que se desangra y se consuma la amenaza. Sendero Luminoso en los '80 protagonizó acciones similares cuando todavía nadie imaginaba la tempestad que se desencadenaría sobre el Perú, pero esta vez sus autores se hacen llamar "ponchos rojos" y provienen un olvidado pueblo boliviano.

Cierto que los fusiles que portaban eran máuser, que apenas son un puñado de fanáticos y no representan a la gran mayoría campesina e indígena, pero su sola visibilidad, el hecho de que un grupo armado irrumpa públicamente con métodos similares a las del terrorismo maoísta produce escalofríos.
Y si este sacrificio ritual es, desde mi punto de vista, un quiebre en el escenario político boliviano (tanto como las lamentables cuatro víctimas mortales del fin de semana en Sucre); en el ámbito discursivo, la declaración de Alvaro García Linera, previa a la escabechina, son su corolario: "Inicialmente habíamos creído que era posible la construcción del Estado mediante mecanismos de diálogo y pactos… pero la lógica de la razón y de la historia me hacen pensar que, más bien, se habrá de llegar a un momento de tensionamiento de fuerzas... este momento está más cerca de lo que parece", afirmó. Dos días después de esa declaración de principios, Bolivia volvía a estallar.
Los planes B del gobierno y de quienes se le oponen están en marcha. El oficialismo aprobando la constitución a como de lugar (la legitimidad, piensan, será obtenida en el futuro); y la oposición regional y cívica en las calles acusando al gobierno de autoritarismo rampante y llamando a la desobediencia civil.
Y en medio de estos excesos casi disparatados de ambos bandos (porque no se puede acusar al gobierno actual de antidemocrático ni Evo Morales puede ignorar las reivindicaciones regionales) es que el odio irracional se enseñorea sobre los perros de Achacachi y los hombres y mujeres en Sucre en un ensayo de lo que Bolivia puede ser en el futuro: enfrentamiento civil, violencia incontrolable, anomia social y Estado autoritario sin control territorial.
Ahora bien, sería muy simple decir, como en otras ocasiones, que Bolivia siempre camina hasta el abismo para retroceder a último minuto, al igual que es ingenuo pensar que todo se reduce a la lucha entre una región occidental arcaica e indígena y un oriente moderno y dinámico. Desde el punto de vista económico el eje se ha desplazado, pero políticamente los dirigentes cívicos de Sucre como los que encabezan la "media luna" son tan retrógrados como integristas los "ponchos rojos". El clivaje regional puede darles la razón, pero el étnico, los condena. Sin legitimidad popular y con visiones profundamente racistas y balcanizadoras, también ellos suscitan temores transversales en el resto del país.
Estas contradicciones étnicas y regionales mantienen tensionada a Bolivia: ambas irresueltas, ambas en apronte. El gobierno quiere retomar la iniciativa política con la aprobación de una nueva Constitución; y la oposición, refugiada en las regiones, añora el retorno a un statu quo previo a Morales, como si eso fuera posible.
Y como siempre, quienes más sufren con el empate catastrófico no son los que se han alistado para el combate, allá ellos con sus razones, sino la inmensa mayoría que abomina incluso la sola posibilidad de que no haya más alternativas.
(Publicado en La Tercera el 28 de noviembre de 2007)

Canapés y choripanes

Si bien algunos salían cansados y menos eufóricos de lo que uno podría pensar (“no sé por qué no vino más gente”, decían), había unos pocos en el estadio de Ñuñoa que se frotaban las manos porque recién comenzaba su trabajo, buena parte de ellos eran periodistas.
Cierto que la Cumbre paralela fue apenas una sombra de los otrora gloriosos actos que la izquierda hacía en Chile y ni siquiera se acercó a uno de los conciertos de música de los muchos que pueblan Santiago por estos días, pero, fiel a la globalización, a Chávez le importa menos quiénes van al estadio que cuántos lo verán por televisión.
Por eso habla por teléfono con Fidel, ¿importa mucho si fue verdadera la conversación o apenas una puesta en escena monumental? Muy poco.
Al verlo, nadie puede discutir la capacidad de Chávez para conmover o para exudar todo el carisma que sus poros apenas contienen. El venezolano hace lo necesario para ser protagonista, su personalidad lo empuja a actuar incluso más allá del personaje, a caricaturizarse. Pero eso es previsible. Recordemos que el jueves pasado el único tema que les interesaba a los cientos de periodistas que se habían dado cita en Santiago era el rumor de que Chávez no vendría a Chile. Creó expectativa, vino… y nadie salió defraudado.
El Rey, en cambio, actuó imprevisiblemente y, al enojarse, se convirtió en el jefe de la campaña bolivariana, porque Chávez es en tanto haya otro dispuesto a enfrentarlo y, en ese juego, uno de los principales comunicadores de nuestro tiempo, el que mejor intuye la lógica de los medios, triunfa. La dignidad es para la política seria y para las reuniones a puerta cerrada, no para los flashes y, cuando los roles se confunden, ocurren episodios como éstos.

Jorge Edwards (en una columna en El País) advertía a Chávez sobre la idiosincrasia chilena y lo que le podía pasar si no se moderaba y hablaba más de lo necesario. Pero Chávez se dirige a un público más vasto que el chileno, y lo hace para fijar su propia agenda continental. ¿O usted escuchó que alguien le preguntara por la represión a las manifestaciones en Venezuela o por la reelección indefinida? Su mayor virtud es hacer que los demás jueguen en su cancha discursiva y esta vez nada menos que su majestad aceptó el desafío.
En el día de la inauguración, se convocó a un grupo de periodistas a una reunión off the record y a celebrar con canapés la diversidad de la región. Mientras esperábamos, uno de los miembros de la comitiva del entrevistado nos decía que hacía mucho frío en la ceremonia inaugural y que para combatirlo se había tenido que tomar tres pisco sour al hilo. Los asesores de Chávez deben beber como todos nosotros pero prefieren no mostrarse en público después de hacerlo.
A esta altura nadie sabe cuáles fueron las conclusiones de la Cumbre. Ese el principal problema de una reunión que está más preocupada de la ritualidad de las cenas y las libaciones que de la comunicación a la opinión pública. Chávez, por el contrario, prefiere su propia agenda, un buen escándalo y algunos discursos encendidos. Incluso Morales optó por jugar al fútbol antes que comer con sus colegas.
El problema es enojarse con ellos por su forma de ejercer la política (que es más moderna de lo que nos imaginamos), y no por las consecuencias de otras acciones, más importantes que ésas, en sus propios países. Pero, puestos a guardar las formas, de aquéllo ni siquiera se habla.
Tiene razón Edwards: en Chile el episodio le costó caro a Chávez, pero hay otros millones de personas en Latinoamérica que ven TV, y si les dan a elegir entre los canapés del Sheraton y los choripanes del estadio, se quedarán con lo que mejor los representa. Comprender esa fórmula ha sido el secreto del éxito de Hugo Chávez.
(Publicado en La Tercera el 13 de noviembre de 2007)

Albañil boliviano es declarado patrimonio histórico de Buenos Aires

Dpa.- El albañil boliviano Casimiro Sejas López será declarado hoy Patrimonio Cultural Viviente de la ciudad de Buenos Aires, por decisión del gobierno de la capital argentina.
La distinción es consecuencia de que Sejas López ha sido "artífice en la recuperación de muchos inmuebles públicos y privados, entre ellos la casa de Carlos Gardel", el cantor de tangos que murió en 1935 y aún es uno de los máximos ídolos de la canción popular.
Sejas nació en la villa Germán Busch, Cochabamba, en 1941, y es hijo de un albañil, de quien aprendió el oficio. Con medio siglo de residencia en Argentina, el maestro de la yesería confesó que desea regresar a Bolivia para transmitir sus conocimientos.
En la actualidad, con 66 años de edad, Sejas López es profesor de yesería en la Escuela Taller del Casco Histórico, dependiente del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Tiene 200 alumnos y "unos 500 en lista de espera", según informó la embajada de Bolivia, en Argentina.
La escuela taller de Sejas participa en restauraciones de inmuebles famosos. Sus alumnos aprenden varios oficios para evitar el desmoronamiento del patrimonio arquitectónico de la capital federal argentina.
"El profesor no da clases sentado sino trabajando al lado de sus alumnos", dijo la alumna Paula Lanza. El ministro consejero de la embajada, Sixto Valdez, aseguró que el acto será un reconocimiento a todos los albañiles bolivianos que desde hace más de medio siglo emigraron a la Argentina.

La cultura rentista

Esta vez no se trata sólo de la satisfacción de un deseo (la autonomía en la cual cifran todas sus esperanzas), ahora las regiones bolivianas se rebela contra la decisión del gobierno central de recortar hasta en un 70% sus ingresos por el impuesto a los hidrocarburos.
Estos recursos se destinarían a pagar una renta vitalicia a los ancianos mayores de 60 años, reemplazando una ya existente creada por el gobierno de Sánchez de Lozada como parte de la capitalización que realizó a finales de la década del ‘90 (la venta del paquete mayoritario de las empresas estatales y el uso de las utilidades del resto de las acciones, propiedad de los bolivianos, para pagar una renta anual de jubilación llamada Bonosol).
Esas utilidades nunca fueron como se esperaban, lo que sumado a la nacionalización de los hidrocarburos, hicieron que el Bonosol se tornara inviable. Para reemplazarlo, el gobierno plantea obtener el dinero recortando los ingresos de las regiones.
Se trata de una medida de corte profundamente social (Sánchez de Lozada vivió muchos años de su popularidad), ¿quién puede oponerse a que los ancianos indigentes reciban 300 dólares al año?, pero la “media luna” argumenta que se trata de una política que sólo busca saldar cuentas con los opositores.

Al margen de este episodio, la lucha por repartir la riqueza ya existente (y no por crear una nueva), tiene larga data. Por los ciclos de extracción de materias primas que tuvo en su historia, Bolivia creó un paradigma colectivo que suele llamarse “rentista”. El MAS tiene a la redistribución como eje de su propuesta política y fue exitosa en tanto la cultura rentista de la elite política anterior era profundamente excluyente.
Ahora bien, a diferencia de antaño, el eje La Paz–Oruro–Potosí (alrededor del cual se instauró esta cultura), basado en la minería y mirando al Pacífico, ha perdido importancia y ha sido desplazado por un eje agrícola y otro gasífero en el oriente y sur bolivianos, que tienen sus ojos puestos en el Atlántico. Actualmente ambos son responsables del 70% de las exportaciones totales del país.
Evitar que esta situación se consolide y haga irrelevante políticamente a la región andina fue una de las apuestas de Evo Morales desde un inicio, por eso es ingenuo atribuir sólo a errores políticos su oposición a la descentralización y a las autonomías.
¿Llegó el momento de ahogar económicamente a la “media luna”? ¿El horno está para esos bollos? Un nuevo liderazgo y un desarrollo económico distinto plantean dos formas de ver el futuro de Bolivia, y esas agendas provocan acciones en una escalada de difícil pronóstico.
Hace unos días el ejército hizo una operación comando para “tomar” el aeropuerto de Santa Cruz, lo que fue duramente resistido en esa ciudad, por lo que Morales tuvo que dar un paso al costado, pero este nuevo enfrentamiento por los recursos de los hidrocarburos promete ser aún más duro.
Ahora bien, sería una lectura muy simple pensar que todo se reduce a la lucha entre una región occidental arcaica e indígena y una región oriental moderna y dinámica. Desde el punto de vista económico es probable que el eje se haya desplazado, pero políticamente los dirigentes cívicos que encabezan la “media luna” —ante la ausencia de liderazgos políticos—, son tan retrógrados como integristas algunos miembros del gobierno.
Los movimientos cívicos, sin legitimidad popular y con visiones profundamente racistas y balcanizadoras, suscitan temores transversales y fundados en el resto del país. Para muchos de ellos, Morales es un “indio ignorante” incapaz de gobernar. Lamentablemente en sus regiones nadie sale al frente de ese discurso por temor a ser tildado de progubernamental, lo cual impide que el liderazgo económico se traduzca en un liderazgo político que responda a los problemas nacionales.
Puesto así, el panorama no parecería llevar a ningún desempate, por tanto, unos y otros prometen seguir mirándose a sí mismos, quizá negociando para que no haya enfrentamientos violentos (la última línea que nadie quiere cruzar); farreándose los recursos del boom económico que, de declinar, ocasionará que comiencen a replantearse nuevamente cómo repartir una renta cada vez más pequeña entre cada vez más comensales.

La marcha peronista

Quizá una de las canciones más conocidas para los argentinos sea la marcha peronista, aquella que popularizó Hugo del Carril y que acompañaría buena parte de la historia contemporánea de ese país. Como es de suponer no estuvo ausente en el festejo de Cristina Fernández el domingo pasado y fue el estribillo que coreó con insistencia el público que la ovacionaba (“los muchachos peronistas, todos unidos venceremos…”).

Octubre es un mes peronista (por el 17, considerado el “día de la lealtad”); cuando está soleado, se trata, cómo no, de un “día peronista”; y, por supuesto, si no eres “compañero”, eres “gorila” (antiperonista, algo así como momio en Chile, pero mucho más transversal). La prensa americana fue la que mejor definió esa elección y en lugar de comparar a Néstor Kirchner y Cristina Fernández con los Clinton, lo hizo con Perón y Evita.
El peronismo —dicen los argentinos— no puede ser entendido por extranjeros; buena parte de la literatura Argentina que habla sobre el país (o sea, toda su literatura), contienen prevenciones en ese sentido, las que pueden sonar a xenofobia, pero que quizá sea una estrategia de sus intelectuales para diferenciarlo, de movimientos fascistas y corporativos en un inicio, o del neoliberalismo y del populismo después, que por todo eso transcurrió el justicialismo; así, los únicos que sitúan el peronismo dentro de la teoría política son sus opositores y, por supuesto, nosotros los extranjeros. En cualquier caso es una frase digna de la idiosincrasia rioplatense, una marca registrada.
Si bien la elección de una mujer presidenta en Argentina es tan trascendental como lo fue en Chile (lo cual confirma aquello de que la única revolución exitosa del siglo XX fue femenina), es igual de relevante la vigencia del peronismo (y ese gusto a interna partidaria que tiene su democracia).
Primer dato entonces, ganó una mujer. Pero en segundo lugar ganó nuevamente el peronismo y por mucho (con las excepciones de las grandes capitales como Buenos Aires, ciudad que varió entre la derecha y la izquierda en cuestión de meses y que es otro fenómeno por explicar).
Por ello Chile es el país en el que primero piensan los políticos argentinos a la hora de hacer un balance de la elección, y quizá a eso se deba la conversación de Lagos con la Presidenta electa sobre continuidad y discontinuidad en la transición, curiosamente un tema presente en todos los discursos postelectorales de Fernández.
Desde el punto de vista histórico lo más trascendente es que haya dos mujeres presidentas en países vecinos, pero en términos de gestión los argentinos miran a la Concertación y a Bachelet, sea para crear un instrumento así, tarea que podría estar en manos del Presidente saliente; sea para que su gestión sea mejor y se aprenda de sus errores… o para que fracasé, visto desde la oposición, no sólo por machismo que lo hay y mucho, sino por necesidad política.
El “tópico es tan recurrente que muchos ministros (argentinos) se han convertido en glosadores de la gestión Bachelet”, afirmaba hace unos días Mario Wainfeld en Página/12. Las explicaciones sobre el bajo performance de Bachelet van en muchos sentidos: desde su decisión de innovar en su primer gabinete, hasta que seleccionó gente sin experiencia; pasando por el abuso de compañeros “setentistas”, hasta la existencia de un núcleo liberal muy influyente. En fin, para todos los gustos.
Eso en la columna del debe, pero en la del haber, ¿quién ha sido capaz de reinventarse a sí mismo, ofrecer liderazgos, lecturas o, como dijo Cristina Fernández, “relatos” que expliquen y proyecten a un país? Así, y para decirlo en broma, lo único realmente argentino que va quedando del peronismo es la marchita (¿dónde más sino?).